El rock español vive en vilo por la grave operación a la que se enfrenta el cantante José Andrëa, exMägo de Oz
El vocalista, que se somete a una cirugía el 9 de septiembre con un 70% de probabilidades de “salir mal”, habla de sus sensaciones y del apoyo recibido
Abandonó la consulta tambaleante. Le dijeron: “Tiene un 70% de probabilidades de salir mal”. “¿Qué significa salir mal?”, preguntó. “Que se quede en el quirófano. Lo siento”, respondieron. También le recomendaron “que dejase arregladas sus cosas legales, por si acaso”. Es lo que el cantante de rock José Andrëa realiza los días previos a la intervención a la que se enfrenta el 9 de septiembre en un hospital de Madrid. Dice sentirse fuerte y con fe, que quizá los médicos se “hayan curado en salud” al anunciarle un panorama tan sombrío. Se le ve bien físicamente y durante la conversación por videoconferencia esta semana sonríe y descarga tensión con alguna broma sobre su situación. Solo se le tuerce el gesto cuando señala: “Sí, también he hecho testamento. No es muy agradable hablar de eso”.
Solo se le tuerce el gesto cuando señala: “Sí, también he hecho testamento. No es muy agradable hablar de eso”
Andrëa, que fue vocalista de la mejor época de Mägo de Oz (de 1995 a 2011) y lleva tres discos como José Andrëa y Uróboros, se somete a una operación para interceptar dos eventraciones graves en el estómago. Sería solo una cirugía complicada si no fuera por los antecedentes del paciente. En 2013 le afectó una pancreatitis necrosante. Le quitaron parte del intestino grueso, la vesícula y tres cuartas partes del páncreas. “Tuve una hemorragia grave y se quedaron tocados los riñones, el hígado y otros órganos internos. Estuve ingresado cinco meses, dos de ellos en la UCI. Fue muy duro”, relata. Y continúa: “Me tuvieron que poner una bolsa, con los intestinos por fuera. Y a los dos meses, volví al quirófano para que me reconstruyeran. Me metieron el intestino para adentro, para unirlo a los dos tercios de intestino grueso que me quedaban”.
En los últimos siete años ha tenido que pasar por el quirófano seis veces más, siempre por complicaciones en su estómago. Vocalista de una gran potencia, casi operística, recuerda un concierto especialmente dramático en México: “Apreté el diafragma para dar una nota muy alta y noté algo, un plaff. Enseguida apareció un bulto y ya sabía que era una eventración que me obligaría a pasar por el quirófano”. Y cuenta sobre la nueva cirugía: “Con todas las reparaciones que tengo ahí dentro los médicos no saben si mi organismo va a aguantar o si voy a tener un fallo multiorgánico y me voy a quedar en el quirófano”. Habla el músico con serenidad después de haber pasado un periodo de conmoción cuando, hace dos semanas, le pusieron las cartas sobre la mesa. “Me encuentro fuerte y creo que voy a aguantar la operación”, repite. Desde aquella primera intervención, el músico no bebe alcohol, come de forma sana y realiza ejercicio a diario.
Andrëa nació hace 50 años en La Paz, Bolivia, pero a los tres meses se trasladó a Madrid, donde ha vivido desde entonces. Licenciado en canto por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, fue profesor de voz hasta que se enroló en 1994 en Mägo de Oz. Sus altos tonos vocales se escuchan desde el segundo disco del grupo, Jesús de Chamberí (1996), y canta en los clásicos de la banda: Fiesta pagana, Molinos de viento, La costa del silencio... Fue la mejor época de Mägo de Oz: llenaban plazas de toros en España y convocaban a miles de personas en Latinoamérica, especialmente en México.
Desde que le comunicaron el riesgo de la cirugía el músico ha estado dejando asuntos atados. “He arreglado las cosas leguleyas, como los derechos míos en la SGAE y en la AIE [las dos sociedades más importantes de gestión de derechos autor]”, señala. También se han intentado limar asperezas con Jesús Hernández Txus, batería y líder de Mägo de Oz, después de una guerra desde la salida de Andrëa en 2011. “Txus me llamo para preocuparse, para ver cómo estaba. Y se lo agradezco, pero tampoco es que hayamos hecho las paces”, apunta el cantante.
Estas jornadas las pasa grabando las voces del que será el cuarto trabajo de José Andrëa y Uróboros (el último lo publicó en 2019, Bienvenidos al Medievo). “Antes de la intervención quería dejar algunas cosas grabadas, por si tienen que ser póstumas, que la banda haga dinero. Si la cosa sale mal, pues mira, ya se pueden vender como ‘las últimas canciones que grabó José Andrëa’. Yo que sé, igual se hacen ricos”, afirma con humor.
El grupo se encontraba elaborando su nuevo trabajo, pero se frenó cuando empezó la pandemia. Lo retomaron hasta que surgieron los problemas de salud del cantante. “Así que ahora estoy dejando todas las voces. Y los músicos ya meterán sus partes. Si todo sale bien volveré a regrabarlas después de recuperarme, porque está quedando un poco frío ya que no puedo escuchar los instrumentos para sentirlo mejor, que es como mola grabar un disco: primero las guitarras, batería, etcétera, y luego, con el sonido cañón de la banda, pones la voz. Pero lo estoy haciendo así. Que luego salgo, pues ya con todo el sonido lo vuelvo a grabar”. Comenta que ha intentado escribir aunque no ha podido: “Tengo un nivel de estrés alto. Cuando supere todo esto seguro que lo contaré en una canción”.
Pasa todo el tiempo que puede con sus dos hijos, Andrea (26 años) y Juanjo (12), con su actual pareja, Sara, y con su madre, que tiene 76 años. “He llorado estos días, sí, pero me repongo, cojo humor, positivismo y para adelante. Si yo me vengo abajo toda mi familia se hunde. No me lo puedo permitir, por mi familia, por mis amigos y por la banda”.
Desde que se supo su situación no han parado de llegar mensajes de ánimo. Muchos de colegas del rock: Sôber, Manolo Arias, José Carlos Molina, Mägo de Oz, Barón Rojo, Asfalto, Lujuria… Y también de seguidores: “No te puedes hacer una idea de la cantidad de gente que me da ánimos. Es increíble el apoyo que estoy sintiendo. No sabía que era tan importante para tantas personas. Me abruma. Solo por este apoyo y amor que estoy recibiendo tengo que salir de esta”. Y se despide: “El día 10, con el pedo de la anestesia, te llamo. Nos vemos pronto”.
Babelia
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