La niña sevillana con siete siglos de edad
El hallazgo de un cuerpo de la Baja Edad Media en la capilla gótica del Alcázar es el inicio de nuevos trabajos arqueológicos en busca de más enterramientos
A 20 centímetros del suelo, en el altar mayor de la capilla del palacio gótico del Real Alcázar de Sevilla, descansaba el cuerpo de una niña rubia, de unos cinco años y posiblemente de noble linaje que vivió en la Baja Edad Media. El equipo de arqueólogos que realiza las catas previas al proyecto de consolidación de los azulejos del siglo XVI de Cristóbal de Augusta se encontró el pasado martes con la tapa de un pequeño sarcófago de plomo, el primer enterramiento hallado en el Alcázar sevillano, que guardaba un ataúd de madera casi desintegrada por la humedad y un esqueleto completo con restos textiles, de cuero de los zapatos y dos botones de nácar.
El arqueólogo Miguel Ángel Tabales, quien dirige la investigación, tiene claro que el altar de la capilla no era el lugar original del enterramiento, pero aun así cree que la niña debía de pertenecer a una familia muy poderosa para que le dieran sepultura en el palacio real. Su hipótesis es que la pusieron en un lateral del altar durante las obras de repavimentación de la capilla, entre 1930 y 1940: “No hemos encontrado documentación que lo confirme, pero el ataúd de plomo se ha encontrado cercado por una cista de ladrillos reutilizados pegados con cemento, material que nos dice que es de la primera mitad del siglo XX. Mi teoría es que los obreros encontraron el sarcófago en otro lugar, lo abrieron por los pies y al ver que se trataba de un cadáver, decidieron cubrirlo decentemente y acomodarlo cerca del altar”, ha explicado Tabales este jueves ante el sarcófago de plomo ya vacío.
El descubrimiento es tan reciente que los investigadores están dando aún los primeros pasos y esperan encontrar algún sello en el plomo o cualquier marca en los restos de la madera que les dé pistas sobre la identidad de la niña, que estaba primorosamente colocada y peinada, como puede verse en los trozos del cráneo, fracturado a causa del gran peso de la solería de mármol. La hipótesis con la que trabajan es que vivió entre finales del siglo XIII y finales del XIV. Tanto el equipo de arqueólogos como la directora del Real Alcázar, Isabel Rodríguez, y el alcaide del palacio, Román Fernández-Baca, están convencidos de que aparecerán otros enterramientos. “Esta es la punta del iceberg. Cuando vimos el sarcófago, inmediatamente pensamos que podría haber más en el subsuelo de la capilla. Podría tratarse de una cripta que formara parte del palacio gótico, construido por Alfonso X El Sabio en la segunda mitad del siglo XIII sobre el antiguo palacio almohade”, ha explicado Tabales.
Para Fernández-Baca, ex director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, el paso siguiente será “contextualizar” el hallazgo. “Vamos a hacer un estudio del subsuelo con un georradar para saber qué elementos físicos nos podremos encontrar y esa información la llevaremos a la comisión ejecutiva del Alcázar, donde decidiremos cómo actuar”, ha adelantado el alcaide, quien calcula que en tres meses tendrán los resultados de la prueba del carbono-14 para determinar la época de la niña Berenguela [piedra semejante al mármol], como la ha llamado en broma la investigadora americanista Enriqueta Vila, miembro del consejo de gobierno del Alcázar, del que también forma parte la arqueóloga e historiadora Pilar León-Castro. Ambas han acudido este jueves para conocer el hallazgo.
El antropólogo Juan Manuel Guijo, encargado de estudiar los restos, espera que las pruebas aporten información sobre su linaje, el lugar donde vivió, la causa de la muerte y los ritos funerarios que acompañaron su inhumación. “Tenía los brazos semiflexionados y cruzados sobre el tórax”, apunta Guijo, “y el cuerpo no había sido manipulado. Podremos extraer su ADN del bulbo de la raíz del pelo, porque al desintegrarse la madera los huesos estaban en contacto con el plomo y eso altera los resultados de esta prueba. Si encontramos restos de óleos, sabremos si era un personaje importante y también si había sido embalsamada, un ritual prohibido por la Iglesia católica, pero que los pudientes practicaban en su búsqueda de la eternidad”.
De momento, se desconoce de qué murió la niña de cabellos rubios en la nuca, aunque un molar permanente en plena formación ha ayudado al antropólogo a atribuirle una edad: unos cinco años. Además de la ubicación, el hecho de haber sido enterrada con un sarcófago de plomo —que mide 116 centímetros de largo por 40 de ancho en la zona de la cabeza y 30 en la de los pies y tiene 30 centímetros de profundidad— ya denota su buena posición económica. Junto a los huesos de la pequeña Berenguela, en una de las dependencias del Alcázar, esperan seis cajas con material terroso que no han sido estudiadas y pueden deparar aún alguna sorpresa.
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