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Jonathan Coe: “El Brexit nace del sentimiento inglés de creerse únicos y superiores”

El escritor inglés reflexiona sobre el adiós del Reino Unido a la UE, la gestión de la pandemia del Ejecutivo de Boris Johnson y los momentos reales que superan la ficción

Juan Cruz
Jonathan Coe, en Barcelona en octubre de 2019.
Jonathan Coe, en Barcelona en octubre de 2019.carles Ribas

Hace ahora un año caía sobre el corazón de Inglaterra el fantasma del Brexit, refrendado ya por Boris Johnson y cuyos trámites iban a durar hasta finales de 2020. En aquel tiempo hablamos en Londres con Jonathan Coe (Birmingham, 59 años), que acababa de publicar la novela precisamente titulada El corazón de Inglaterra (Anagrama), que siguió a títulos como ¡Menudo reparto! o La lluvia antes de caer. En aquella novela utilizaba Coe la sátira y la melancolía para afrontar el hecho de que dentro de unos meses su país iba a abandonar Europa. Esa señal se ha cumplido en medio de una pandemia que se ha mezclado con “el nacionalismo y el patrioterismo” que marcan el mandato del primer ministro. De este presente, cumplido el año en que él manifestaba su tristeza por el futuro de su país, hablamos con Coe a través del correo electrónico.

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Pregunta. El virus se mezcla con el Brexit. ¿El primero ha hecho que el segundo quede temporalmente atrás en las preocupaciones británicas?

Respuesta. En estos momentos, sí, el Brexit parece un asunto poco importante. La aparición de la nueva cepa ha cambiado la situación. Las cifras de contagios están subiendo tan deprisa que el Servicio Nacional de Salud está librando una lucha a muerte por la supervivencia.

P. ¿Cree que su país se ha enfrentado a ello con la madurez necesaria?

R. No, aunque no creo que Gran Bretaña sea un caso único. El problema es que el Gobierno del Reino Unido (igual que otros europeos) se ha limitado a buscar soluciones intermedias que equilibren las medidas de salud con la reducción al mínimo de los perjuicios a corto plazo para la economía y la libertad de la gente. La intención era buena, pero, por desgracia, nos estamos dando cuenta de que así no se puede combatir un virus como el de la covid.

P. ¿Del Brexit y la pandemia ha surgido una nueva manera de ser británico?

R. El Brexit impregna todos los aspectos de la vida británica, de manera que no es posible separar este asunto del de nuestra respuesta al coronavirus. En 2019, Boris Johnson hizo una purga en su Gobierno de todo aquel que no fuese 100% leal a la idea de un Brexit duro. En consecuencia, las personas que gobiernan el país en medio de esta terrible crisis no han sido elegidas por su experiencia o sus capacidades, sino por su lealtad al Brexit. El Brexit tuvo su origen en el sentimiento inglés de ser únicos y superiores, y esos atributos se ven expresados en la gestión que el Gobierno ha hecho de la pandemia. El nacionalismo y el patrioterismo lo penetran todo. Tenemos que ser los primeros con la vacuna, nuestro sistema de pruebas y rastreo tiene que ser el mejor del mundo (cosa que, desde luego, no ha sido), y así sucesivamente. Esta costumbre de envolver cualquier declaración en la bandera británica se está volviendo agotadora. Lo único que queremos de nuestro Gobierno es algo de competencia y eficacia, pero estamos en un país gobernado por los partidarios del Brexit para los partidarios del Brexit, así que, mientras no vuelva alguna normalidad, sea la que sea, tendremos que vivir con ello.

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P. En el momento en que nos encontramos, ¿la realidad de los hechos podría convertir la ficción en una pobre imitación de la locura de la que somos testigos?

R. Cada vez más escritores británicos utilizan la ficción para dejar testimonio de los hechos contemporáneos y reflexionar sobre ellos a medida que suceden. En este terreno, la que va a la cabeza es Ali Smith, cuyo cuarteto de las estaciones [Otoño, Invierno, Primavera, Verano, que publica en España Nórdica] trató del referéndum del Brexit y la llegada de la covid a las pocas semanas de que ocurrieran. En comparación con ella, resulto muy lento. Ello ayuda a obtener algo de perspectiva histórica, pero también hay cierta fascinación en reaccionar a los hechos en un breve espacio de tiempo. Y, de todas maneras, los novelistas escriben sobre la vida cotidiana y la vida interior, y son cosas que no cambian mucho, por muy surrealista que sea la época que vivimos. Puede que resulte que lo interesante de la pandemia sea lo poco que cambia nuestros comportamientos fundamentales.

