‘Operación Camarón’: irresistible comedia de verano

La que iba a ser la comedia de la primavera de 2020, lo será con toda probabilidad del verano de 2021. Como nuestras vidas, algunas películas han quedado en barbecho durante un tiempo terrible, pero parece que podemos empezar a reírnos: Operación Camarón, quinto largometraje de Carlos Therón, era irresistible hace un año, cuando nos atropelló la realidad, y quizá lo sea aún más en estos días de ilusiones renovadas.

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Igual que escribimos por aquí hace algo más de dos años, cuando se estrenó Lo dejo cuando quiera, la anterior comedia cinematográfica de Therón, la única objeción que se le puede poner a su nuevo trabajo es que, una vez más, se trata de un remake de una producción italiana: Song ‘e napule, dirigida por los hermanos Manetti en 2013. Un reparo que, en todo caso, molestará poco o nada al espectador, pero que es necesario resaltar en un análisis artístico porque la moda en materia de producción, que afecta a media Europa y parte de Latinoamérica, conlleva una evidente falta de capacidad de riesgo y una menor creatividad. De hecho, esto viaja en un doble sentido: los italianos confeccionaron el año pasado È per il tuo bene, de Rolando Ravello, una nueva versión de Es por tu bien, la tercera película de Therón.

La parte buena, como también ocurría con Lo dejo cuando quiera, es que Operación Camarón, con libreto reelaborado por Josep Gatell y Manuel Burque, es aún mejor que la original italiana, revisada por este crítico estos días: el guion básico, los personajes, la estructura y la sucesión de secuencias son prácticamente los mismos (sustituyendo a la camorra napolitana por el narcotráfico gaditano), pero el ritmo, la puesta en escena, el montaje, los diálogos, la vis cómica, el tempo y las interpretaciones son mejores en la española. Therón, como ha ido demostrando en cada título (el último, el de la discreta serie Los reyes de la noche, levantada un tanto por su buen hacer en la dirección), con reminiscencias del Todd Phillips de Resacón en las Vegas e incluso del montaje acelerado de las primeras películas de Guy Ritchie, realiza una labor impecable.

El resto lo ponen, por un lado, la credibilidad de los ambientes, del lenguaje (“¡Es granaíno, una malafollá que no te la acabas…!”) y de los matices jocosos de un amplísimo grupo de personajes que aglutina a policías, canis, quinquis y lugareños alrededor del trapicheo de la droga. Y, por supuesto, las formidables interpretaciones, con un plantel donde todos están perfectos, pero con dos menciones especiales: la revelación cómica de Carlos Librado, madrileño que parece del mismo San Fernando, y la espectacular variedad de matices que debe dar ese portento que es Julián López: de la timidez a la simpatía, de la torpeza al ímpetu, de la ternura a la borrachera. Operación Camarón, la comedia del verano.