Espeluznante voltereta a David Galván en el inicio de la Copa Chenel
El diestro gaditano cortó dos orejas tras reponerse del percance en la corrida celebrada en la localidad madrileña de Alalpardo
El torero David Galván (San Fernando, Cádiz, 1992) sufrió una espeluznante voltereta al recibir de rodillas con una larga cambiada en el tercio al quinto toro de la tarde de este sábado. Tras el capotazo y cuando Galván intentaba recuperar la verticalidad fue embestido por la ingle y lanzado al aire, donde dio una vuelta completa de campana hasta dar de bruces con estrépito contra la enfangada arena del ruedo; allí, con el torero boca abajo e inerme, el animal hizo por él, lo empitonó por la hombrera derecha de la chaquetilla y lo zarandeó con violenta brusquedad. La punta de un oportuno capote desvió la atención del toro que abandonó a su presa mientras esta permanecía en el suelo hecha un ovillo a la espera de un segundo ataque.
Cuando las asistencias consiguieron poner en pie a David Galván, la impresión cierta es que llevaba una cornada; la cara y el cabello embarrados, el vestido hecho añicos, la tez blanca y la mirada perdida hacían presagiar que el pitón del impetuoso animal había penetrado en la carne. Despojado de la chaquetilla, se comprobó la camisa destrozada y solo una fuerte contusión enrojecida en la zona del hombro derecho.
Todo sucedía en la plaza de Alalpardo, una localidad madrileña donde se celebraba la primera corrida de la segunda edición de la Copa Chenel. Se anunciaron tres toros de José Escolar y otros tres de El Retamar para Francisco José Palazón, David Galván y Sebastián Ritter.
La tarde se presentó esquiva, el cielo encapotado y frío en el ambiente, y poco público acudió a presenciar la lucha de tres toreros modestos por abrirse camino; pero los pocos espectadores quedaron impresionados por la tremenda cogida de Galván y asistieron expectantes a los continuos movimientos en el callejón en torno al torero vapuleado. Mientras el mozo de espada trataba de librarle la cabeza de tierra amarillenta, y otro asistente pedía botellas de agua para refrescarle el cuello, los hombres del torero dudaban entre acudir a la enfermería o solicitar que se corriera el turno para que Galván descansara, ya que el toro había sido devuelto a los corrales tras partirse el pitón derecho contra un burladero.
Tardó Galván en recuperar la conciencia de dónde estaba, tranquilizó a todos y les informó que estaba en condiciones de lidiar el sobrero; no lo dijo pero se le entendió que no era cosa de desaprovechar la oportunidad después de tan pocos contratos como debe tener en la agenda.
Repuesto del susto y con la procesión dolorosa por dentro, el torero de San Fernando se mostró lúcido y comprometido con un toro de José Escolar que le ofreció pocas facilidades. Mató dignamente y le concedieron dos generosas orejas como recompensa a su heroica gesta y al tremendo revolcón sufrido.
Por cierto, la corrida al completo estuvo muy bien presentada, toros cinqueños y de serio trapío, pero birriosos de principio a fin; inválidos casi todos y muy descastados; y lo que es peor: los seis ofrecieron sospechas de manipulación fraudulenta de las astas.
Los tres toreros, como todos los de la Copa Chenel, torean poco y ven pasar los años sin una luz al final del túnel. Y se les notó que viven más en el banquillo que en el ruedo.
Tanto Francisco José Palazón —silencio en su lote—, como Ritter —cortó una oreja en cada toro— ofrecieron todo lo que llevan dentro, pero en esta difícil profesión no basta con ilusión y ganas. Hasta hace poco, todo hacía presagiar que Galván ocuparía hoy un puesto más relevante en el escalafón. Por razones que solo él conocerá no es así, y ayer solo pudo dejar la buena impresión del héroe que es capaz de levantarse ante la adversidad, una lección de pundonor…
Babelia
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