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El deseo de volver a morir a Colombia

El documental ‘La Casa de Mamá Icha’ cuenta la historia de una mujer de 93 años que quiere regresar a su país, después de pasar más de 30 años como migrante en Estados Unidos

Catalina Oquendo
La Casa de Mamá Icha Maria Dionisia Navarro protagonista del documental
Maria Dionisia Navarro o Mama Icha, la protagonista del documental.

El director de cine Oscar Molina trabajó como obrero en Japón, fue estudiante en Estados Unidos y se rodeó de migrantes a los que escuchó el mismo deseo una y otra vez: tener una casa en el lugar que dejaron. A Molina (Medellín, 1970) le pareció revelador: “¿cómo es que hay que irse de la casa, a miles de kilómetros de donde se nace, justamente para tener una casa?”.

La pregunta lo persiguió por años y se sumó a otras. En un país rico con recursos naturales y culturales como Colombia, ¿por qué la gente se ve obligada a marcharse?, ¿cómo volver?, ¿cómo reencontrarse con una patria imaginada en la distancia?

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A partir de esa realidad, que es la que atraviesa a miles de colombianos que migran por razones económicas y envían remesas para construir sus viviendas, surgió La Casa de Mamá Icha, un documental sobre la añoranza de la tierra y el desarraigo. Sobre la dificultad que implica regresar para habitar esas casas, volver a los árboles de la infancia, a la tierra.

Trailer oficial | La casa de Mama Icha.

Mamá Icha o Maria Dionisia Navarro es una mujer que a sus 93 decide volver a su natal Mompox, en el norte de Colombia, a morir en su casa. Migró a Estados Unidos para ayudar a su hija, cuidando a los nietos, y se quedó por tres décadas. Allí se hizo vieja mientras iba construyendo una casa a distancia, con el dinero que enviaba a Colombia. La imaginaba, la soñaba, pero no podía habitarla ni disfrutarla.

La decisión inamovible de Mama Icha de regresar causa un cisma familiar y evidencia el dilema de los migrantes que llevan muchos años fuera: si deja Estados Unidos no podrá recibir una pensión, pero sin ese dinero no podrá sobrevivir en Colombia. “La casa de Mamá Icha es una declaración de amor por la tierra de uno. Hay carácter heroico en su determinación de pasar sus últimos días en la tierra de origen”, dice el director Óscar Molina desde su casa en Santa Elena, zona rural de Medellín, donde un gallo cacarea de fondo. Molina la acompaña en el viaje de regreso y documenta también el choque con la realidad, las disputas familiares y, de fondo, el respeto por la potestad y decisiones de los mayores.

La película es un retrato íntimo que cuestiona qué es una casa para quien migra. La cámara de Molina convierte al espectador un observador de la angustia y las luchas familiares. “El concepto de casa se amplifica y se complejiza. Los migrantes, después de muchos años, logran concretar el sueño, pero con el paso del tiempo y las nuevas relaciones, adquieren dependencia de los recursos económicos del lugar donde viven”, agrega Molina.

Ahora, junto a la productora Brenda Steinecke, prepara otro documental llamado La Casa de Los Ausentes, sobre casas construidas con remesas en todo el mundo, que hace parte de la trilogía multimedia dentro del proyecto Mi casa My Home.

La película de Molina es el trabajo de casi una década y estuvo a punto de quedarse en un sueño porque la pandemia se atravesó precisamente cuando estaba por lanzarse. Y se enmarca también en un momento en el que cine documental marca la pauta en la filmografía colombiana. “Hay una explosión en términos de cantidad y calidad. Se siente un compromiso en dar cuenta de realidades”, dice Molina a EL PAÍS. Sin embargo, como ocurre con todo el cine colombiano, se enfrenta a la exhibición y lucha por sostenerse en las salas.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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