P. Johnson ha resaltado actitudes suyas que parecen de un personaje de ficción. ¿Cree que la historia debería darle su merecido, como a un personaje de novela o de película?

R. La historia no funciona así. Lo que suele hacer un primer ministro que se ha retirado de la vida pública tras un fracaso espectacular (como David Cameron) es quedarse callado un tiempo y luego ganar un montón de dinero con los libros y las charlas. Estoy seguro de que pasará lo mismo con Johnson. Pero es verdad que los historiadores mostrarán que las cualidades que permitieron que saliese elegido (su optimismo, su patrioterismo, su negativa a quedarse empantanado en los detalles) son las mismas que hacen que no sea la persona indicada para ocupar el cargo de primer ministro en plena pandemia.

“Trump podría volver a ganar en 2024″

P. El caso contrario es el final del mandato de Trump. Esa ha sido otra parte de la novela que el mundo angloparlante ha vivido en los últimos tiempos. ¿Es su derrota un símbolo de determinada manera de estar y actuar en política?

R. Por supuesto, me alegro de que Trump haya perdido, aunque ahora mismo [Coe respondió el pasado viernes 8 de enero], la situación todavía está evolucionando, y no está nada claro que Trump vaya a permitir un traspaso pacífico de poder a Joe Biden. Por otra parte, la verdad es que muchos millones de estadounidenses siguieron votando a Trump, lo cual indica que quizá alguien como él podría volver a ganar en 2024. Las corrientes de opinión pública que llevaron a Trump (y a Johnson) al poder no van a desaparecer solo porque la balanza democrática se incline ligeramente hacia el otro lado unos pocos años.

P. En una novela sobre la década de los setenta, convirtió un coche British Leyland en un símbolo de los fracasos de un periodo histórico. ¿Cuáles serían hoy los símbolos de la incertidumbre británica?

R. Hay una famosa foto de Boris Johnson en un montaje publicitario de su época de alcalde de Londres. En ella aparece suspendido en el aire, colgando de un cable y ondeando dos banderas de Reino Unido. Como metáfora de dónde nos encontramos en este momento, es casi demasiado perfecta.

Sobre el Brexit: “Estoy muy triste”

P. Gran Bretaña ya no es parte de Europa. ¿Cómo se sintió ante las últimas noticias?

R. Estoy muy triste. Intentando mantener la mente abierta, tengo que decir que aún no sabemos si Reino Unido prosperará económicamente fuera de la Unión Europea. Procuremos conservar la esperanza, ya que estamos ante un hecho consumado. Pero lo que ha sufrido un daño quizá irreparable es el sentimiento de identidad fundamental de los que nos sentíamos decididamente europeos y estábamos orgullosos de participar en este gran proyecto, a veces imperfecto, de cooperación pacífica que tanto ha conseguido en las últimas décadas. Saber que ya no se nos permite desempeñar un papel en él es profundamente frustrante y doloroso. Cuando los partidarios de la salida rechazaron ese ideal con sus votos, crearon en el país una profunda división que tardará muchos años en curarse.

P. En enero de 2019 me dijo: “En muchos sentidos, estamos haciendo algo que no es nada británico: estamos teniendo una violenta disputa por unas ideas abstractas, cuando se supone que somos un país que no cree en las ideas abstractas”. ¿El diálogo británico está llegando a su fin, o a dónde conduce ese diálogo?

R. No sé a dónde conduce y, desde luego, no está llegando a su fin. Creo que el siguiente gran problema será la supervivencia del propio Reino Unido. Los escoceses están deseando irse, y no puedo culparles por ello. ¿Qué pasará después? ¿Una Irlanda unida? ¿Un Reino Unido formado solamente por Inglaterra y Gales? Si eso ocurre, sería una consecuencia extraordinaria de un referéndum convocado únicamente para poner remedio a una ruptura en un partido político inglés.

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