Los misterios de la afrocubana Belkis Ayón se adueñan del Museo Reina Sofía
La artista, cuya obra se inspiró en la mitología de una hermandad secreta masculina, se suicidó en 1999 a los 32 años en plena crisis política y económica del castrismo
El 11 de septiembre de 1999, la artista afrocubana Belkis Ayón se encerró en el baño de la casa de su abuela en el centro de La Habana, empuñó un viejo revólver de su padre y se pegó un tiro en la cabeza. Cuando la familia oyó la detonación forzó la puerta y se encontró a Belkis muerta. Tenía 32 años y una sólida carrera como artista y profesora de arte. No dejó ninguna nota de despedida y nunca han trascendido los motivos de su suicidio. Compañera de generación de artistas cubanos tan conocidos en el mundo como Los Carpinteros, Carlos Garaicoa o la reciente premio Velázquez Tania Bruguera, se sabe que compartió con todos ellos la profunda crisis de valores y de vida que supuso para los cubanos la caída del socialismo europeo.
Nunca se sabrá si la artista no pudo o no quiso explicar los motivos de su despedida. Lo que sí dejó fue una inmensa y original obra inspirada en la mitología de Abakuá, la sociedad secreta afrocubana exclusivamente masculina, similar a la masonería. Es una obra que durante las últimas décadas se ha dado a conocer en museos estadounidenses, pero hasta ahora no se había expuesto en Europa. El Museo Reina Sofía salva ahora esa deuda con una exposición de 80 obras de gran formato firmadas entre 1986 y 1999, con escenas de sacrificio, traición y desobediencia. La muestra, titulada Colografías. Belkis Ayón, se podrá ver hasta el 18 de abril.
En unos años en los que sus colegas optaron por la instalación, Belkis Ayón eligió la colografía, un sistema de grabado en el que los materiales se aplican sobre cartón o madera y que aprendió en la Academia de San Alejandro de La Habana. La técnica consiste en pegar, a la manera del collage, muy diversos materiales a una plancha, generalmente de cartón, que debidamente entintada y presionada posteriormente en la prensa da como resultado una gama casi infinita de formas y texturas. Ella usaba papel, cartón, lija, peladuras de frutas o verduras y pintura acrílica.
El tema sobre el que trabajar lo tuvo claro desde sus comienzos como estudiante. Fue la religión Abakuá, una sociedad secreta y de ayuda mutua afrocubana de cuyo universo simbólico se apropia para resignificarlo como si de una cita posmoderna se tratara. Procedente de la región del Calabar (actual territorio de Nigeria) y llevada a Cuba por los esclavos africanos a principios del siglo XIX, la hermandad fue fundada por hombres y para hombres, y estigmatizó y segregó a la mujer. Actualmente cuenta con más de 30.000 seguidores.
Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, explica que esta artista atea y feminista encontró en la hermética sociedad Abakuá una fuente de inspiración para crear un lenguaje singular con el que expresar cuestiones éticas, preocupaciones estéticas e ideologías universales.
Las sucesivas colografías, realizadas en blanco y negro y presentadas como viñetas de cómic de gran tamaño, dan a conocer al espectador a los principales personajes del mundo Abakuá. Los rostros de todos son como borrones, sin rasgos definidos, pero en el caso de las mujeres, las bocas desaparecen de sus caras. El director del museo encuentra un paralelismo entre la diosa Sikán, sacrificada por los hombres de la comunidad por romper secretos, y la propia artista. “Sikán es el alter ego de Belkis Ayón”, señala el director del museo, porque trasciende al enfoque etnoidentitario o de género para abordar un universo complejo de relaciones y conflictos tales como el arrepentimiento, la salvación, el miedo o la necesidad de trascender en la memoria colectiva.
Si alguien conoce bien el significado de la obra de Belkis Ayón es Cristina Vives. La comisaria de la exposición y la artista fueron amigas íntimas desde sus años de estudiantes. Con su suave acento caribeño, Vives se niega a especular sobre las causas del suicidio: “Prefirió no dejar ningún mensaje y hay que respetar su último silencio. Se ha especulado con muchas cosas. Que si estaba enferma, que si tuvo algún disgusto amoroso. No sabemos. Todos entonces estábamos deprimidos y en shock. La crisis que provocó en nuestro país la caída del comunismo en Europa fue descomunal. De un día para otro, todo cayó abruptamente. La crisis de valores fue profundísima y era muy difícil sobrevivir a eso”. Vives tampoco quiere especular sobre qué haría Belkis Ayón en estos días de contestación masiva en Cuba contra el castrismo. “No sé si se iría o se quedaría. Los artistas plásticos han tenido un régimen privilegiado en Cuba frente a otras actividades. Sus compañeros de entonces entran y salen de la isla. Pero puede que ella, una cubana cívica como era, hubiera seguido trabajando y sorteando las dificultades”.
La huella artística de Belkis Ayón sobrevive en Cuba gracias a su familia. Las alrededor de 200 series de siluetas fantasmales que dejó al morir se conservan en un clima hostil como el caribeño en cajas de madera de cedro hechas a medida y rellenas de naftalina para absorber la humedad. Algunas de sus obras se exponen en el Museo Nacional de La Habana y se guardan en colecciones privadas locales e internacionales. Las sucesivas exposiciones celebradas durante los últimos años en Estados Unidos han multiplicado su interés en el mercado e incluso el Reina Sofía espera que algunas de las piezas que expone pasen a formar parte de su colección permanente.
'Belkis Ayón. Colografías'
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Del 17 noviembre al 18 de abril de 2022. Edificio Sabatini, planta 3.
Precios: Entrada general, 10 euros. Gratuita: de lunes a sábado (martes cerrado): de 18.00 a 20.00. Domingos: de 13.30 a 14.30.
Babelia
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