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Juan Carlos Maldonado: “Mi idea es educar a través del arte”

El coleccionista, especializado en la geometría abstracta de los maestros latinoamericanos modernos, cuenta también con piezas de Vasarely o Calder

Juan Carlos Maldonado arte
El coleccionista Juan Carlos Maldonado en su galería, en Miami.Dani Levinas

“La humildad de los grandes”. Es una expresión gastada en gran parte de Latinoamérica, pero sirve para describir a Juan Carlos Maldonado Bermúdez, cuyo éxito como coleccionista, mecenas, hombre de negocios e involuntario líder resulta llamativo. Maldonado deja a un lado su evidente pudor cuando nos recibe en Miami, rodeado por Geometrías iridiscentes, una estupenda exposición del artista cubano Ernesto Briel, organizada en la Juan Carlos Maldonado Art Collection (JCMAC). Antes, nos había brindado acceso también a su colección particular de reluciente arte geométrico latinoamericano en un precioso piso del barrio madrileño de Salamanca decorado por la interiorista Belén Domecq.

La geometría abstracta de los maestros latinoamericanos modernos, sobre todo quienes brillaron entre la década de 1930 y la de 1970, es la vedette de una colección que reúne a algunos de los monstruos sagrados de Colombia, Argentina, Brasil, México y Cuba, además de piezas fundamentales de iconos europeos y estadounidenses como Víctor Vasarely y Alexander Calder.

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Referencia en el mercado de seguros de América del Sur, el empresario desnuda sus raíces. “Nací en Puerto Ordaz, Estado de Bolívar, de donde proviene el maestro Jesús Rafael Soto, pero ya a los cuatro años me mudé a Caracas, donde he vivido toda mi vida, incluyendo una buena parte de mi educación, exceptuando la universitaria, que transcurrió en el Wofford College de South Carolina, primero, y luego en el MIT, donde cursé un MBA. Trabajé muchos años para el Citibank en Venezuela y en Nueva York. Y en 1995 regresé a Venezuela, donde me dediqué de lleno al negocio familiar, una compañía de seguros muy grande, y pasé 15 años hasta convertirme en CEO. Pero en 2009, una década después de la llegada de Chávez al poder y habiendo visto todo lo que había ocurrido, incluyendo la expropiación de una reserva familiar de conservación de animales importantísima, finalmente tomamos la decisión de vender la empresa. Y seguí adelante con mis propios proyectos, sobre todo en los sectores de seguros, de la salud y de la banca. Así que no me es ajena la dinámica de comprar y vender empresas. Me gusta ver negocios que están en situación difícil, cambiarlos, mejorarlos y, a los diez años, evaluar los frutos. He tenido la habilidad de construir cosas rápidamente y de poder identificar las bondades de un negocio. Pero no solo me ha motivado el tema empresarial, sino la acción social y la cultural”, dice.

No fue hasta 2005 que el venezolano comenzó a coleccionar. “Antes de eso no tenía arte, aunque mi tía Milagros Maldonado es una gran coleccionista del latinoamericano, de manera que he estado siempre expuesto a conocer su colección, que incluye a creadores como Wifredo Lam y Roberto Matta. Ella ha sido mi punto de referencia en la familia, vive entre París y Miami, tiene un espacio muy interesante en Wynwood, trabaja con muchos artistas jóvenes, y seguimos manteniendo conversaciones que valoro mucho”.

Sin título (1948), de la artista Carmen Herrera.
Sin título (1948), de la artista Carmen Herrera.

Sobre la dirección singular que tomó su propia colección, agrega: “Yo comencé con la intención seria de, primero, coleccionar artistas venezolanos, con una preferencia por la abstracción geométrica más que por la figuración y, dentro de ella, por el arte cinético. Ese movimiento, esa forma y ese manejo del espacio, me llamaron mucho la atención. Pero no fue hasta 2009, con la venta de la empresa, que me decidí a invertir fuertemente en esa corriente, ya no solo enfocándome en artistas venezolanos, sino en otros latinoamericanos, pasando desde el constructivismo de Torres García hasta el arte concreto brasileño o el arte Madí, porque, en definitiva, la abstracción geométrica es universal. Y me interesó mucho ver el intercambio de concepciones artísticas entre Europa y América Latina, mediado por procesos históricos determinantes, como la II Guerra Mundial”.

Un proceso, cabe precisar, en que Maldonado estableció toda una red que comenzó por la contratación de María Carlota Pérez, una comisaria radicada en Nueva York que lo ayudó a entender qué estaba sucediendo con el arte abstracto geométrico de América Latina, para así poder seleccionar los trabajos más relevantes de una corriente tan vasta y fecunda. “Ese proceso tan interesante desde el punto de vista cultural también fue un tremendo aprendizaje para ella, que curiosamente entonces no era una persona experta en arte, porque provenía del sector financiero. Y la puse a viajar por todas partes, para conocer a coleccionistas, a galeristas, pero también para conocer determinados legados artísticos e ir directamente a las fuentes. Por ejemplo, el Bicho, de Lygia Clark, se lo compramos directamente a su familia. Y en el caso de una obra de Tomás Maldonado, llegamos al último propietario, que estaba totalmente ligado a la familia. He estudiado e investigado mucho para llegar hasta aquí”.

'Homage to the Square: Amber Setting', (1959) del artista Josef Albers
'Homage to the Square: Amber Setting', (1959) del artista Josef Albers

Maldonado planea plasmar otro espacio artístico de envergadura en Miami, para lo cual ha sumado fuerzas con el arquitecto español Juan Herreros. “Mi idea ha sido educar a través del arte. Para mí, el lujo más importante que puede tener un ser humano es la educación. No me interesa que mi colección sea unipersonal, sino para todos y para ser mostrada. Por eso hicimos el esfuerzo de poner este espacio aquí. Yo quiero que la gente venga a buscarse, a prepararse y a formar parte de un ciclo cultural que tiene Miami. Pero eso sería insuficiente sin el programa de becas que estamos preparando. Queremos ser una institución completa para todos aquellos que estén interesados en las artes, sobre todo en la abstracción geométrica universal. Y a mí me interesa particularmente trabajar con artistas que tengan que contar algo dentro de la historia del arte, y comprender de dónde viene lo que hacen. Cuando tú entiendes la vida del artista y después ves su producto final, es todo mucho más sencillo”.

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