Carmen Laffón cerrará el recorrido de la colección permanente del Reina Sofía
Los coleccionistas Helga de Alvear y Mario Losantos compran los ocho bajorrelieves de la serie ‘La sal’ para el museo
Las espectaculares montañas blancas de las salinas de Bonanza en Sanlúcar de Barrameda, el pueblo gaditano frente al parque de Doñana junto al Guadalquivir donde vivía Carmen Laffón, inspiraron las series en las que la pintora y escultora volcó su energía hasta la víspera de su fallecimiento, en la madrugada del domingo 8 de noviembre, a los 87 años.
Gran parte de esos paisajes protagonizaron una tanda de exposiciones en Sevilla, Valladolid y Madrid que, sin poderlo predecir, se han convertido en el último homenaje a una de las artistas más importantes de la generación de los cincuenta. Pero el gran reconocimiento le llegará de forma póstuma cuando a finales de noviembre el museo Reina Sofía exhiba su serie de ocho bajorrelieves de escayola pintada como cierre al nuevo recorrido de su colección permanente. Titulada La sal (2019) esta serie ha sido adquirida para el museo por los coleccionistas Helga de Alvear y Mario Losantos por 150.000 euros.
En la versión anterior del recorrido del museo, Laffón estaba representada con dos obras —La novia (1960) y Cepas (2006-2007)— en una sala dedicada a la figuración. Ahora, despedirá la andadura que atraviesa seis plantas en una sala dedicada a las corrientes de la creación ecofeminista. Habrá tres grupos de piezas de tres artistas mujeres: uno de Victoria Gil, sobre mujeres saharauis; otro de Joan Jonas, relacionada con su trabajo Moving off The Land. Y finalmente La sal de Laffón. Con esta pieza el espectador termina el recorrido y saldrá literalmente de la última planta. “Aunque allí”, anuncia el director Manuel Borja-Villel, habrá “un epílogo sorpresa, cuyo contenido me reservo”.
Así que en la nueva exposición de la colección que el museo tiene en marcha, la sala de figuración donde hasta ahora estaba la obra de Laffón desaparece. Cada uno de los artistas que allí se exhibían será mostrado en otro lugar, incluido Antonio López, considerado el máximo representante de la figuración de posguerra. No aparecerán estas obras y sus autores como un movimiento artístico uniforme.
Paisaje esencial
Dice Manuel Borja-Villel, director del centro, que la obra de Carmen Laffón ha tenido siempre un significado muy especial para él. No solo por ser una artista que se ha movido de espaldas al mercado y fuera de intereses de grupos artísticos, sino por su personal concepción del paisaje. “Nos interesaba de Laffón, y especialmente de las piezas que expondremos, su redefinición del género del paisaje. Este siempre se ha visto como un modo de reflejar algo, la naturaleza, que parecía externa al ser humano. Es evidente que esto no es así y que existe un contínuum entre nosotros y la biosfera. Desde un posicionamiento aparentemente clásico, sin estridencias, casi modesto, ella replantea este tipo de pintura”, señala. “En sus últimos trabajos sobre las salinas, los elementos abstractos y figurativos se confunden, no hay un afuera ni un adentro. Trabajó insistentemente este tema en los últimos años, pero las piezas que nos llamaron la atención fueron estos bajorrelieves pintados sobre escayola. Añaden un elemento de fragilidad, que refleja nuestra época de una forma extraordinaria”.
La pasada primavera el trabajo de Laffón pudo verse en Madrid tanto en la exposición en el Jardín Botánico, con sus óleos de gran formato, como en la de la galería Leandro Navarro, donde a las pinturas se añadían dibujos y bajorrelieves. “Fui varias veces. Primero como visitante y luego ya con la intención de ver qué obra tendría sentido en la colección”, añade Borja Villel. Hecha la elección, habló con la artista, quien se mostró encantada desde el primer momento.
La segunda parte de la operación consistió en buscar financiación para la compra, un capítulo complicado para el museo. El problema se resolvió gracias a la generosidad de dos coleccionistas que habitualmente colaboran con el centro: Helga de Alvear y Mario Losantos.
El paisaje ha sido esencial en la vida de Laffón. La pintora pronto decidió que su universo estaba entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. En una entrevista con EL PAÍS en 2014, decía que en ese espacio geográfico se encontraban su casa y su estudio, todo su ámbito. “Aquí he nacido, crecido y vivido. Tengo mi viña, mis frutales, el mar, el Coto. ¿Por qué me tendría que ir a otro sitio?”. También reconocía entonces que su radical independencia podría ser la causa de hacer pocas exposiciones fuera de España. “Se han hecho algunas, pero tampoco es eso importante para mí”, decía. En cambio, opinaba que la figuración debería estar mejor representada en museos como el Reina Sofía. “Han colgado una obra mía de hace mucho tiempo, aunque no me voy a quejar. Otros están peor representados”. Ahora, en cambio, estaría satisfecha.
Babelia
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