Tom Jones: “Tengo claro lo que quiero en mi epitafio: ‘¡Fue un cantante de la leche!”
El músico edita a sus 80 años ‘Surrounded by Time’, un disco en el que repasa “las muchas vidas” por las que ha transitado durante sus seis décadas en los escenarios
Tom Jones (Treforest, Gales, 80 años) nunca ha sido un hombre de su tiempo, dice. “Cuando empecé en esto, ya estaba pasado de moda”. Pero nunca le importó lo más mínimo. “¿Que no se llevan hoy los crooners? Tampoco se llevaban en los sesenta. Aterricé en medio del furor por los Beatles y los Rolling Stones. La invasión británica de la que se hablaba en Estados Unidos no quería oír hablar de solistas. Me lo dijo el tipo de la discográfica, cuando llegué a Londres: ‘Ese rollo macho a lo Elvis ya es historia, amigo’. Le dije que yo siempre había ido a la contra y siempre iría a la contra, así que no me importaba que lo que quería hacer no le gustase a nadie. Le gustaba a Elvis, ¿y no era eso ya demasiado? Yo no era más que un chaval de clase obrera, un padre de familia, y estaba justo ahí, donde había querido estar siempre”, señala el cantante, apodado el Tigre de Gales.
El cantante habla por videoconferencia. Si no fuera por el blanco, casi impoluto, de su pelo, se diría que podría ser un día de hace un par de décadas. “Estoy intentando no envejecer. El tiempo no va a poder conmigo”, apunta. También dice que su único plan de futuro es vivir tanto como pueda: “Como decía mi abuela, me moriré cuando no quede otro remedio”. Se ríe. El 23 de abril publica su nuevo disco, Surrounded by Time, y es “lo más personal que he hecho nunca”. Como un álbum de fotos, solo que sonoro, en el que repasa “momentos muy concretos” de su vida.
“Estoy intentando no envejecer. El tiempo no va a poder conmigo. Como decía mi abuela, me moriré cuando no quede otro remedio”
Cuenta, por ejemplo, que la canción I Won’t Crumble With You If You Fall (No me derrumbaré contigo si caes) es algo que le dijo a su mujer, que murió de cáncer en 2016. Llevaban juntos 59 años. Fueron padres a los 16. Su hijo, Mark Woodward, tiene ahora 64 años, y es coproductor de este disco. “En los últimos momentos no hacía más que repetirme que ella ya no podía más, pero que yo debía seguir. Y le prometí que no me derrumbaría”, dice. Otra de las canciones se la hizo llegar un clásico del jazz, Bobby Cole. La había escrito para él. Se titulaba I’m Growing Old (Me estoy haciendo mayor). “Yo tenía 33 años entonces y le dije que me parecía un poco pronto para cantar sobre eso. Pero que encontraría el momento. Y ahora ha llegado”, explica.
El contexto histórico es importante. La sensación, para Jones, es la de que ha vivido infinidad de vidas. “Mi juventud y mi niñez me parecen algo muy lejano”, señala. Lo que recuerda es querer crecer. “De niño solo quería ser mayor para poder ir al pub a tomar pintas con mi padre y mis tíos. Odiaba el colegio. Era disléxico. Cuando leía todo iba bien, pero cuando me quitaban el libro de en medio, era incapaz de escribir una palabra. No sabía qué aspecto tenían. Las veía en mi cabeza, pero no podían salir de ahí”, recuerda. Fue en el pub al que iba con su padre donde empezó todo. “Un día el tío que tenía que cantar les falló y el dueño me preguntó si podía cantar algo”, dice. Elvis Presley se enamoró de su voz. It’s Not Unusual, su primer éxito, iba a ser para Sandie Shaw, pero él se plantó: o la cantaba él o se volvía a Gales. Y se la quedó.
“¿Lo que recuerdo con más cariño? Cuando tenía 30 años, aquel programa de televisión [The Tom Jones Show]. De repente estaba ahí, cantando con gente de la que yo había sido fan de niño. En los cincuenta me compraba los discos de Little Richard y Aretha Franklin y en los setenta, los invitaba a cantar conmigo a mi propio programa de televisión. Era maravilloso”, comenta. En ese programa cantó una vez con Raphael. De hecho, hay poco que Tom Jones no haya hecho. Habla de lo que le decía Frank Sinatra. “Oh, Frank me decía que huyera de Las Vegas, que allí perdería la credibilidad como artista. Y tenía razón. Una vez llegas a Las Vegas, nadie compra tus discos. Desapareces”, dice. Pasó décadas en Las Vegas, haciendo dos conciertos por noche. “Te están explotando, Tom’, me decía Frank”, recuerda. Pero no había forma encontrar su lugar.
En Surrounded by Time hay una canción que habla de la época que pasó en Atlantic City, actuando en los hoteles de Donald Trump. Se titula Talking Reality Television Blues. “Donald Trump venía a mis conciertos a ligar. En algún momento del espectáculo yo le señalaba y decía: ‘Ese chaval de ahí es el dueño de todo esto’. Y él se ponía en pie y miraba alrededor. Qué irónico todo. Esa canción trata de hasta dónde puede llegar la televisión si te la tomas en serio. Puede llevar a cualquiera a la Casa Blanca”, apunta. También habla de su primer televisor. Se lo compró su madre cuando enfermó de tuberculosis a los 12 años. “Pasé dos años encerrado en casa. Vi la coronación de la reina. Es una de las cosas que más recuerdo de esa época”, dice.
Lo único que echa de menos estos días pandémicos son los escenarios. “Quiero volver cuanto antes”, asegura. Nada ha cambiado para él en todo este tiempo en lo que a la música se refiere. “Lo único que ha cambiado es el formato en el que se vende lo que haces. Para el músico, todo es igual. Graba en un estudio y luego se va de gira”, expone. ¿Cómo le gustaría ser recordado? “Oh, tengo claro lo que quiero que ponga en mi epitafio: ‘¡Fue un cantante de la leche!”, dice. Recuerda cuando Elvis le dijo: “Gracias a Dios que existes, Tom”.
“A Elvis le gustaba pensar que yo seguiría ahí cuando él se fuera. Que conmigo, la idea del solista tal y como él la entendía, no iba a desaparecer”, señala. Jones espera que Surrounded by Time le devuelva parte de la fama que recuperó a finales de los 90 con Burning Down the House, un tema de Talking Heads que él versionó junto al grupo The Cardigans. Y si no lo hace, tampoco importa. “Lo único que quiero es seguir cantando. Por suerte, tengo la voz intacta. Pavarotti me dijo que tenía la voz de un chaval de 20 años, y yo le comenté: ‘¿Eso es bueno o malo?’. Me aclaró que era un cumplido. Y, bueno, es decir, ¡Jesús!, cuando alguien como Pavarotti te dice algo así, ¿qué más da todo lo demás?”, se pregunta.
Babelia
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