El misterio del toro según Adolfo Martín y Palha, dos hierros de postín
Los reconocidos ganaderos dialogan sobre la nobleza, la casta, la bravura, la tienta…
“El toro es un misterio que yo no sé explicar. Te equivocas tantas veces…”, confiesa Joao Folque de Mendoza (Lisboa, 1949), ganadero del hierro portugués de Palha. “Aprendes todos los días; el que crea que lo sabe todo del toro está equivocado”, afirma Adolfo Martín (Galapagar, Madrid, 1947). “Te confundes con mucha frecuencia. Tenté un toro para semental y, al segundo puyazo, vi que no se centraba y lo suspendí. Poco después, se lidió en Añover del Tajo (Toledo), y lo indultaron porque fue sensacional”.
Hablan dos ganaderos de toda la vida, que nacieron entre toros bravos y a ellos dedican su vida.
Ambos se encontraron en las jornadas que organiza la Asociación El Toro de Madrid con motivo de su 25 aniversario, y se sometieron a las preguntas de los exigentes aficionados que se agrupan en el tendido 7 de la plaza de Las Ventas.
Folque, conciso y concluyente en sus impresiones, y Adolfo Martín, más hablador y desordenado, pueden presumir de una larga lista de premios, y varios de sus toros han sido reconocidos con los galardones que otorga esta entidad que apuesta por el trapío y la integridad de los ejemplares que se lidian en la capital.
¿Es la nobleza del toro una virtud? ¿Cuál sería la definición de la casta? ¿Y la bravura? “La casta son las ganas de luchar, y la bravura es el valor del animal”, afirma Folque de Mendoza; “la nobleza es una condición imprescindible para la corrida”, continúa, “porque no es posible la lidia de un toro si no tiene un fondo de nobleza”.
Adolfo Martín, por su parte, opina que “la bravura es la condición y la capacidad para atacar, y la casta es la salsa, la sal de la corrida”. “Es la cualidad básica para la emoción”, insiste; “un toro bravo soso no dice nada”, prosigue, “del mismo modo que existen mansos encastados que interesan mucho”.
“No basta un toro con movilidad; debe demostrar agresividad e imprevisibilidad”, Joao Folque de Mendoza
El ganadero de Palha va más allá y añade que “no basta un toro con movilidad; debe demostrar agresividad e imprevisibilidad, que es lo que permite disfrutar del espectáculo”. “Cuanta más dulzura en la embestida, menos emoción”. Tercia Martín y señala que “lo que no le perdono a un toro es que se raje en la pelea y huya al terreno de nadie”. “La tauromaquia basada en el estudio de las reacciones de un toro bravo durante la lidia es entretenidísima”, explica. Lo que sucede, en su opinión, es que “el toro de hoy es tan monótono y previsible que desde que sale al ruedo ya sabe embestir”. Y recuerda que el toro de hoy ha perdido una condición que antaño se valoraba mucho: el sentido. “Un animal se emplazaba en las rayas del tercio y debían pararlo los subalternos”.
“¿Y la nobleza, Adolfo?”, insiste un aficionado. “Si no seleccionáramos la nobleza en el toro bravo”, responde, “sería una bomba de relojería”. ¿Cuáles son las exigencias de los ganaderos en la tienta de las vacas que van a ser madres y en los toros aspirantes a semental? En opinión de Joao Folque de Mendonza, el tentadero se centra en dos momentos: el tercio de picar y la muleta.
“Vivo ese episodio con mucha atención; rechazo a un animal si no empuja de verdad en el caballo, con las cuatro patas, los riñones y la cara, y en la muleta le pido que repita con ambición y agresividad; en el caso del toro, si no es capaz de ofrecer espectáculo en la plaza de tientas no merece ser semental, pero, aunque lo apruebes, no sabrás si te has equivocado hasta que acredites el comportamiento de sus hijos”.
Adolfo Martín afirma que acude al tentadero de vacas con notas precisas sobre la genealogía y las características familiares de cada una de ellas, “y sabiendo lo que busco”. Y lo que persigue, en primer lugar, “es que el animal tenga un trapío que me guste, que no sea feo”. “Una vaca con pitones gachos y sin cara no la apruebo porque los toros sin pitones no valen hoy ni para los festejos sin picadores”. Insiste en que no admite que una vaca rehúya la pelea, y exige alegría y prontitud en el caballo y la muleta.
“El tercio de picar es fundamental en el espectáculo taurino”, prosigue Martín, “pero hoy sale al ruedo el caballo más grande de la historia, y la puya actual hace un daño terrible; tanto es así que si a los toros que se indultan se les picara correctamente moriría la mayoría de ellos”. “Y se pica peor que nunca”, añadió.
Los aficionados preguntaron por los toreros especialistas en los toros de Palha y los adolfos’. El ganadero portugués citó a Sánchez Vara, “el único matador, además, que torea en el campo los toros de rejoneo que lidio en mi país”, y a Emilio de Justo.
“Hoy se pica con el caballo más grande de la historia y la puya actual hace un daño terrible”, Adolfo Martín
Adolfo Martín se acordó del ya fallecido Dámaso Gómez, Ruiz Miguel, El Cid, Ferrera, Talavante y Manuel Escribano, al que calificó como “un gran torero para este encaste”.
Surgió el tema del indulto y los ganaderos no estuvieron de acuerdo. Según Folque de Mendoza, “el indulto es el orgasmo del tendido”. Martín respondió: “No estoy de acuerdo; si un toro demuestra unas condiciones excepcionales, ¿por qué no se puede indultar?”. Y su compañero contestó taxativo: “Porque yo crío los toros para que mueran en la plaza”.
Ambos criadores también recordaron a los toros que en su día fueron premiados por la Asociación El Toro por su buen juego en el ruedo de Las Ventas: Fusilito, en 2014, y Rabosillo, en 2007, en el caso de Palha; y Mulillero, en 2006, y Madroñito, en 2005, con el hierro de Albaserrada.
“Fusilito ha sido el mejor toro que he lidiado en Madrid”, dijo Folque de Mendoza. “Estuvo cinco minutos en el peto, se creció en banderillas y se quiso comer la muleta”.
Ese toro fue protagonista de una curiosa anécdota. Perdió el rabo en el campo, y una peluquera le cosió otro postizo, que quedó “impecable”, a juicio del ganadero. Cuando la cuadrilla quiso sacarlo del caballo, el veedor de la plaza, conocedor de tal circunstancia, gritaba desde el callejón: “No tiradle del rabo; del rabo, no”. Felizmente, nadie se quedó con el rabo postizo en la mano.
Adolfo Martín alabó la casta de Mulillero, que recibió tres puyazos, “fue un espectáculo en banderillas y nada fácil en la muleta”. A la hora de las conclusiones, los ganaderos dejaron claro su evangelio torista. “La previsibilidad es la enemiga de la emoción”, dijo Folque de Mendoza. “La lidia completa es muy exigente para el toro, que tiene más poder en el campo porque no sufre el estrés del viaje”, concluyó Adolfo Martín.
Babelia
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