_
_
_
_
_

El faraón recupera su nombre olvidado gracias al templo perdido

La misión del Museo Egipcio de Barcelona en Sharuna descubre un título desconocido hasta ahora de Ptolomeo I y presenta una exposición sobre sus hallazgos

Jacinto Antón
Imagen de la exposición en el Museo Egipcio, con una de las réplicas de los bloques del templo de Ptolomeo I.
Imagen de la exposición en el Museo Egipcio, con una de las réplicas de los bloques del templo de Ptolomeo I.EFE

El egiptólogo Luis Manuel Gonzálvez ha pronunciado reverencialmente el título desconocido del faraón, que suena al sonido del viento entre las ruinas, al susurrar de la arena en el umbral de las tumbas y al agitarse de las palmeras junto al Nilo. Las palabras, que Gonzálvez ha leído de una inscripción jeroglífica, significan “el del brazo fuerte” y forman uno de los nombres de Ptolomeo I (tenía cinco oficiales) que no había sido hallado hasta ahora, lo que constituye una aportación epigráfica de primer orden. La escena del estudioso verbalizando como un viejo sacerdote (le faltaba la piel de leopardo) el título ignoto del faraón, con toda la emoción de despertar ecos arcanos de la Antigüedad, ha tenido lugar este mediodía en el Museo Egipcio de Barcelona, donde se ha presentado una exposición sobre las excavaciones de la misión del museo en Sharuna (antigua Hut-nesut), en el Egipto Medio, y su descubrimiento mayor: el hallazgo de los restos de un templo a Ptolomeo I, fundador de la dinastía más larga (y la última) de la historia del país del Nilo y que acabó con Cleopatra VII, la famosa reina tan popularizada por Plutarco, Shakespeare y Hollywood.

Dicho templo era un templo perdido, con todas las de la ley: había dejado constancia de su existencia en 1838 Nestor Hyppolitte L’Hôte, artista y egiptólogo (y aventurero) que trabajó con Champollion, pero luego ya en 1890 Charles Wilbour daba el edificio por desaparecido, y posteriores viajeros y arqueólogos, como Grenfell y Hunt, en 1907, constataron que no quedaba ni rastro. Es sólo a partir de 1984 cuando comienzan a aparecer restos del monumento, en parte hallados fortuitamente por campesinos, y las excavaciones del Museo Egipcio (Fundación Arqueológica Jordi Clos) con la Universidad de Tubinga y los responsables de antigüedades egipcios han permitido finalmente devolver a la luz el tempo perdido, ahora felizmente reencontrado.

Un momento crucial de la recuperación del monumento fue el hallazgo en las campañas de 2019 y 2020 de cincuenta bloques decorados que habían sido desmontados y reutilizados para servir de cimientos de una iglesia copa en la localidad. Tras documentar, extraer y someter a proceso de conservación los bloques ptolemaicos, se procedió a investigar su encaje virtual en el desvanecido edificio a modo de gigantesco puzle. Y con las 40.000 fotografías tomadas a los restos se han podido realizar varias reproducciones exactas mediante impresión en 3D de algunos de los bloques con sus preciosas decoraciones e inscripciones. Estas réplicas constituyen el núcleo de la exposición que ha inaugurado el museo (hasta el 30 de agosto de 2022) bajo el título Ptolomeo, faraón de Egipto, el descubrimiento de su templo.

La muestra tiene dos partes, la primera dedicada al templo y las excavaciones en Sharuna, con la inclusión de los bloques y otros elementos reproducidos como cornisas y frisos y una propuesta de reconstrucción hipotética del edificio; y la segunda sobre el período ptolemaico, con una panorámica “muy completa” sobre la dinastía a través de medio centenar de obras de los fondos del propio museo. Entre los objetos que se exhiben de la colección figuran monedas, la famosa estela del museo en la que el profesor Jean Yoyotte identificó a la reina Cleopatra, una preciosa estatua de otra reina de la familia, quizá Arsinoe I, pseudomomias (figuras momiformes en honor de Osiris) y una tapa de ataúd.

Excavaciones en Sharuna del templo de Ptolomeo I.
Excavaciones en Sharuna del templo de Ptolomeo I.

Al presentar la exposición, Jordi Clos, presidente da la fundación de la que depende el museo, ha recordado a Yoyotte y su identificación hace 25 años “que nos hizo una ilusión extraordinaria” y ha apuntado que con la muestra sobre Ptolomeo I de alguna forma el centro cierra un círculo de 300 años entre Cleopatra, la última de la dinastía, y su primer representante. Ha destacado Clos los 15 años de trabajo del museo en Sharuna y el interés de las réplicas de los bloques del templo, cuyos originales no pueden salir de Egipto. Clos ha subrayado que el de Sharuna es el conjunto más importante de vestigios de un templo de Ptolomeo I y se ha congratulado del “gran prix” que significa la inscripción con el nombre olvidado del faraón.

Por su parte, la directora del museo y miembro del equipo de excavaciones, Mariàngela Taulé, ha resaltado el contenido científico de la muestra y el trabajo de reconstrucción virtual de parte de un muro y una esquina del templo. Ha apuntado que esta exposición “es de las que crean vocación” y que “muchos niños querrán ser arqueólogos y egiptólogos al salir de verla”.

Gonzálvez, provisto de una mascarilla quirúrgica “para no ser como la serpiente escupefuego del Libro de las Puertas”, y valga la referencia de especialista, ha repasado los textos del templo hallados y ha señalado cómo todos los bloques recuperados pertenecen a las cuatro hiladas superiores del edificio, lo que demuestra que los monjes cristianos del siglo VI que los aprovecharon los desmontaron cuando el edificio estaba entero en pie. Ha calculado que el templo mediría 18 metros de largo por unos 8 o 10 de ancho, con un total de 60 metros de perímetro. Estaba consagrado a Horus y quizá también a Isis. Tres de los bloques contienen casualmente, “de pura chiripa”, la versión más completa del nombre de Ptolomeo I jamás hallada.

Gonzálvez ha explicado que los faraones tenían cinco nombres o títulos, además del familiar (el de pila como si dijéramos). Los de Ptolomeo eran “grande en poder”, “aquel que toma el poder con fuerza”, “el elegido de Ra amado de Amón” (el de coronación, el más utilizado) e “hijo de Ra”, además del tercero, el novedoso, que según Gonzálvez no existe en otra fuente, que es “el de brazo fuerte”. “Es una laguna que hemos solventado”, ha apuntado.

Los responsables del museo y las excavaciones han recordado que 2022 es un gran año egiptológico en el que se cumple el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, el bicentenario del desciframiento de los jeroglíficos por Champollion y, han añadido por su parte, por Egipto que no quede, el 30º aniversario de la Fundación Arqueológica Clos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_