El historiador José Soto Chica gana el premio Edhasa con una novela sobre los visigodos
“Escribir para mí es como ver otra vez”, afirma el escritor ciego y ex militar
El Dios que habita la espada, vibrante novela sobre los visigodos en tiempos de Leovigildo, llena de conjuras y batallas pero también de vida cotidiana, ha ganado el IV Premio Edhasa Narrativas Históricas. Su autor, que ha recibido este mediodía el galardón en Barcelona, es José Soto Chica, bien conocido por sus ensayos de historia antigua, como Imperios y bárbaros y Los visigodos, hijos de un Dios furioso (editados por Desperta Ferro). Granadino de 49 años, es doctor en Historia Medieval por la universidad de su ciudad y un reconocido especialista en la época bizantina. El Dios que habita la espada no es su primera novela, pero sí supone su consagración en el género. Ex militar profesional, estuvo destinado en Bosnia Herzegovina con la Misión de Paz de la ONU. Un accidente con explosivos le costó una pierna y la pérdida de la vista y le llevó a reencauzar su vida hacia su gran pasión: la historia.
La novela, que se publica al mismo tiempo que se da a conocer el fallo del premio, arranca en el año 568 y recorre los turbulentos sucesos del reinado de Leovigildo en Hispania a partir de un guerrero y luego señor de la guerra visigodo, Valtario (inspirado en el personaje del cantar altomedieval), fiel a Leovigildo y tutor de su hijo Recaredo, que vive grandes aventuras imbricadas en el tapiz histórico. Del realismo y la gran ambientación de la novela, Soto Chica, que se ha declarado “feliz como un niño” con el premio, dice que para él “escribir es como volver a ver de nuevo”. Ha bromeado con que tiene su justicia histórica que sea él el encargado de revivir un episodio de la Edad Oscura, la antigüedad tardía. Ha dicho que se inició en la novela histórica precisamente con un título fundacional de la colección de narrativa del género de Edhasa: Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros de John Steinbeck (1982).
El jurado del premio Edhasa ha destacado de la novela ganadora, seleccionada entre 386 originales, que “nos transporta con inusitado valor y talento narrativo a un mundo poco conocido como es el de los reyes y nobles visigodos, a sus batallas, pero también a sus intrigas más cotidianas”. Para el jurado, Soto Chica “no sólo recrea batallas, conjuras y episodios históricos con pasión e intensidad pocas veces vistas en el género, sino que ha creado un elenco de personajes digno de recordar”. El editor de Edhasa, Daniel Fernández, se ha felicitado de la sinergia que representa compartir a Soto Chica con Desperta Ferro.
Al recibir el premio, Soto Chica ha reflexionado que la historia es vida y es épica, y ha reconocido que su pasado militar le ha ayudado a narrar con realismo la guerra. “La guerra real es mucho más fea, cruel y arisca de lo que la gente piensa”, ha dicho, y ha añadido: “Cuando escribo de sangre y de las cenizas de una ciudad, es real. Sé de lo que hablo, sé cómo es la guerra y cómo huele. Cerca de Mostar supervisamos un intercambio de cadáveres entre combatientes: el olor de los muertos nunca se olvida”.
Sobre la mala fama histórica de los visigodos, ha dicho que la tienen “porque eran bárbaros y humillaron a Roma, y de alguna manera fueron sus asesinos, y eso en Europa, que se percibe como descendiente de la cultura clásica, no se les perdona”. Ha apuntado que siempre ha habido una “gran desconfianza cultural” hacia los visigodos y no digamos hacia sus letales scramasax, sus característicos cuchillos. “Son los malos, los que debilitan y apuntillan a Roma, y además se los ha manipulado mucho como fuente de legitimidad para reinos posteriores. Todo el mundo ha querido arrimar el ascua visigoda a su sardina”. Soto Chica los reivindica como un pueblo “sin el que no se puede entender la Edad Media de toda Europa o el renacimiento carolingio”.
Conspiraciones
Gente difícil de gobernar al sustentarse en una casta guerrera levantisca, los visigodos tenían en eso su debilidad pues nunca llegaron a configurar una sucesión organizada. “El asesinato, la conjura, formaban parte del reino visigodo, y en torno a ese elemento de la conjura gira la novela”. Es una conspiración que no se circunscribe al reino visigodo sino que tiene ramificaciones y conexiones en Francia y el imperio romano de Oriente. “El mundo era entonces mucho más vivo y abierto de lo que nos pensamos, había intrigas políticas que conectaban Constantinopla con Toledo”.
El Dios que habita la espada dispone de grandes personajes femeninos, especialmente la reina Gosvinta. “En el mundo visigodo hay mujeres como no las vamos a ver en siglos en Europa”, ha apuntado el autor. Del reto de mezclar la base documental que tan bien conoce -lleva veinte años en la época- con la ficción y el contexto narrativo, Soto Chica ha dicho que pensó que le sería más difícil pero que la novela fue fluyendo de forma natural, dotando de “sangre y carne” a los personajes y a la historia.
Babelia
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