Cultura detiene la subasta de un cuadro en Madrid al sospechar que es de Caravaggio
La obra, atribuida en un primer momento al círculo de Ribera, iba a salir a la venta por 1.500 euros. El ministerio pide a la Comunidad de Madrid que lo declare bien de interés cultural mientras se verifica la autoría de ‘La coronación de espinas’
Desde finales de marzo un rumor se difundía en el mundo del arte barroco en Italia. Algunos expertos aseguraban que había aparecido en España un cuadro de Caravaggio cuya pista se había perdido hacía cuatro siglos. La pintura de la que hablaban es un Ecce homo que la Casa Ansorena de Madrid tenía previsto subastar la tarde del jueves con el título La coronación de espinas, atribuido al círculo de José Ribera, datado en el siglo XVII. El precio de salida del cuadro iba a ser de 1.500 euros. Pero antes de que la venta se produjera, el Ministerio de Cultura declaró la obra “inexportable”, es decir, ya no podía salir de España. El rumor que se había iniciado en Italia había llegado a los expertos del Museo del Prado, que avisaron a Cultura de que existían dudas sobre la autoría del cuadro. Entonces la puja se paralizó.
Una de las expertas que trae la pista a España es Maria Cristina Terzaghi, una de las grandes estudiosas del maestro del siglo XVII. La profesora de Historia del Arte Moderno de la Universidad Roma Tre aterrizó hace unos días en Madrid alertada por un amigo comprador de arte (del que no quiere desvelar su identidad) que le informó de la subasta. Terzaghi, cuenta por teléfono, no dudó en comprar un billete de avión: tenía que ver una pieza que forma parte de su nueva investigación sobre el periodo que Caravaggio pasó en Nápoles.
Terzaghi pudo verlo y tocarlo: “Es un caravaggio, no tengo dudas”. Lo cogió y comprobó que, por lo menos, “ha sido restaurado en una ocasión”, explica. Coincide con otros expertos consultados por EL PAÍS en que el cuadro está muy sucio. Pero, al contrario que estos especialistas, como José Riello, profesor del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, que duda de que se trate de una pintura de Caravaggio, Terzaghi se muestra convencida. Riello, en cambio, considera que “más bien parece una pintura buena de un caravaggista del entorno, aunque está en mal estado de conservación, muy sucia”.
“He hecho una doble comprobación”, afirma la experta italiana. Ha cotejado las medidas del cuadro con dos inventarios en los que se menciona una pieza de características similares: el que hizo en 1631 Juan de Lezcano, embajador de España ante la Santa Sede; y el del virrey de España, conde de Castrillo, que según otro documento poseía el cuadro Salomé con la cabeza del Bautista (se expone en el Palacio Real) y un Ecce Homo, ambos viajaron a España con su propietario en 1659. “El manto púrpura con el que se viste Cristo tiene el mismo valor compositivo que el rojo de la Salomé del Palacio Real de Madrid”, ha declarado la especialista al periódico italiano La Repubblica que considera que el lienzo lleva casi cuatro siglos en España.
El viaje a Madrid de Terzaghi hizo que el rumor sobre ese supuesto Caravaggio terminara de despertar el interés de los expertos españoles, en concreto de un amigo suyo, un especialista en arte italiano del Prado. Fue entonces cuando la pinacoteca madrileña revisó el catálogo de Ansorena y decidió avisar al Ministerio de Cultura. En ese momento se activó el procedimiento por el que la Junta de Calificación de Bienes de Patrimonio Histórico convocó una reunión de urgencia el miércoles y declaró el cuadro “inexportable”, una medida cautelar. El propio director del Prado, Miguel Falomir, intentó ver el cuadro, pero fue demasiado tarde, la casa de subastas ya lo había retirado de sus salas.
“La decisión es muy adecuada porque el cuadro es valioso”, ha dicho Uribes. “Hemos actuado con gran rapidez”. El ministro ha anunciado que ha solicitado a la Comunidad de Madrid que lo declare bien de interés cultural (BIC), de esta manera, el propietario (del que por el momento se desconoce su identidad) tendrá que cumplir con una serie de obligaciones como la conservación del cuadro en condiciones adecuadas; permitir el examen del mismo ya sea por parte de una institución del Estado o una privada; cederlo para exposiciones; además de comunicar a la Administración (estatal o autonómica) la intención de venderlo o trasladarlo. En caso de que los dueños quisieran vender la obra, “la administración tendría derecho de tanteo en el plazo de dos meses”, explican fuentes del Ministerio de Cultura. “Con esta doble garantía nos aseguramos de que el cuadro se quede en España y que puedan hacerse las cosas bien”, ha dicho Uribes. “Ojalá sea un caravaggio”.
El ministro ha recordado que en los años setenta un caravaggio “acabó en Cleveland”, en Estados Unidos, después de estar perdido durante tres siglos y que fue expuesto en Sevilla. En 2016, en Francia se vivió un episodio similar cuando apareció un lienzo atribuido al pintor en un desván en las afueras de Toulouse. En los noventa, un grupo de jesuitas descubrió que llevaban años comiendo delante de un caravaggio en su centro de Dublín. Otras obras del artista siguen en paradero desconocido, Caravaggio pintó en uno de los momentos más peligrosos de la historia de Europa. Tres de sus piezas se destruyeron durante la batalla de Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial, otra desapareció en Palermo en los sesenta, un robo que se atribuye a la mafia. También se tragó el destino las obras con las que viajaba el propio pintor cuando trataba de volver a Roma desde Nápoles y que pretendía utilizar para sobornar a un poderoso cardenal para que le perdonase por cometer el asesinato que le obligó a huir.
Un largo proceso de verificación
La Junta de Calificación del ministerio se reúne una vez al mes para analizar los catálogos de las casas de subastas. En esta ocasión, no pudieron estudiar el documento de Ansorena ya que se publicó después de este encuentro mensual. En el encuentro convocado de urgencia, los expertos de la junta analizaron el lote y contaron, además, con los informes de los expertos en pintura italiana de la pinacoteca madrileña. En ese análisis preliminar, ya que el personal del Prado no han tenido acceso a la obra, se planteaban las características de la pieza y las dudas que distintos especialistas tenían sobre la autoría del cuadro. En ningún momento, han explicado fuentes del Prado a EL PAÍS, el museo se ha pronunciado acerca de la posibilidad de que se trate de una obra de Caravaggio.
Tanto el Ministerio de Cultura como el Museo del Prado han asegurado a este diario que “debe iniciarse un largo proceso de verificación” antes de poder tener un veredicto. En una primera fase de la comprobación se analizarán cuestiones físicas del cuadro como el lienzo, los pigmentos, la época... “A veces este primer estudio es concluyente de manera absoluta, pero muchas otras veces no”, advierten fuentes del ministerio. Entonces comenzará la segunda parte, el debate entre los especialistas. Un procedimiento que puede durar años.
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