La batalla perdida contra la dictadura digital
Los cineastas franceses Benoît Delépine y Gustave Kervern estrenan ‘Borrar el historial’, otra de sus comedias desaforadas, esta vez centrada en cómo el mundo virtual indigna y aplasta a la gente
“Hemos perdido la batalla” es la última frase que se escucha en la entrevista. Los franceses Benoît Delépine (Saint-Quentin, 62 años) y Gustave Kervern (Isla Mauricio, 58 años) charlan con la prensa gracias a la plataforma digital Zoom sobre su nueva película, Borrar el historial, ganadora del premio Especial del Jurado de la Berlinale 2020 y que se estrena en España el próximo viernes. Son urdidores de un género definible como comedia desaforada telúrica. Desaforada por las barbaridades con las que suelen deleitarse desde que estos actores y guionistas unieron sus carreras en Groland, un país ficticio que servía como espejo de Francia en varios programas de humor de Canal + en el cambio de siglo; y telúrica porque suelen emplear personajes muy pegados a la tierra, al campo, que rehúyen habitualmente la tecnología y la artificiosidad. Desde 2004, llevan ya nueve largometrajes escritos y dirigidos en pareja (en España se han estrenado Aaltra, Louis-Michel, Mammuth y Near Death Experience, con el escritor Michel Houellebecq como protagonista), y con Borrar el historial confirman que están decantando su manera de reflejar el mundo en pantalla. El trío protagonista, vecinos de un suburbio gris y sin alma, superados por la tecnología y las redes sociales (escriben, por ejemplo, cartas físicas con quejas a Facebook), inicia una batalla contra los gigantes tecnológicos con la ayuda de un pirata informático. Los personajes creen que pueden ganar esa guerra, pero sus creadores, charlando de forma telemática con el periodista, saben que la batalla está perdida.
Borrar el historial nace de un sufrimiento personal. Según Delépine, “somos minusválidos en el mundo digital, y como tales, nos rebelamos contra este universo, que nos pone en situaciones delicadas y a la vez peligrosas”. Esos malos augurios se convierten en pantalla en compras en línea estúpidas, vídeos filtrados inconscientemente en redes sociales, estafas telefónicas, ciberacoso... Película a película, sus personajes están cada vez más devastados y a la vez son más conmovedores. Kervern interviene: “Nos sorprende que el público salga emocionado de nuestras películas. Escribimos desde nuestras propias experiencias, y por eso la base es la tragicomedia. En realidad, es maravilloso que aún podamos reírnos de nosotros mismos, porque es mejor reír que llorar. Eso sí, no hacemos burlas de otros. Pobres de nosotros [dice en español]”.
"Somos minusválidos en el mundo digital, y como tales, nos rebelamos contra este universo, que nos pone en situaciones delicadas y a la vez peligrosas
A este viaje cinematográfico se les ha sumado en los últimos años el iconoclasta Michel Houellebecq. ¿Han encontrado su alma gemela? “No, por favor”, apunta Delépine. “No estamos de acuerdo en muchas de las cosas que dice. Aunque, desde el punto de vista humano, como pasamos 15 días con él en una zona desértica [para el rodaje de Near Death Experience], sabemos que es una persona atenta y amable”. Kervern añade: “Encerrado en su casa llega a las mismas conclusiones que nosotros, que salimos mucho a observar, sobre la vida moderna”.
Esa eterna broma en sus entrevistas y en su cine no oculta la seriedad de algunas de sus reflexiones, como la imposibilidad de controlar lo que nos rodea, nuestra propia imagen y su eco en cualquier red social. “Acabaremos perdiendo el control de nuestras vidas”, confirma Delépine. “Por eso hemos construido ese personaje de un dios encerrado en un molino quijotesco, prólogo de una inteligencia artificial. Solo esperamos que cuando nazca esa inteligencia tenga buenas intenciones, porque si no...”.
La comedia participó en varios festivales —empezando por el de Berlín— antes del confinamiento. Vista ahora, gana otro vuelo. “En cierta manera pronosticamos la pandemia. Los personajes están solos, como mucho se juntan de tres en tres”, ironiza Delépine. Incluso una de las protagonistas pierde su trabajo por su adicción a ver series. “Que es justo lo que hemos hecho durante meses, así que nuestro filme es una pandemia sin virus”. Eso sí, la entrevista se hace por Zoom. Está claro que han “perdido la batalla”.
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