Muere Pascual González, fundador de Cantores de Híspalis
El cantante y compositor, que siempre fue asociado a las sevillanas, aportó una obra creativa que va más allá del grupo que le dio popularidad
La noticia del fallecimiento de un artista en ocasiones rebasa los límites del mundo del arte. La popularidad y trascendencia de su obra hace que, con su marcha, se vaya también un intangible patrimonio popular. Intangible sí, tal vez, pero, por supuesto y en este caso, audible y recordable, en tanto reside en la memoria de un amplísimo colectivo de gentes. Pascual González Moreno (Sevilla, 1950), músico y compositor, cantautor y poeta fallecido en su ciudad natal hoy domingo. Él será siempre asociado al grupo que fundó, Cantores de Híspalis, y al género que lo lanzó, el de las sevillanas, pero su personalidad y su obra creativa lo sitúan, sin duda, mucho más allá.
Para entender bien el alcance de la obra de González hay que situarse en los años finales de los setenta del pasado siglo, en los inicios de una naciente autonomía andaluza dentro de la transición democrática del país, en los que encauza su inquietud creativa en grupos de corte protesta o reivindicativo. Los ochenta supondrían, sin embargo, su etapa de lanzamiento popular y, por supuesto, comercial. Fue la década del auge de las sevillanas como producto discográfico de campaña anual con millones de ventas. En esos años, los discos de los Cantores se sucedían a razón de uno —y hasta dos— por año, con éxitos que resultan imposibles de olvidar, y que llenaban de baile las ferias andaluzas y de fuera de Andalucía: A bailar y a bailar, Que no nos falte de ná, Tócala, tócala, Vámonos pa´Jerez... Quién, que haya vivido una feria en el sur, no se ha sentido impelido a bailar ante la llamada de unas canciones que parecían himnos intemporales, patrimonio indiscutible de una primavera que parecía inacabable.
El bum discográfico de las sevillanas acabó, pero no la pervivencia de aquellos temas, y del propio grupo, que traspasará el nuevo siglo con el nombre del creador encabezando el de la formación. Su popularidad y tirón comercial provocó la edición de discos recopilatorios que, 30 años después, siguieron teniendo ventas millonarias, con discos de oro y platino. Grabaron, además, con orquestas y bandas de música. Y lo que es más importante: sus grabaciones más emblemáticas gozaron de una inagotable vida, al menos hasta el paréntesis que la pandemia impuso a las celebraciones primaverales andaluzas.
Con el tiempo, y más allá de las sevillanas, el grupo de González amplió sus horizontes musicales bajo el mandato creativo que él imponía. La Semana Santa y otros elementos del acervo popular pasaron a ser objeto de sus creaciones con obras como Sevilla reza cantando o La Pasión según Andalucía. El espectáculo Cristo, Pasión y Esperanza, estrenado en 2018, iba a estar en gira en estas fechas cuando debió ser cancelado por la enfermedad del autor. Se trataba de un conjunto de villancicos, coplas y saetas basadas en la vida de Jesucristo.
Además de sus trabajos con el grupo, Pascual González fue un prolífico compositor que escribió para intérpretes tan variados como Paloma San Basilio, Massiel, Dúo Dinámico o Romero San Juan. Una penúltima prueba de su popularidad y del reconocimiento que su figura merece es la decisión del gobierno municipal hispalense, de acuerdo con su familia, de que su capilla ardiente se haya instalado desde las 19 horas de esta tarde en el Ayuntamiento de Sevilla.
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