Una ventana abierta al otro lado del mundo
La muestra 'Gran sur', en Madrid, reúne parte de la colección de arte chileno contemporáneo del empresario Claudio Engel, premiado por Arco por su labor
El Chile de hoy es un país en la cuerda floja, metido de lleno en una crisis social espoleada por las ansias de mejora y las esperanzas para el futuro. Por esas misma razones, Chile es hoy un lugar de una creatividad expansiva. Escondido tras las montañas, arrinconado en la otra mitad del mundo, las imágenes que nos llegan de aquel territorio suelen ser parciales, limitadas, confusas. Mucho más cuando se trata de las expresiones culturales, casi siempre las últimas de la fila de las noticias.
Premiado por Arco con su galardón A de coleccionismo, el empresario Claudio Engel lleva años recopilando junto a sus hijos las obras de jóvenes artistas que reflexionan en sus trabajos sobre el Chile contemporáneo, el de finales del siglo XX y principios del XXI. Una selección de 89 trabajos de 37 de esos creadores, 35 de ellos vivos, se expone hasta el 26 de abril en la Sala Alcalá 31 de Madrid bajo el título de Gran Sur, una mirada social y cultural –cubierta de una evidente pátina política– a los últimos cincuenta años de vida del país andino.
Con nombres como Juan Downey, Fernando Prats o Pilar Quinteros, la exposición, comisariada por Christian Viveros-Fauné, recorre los años traumáticos de la dictadura de Pinochet, reflexiona sobre la crisis climática que asola el país y penetra en su personalidad a través de sus diferentes sensibilidades y culturas. “Ya hay obras en la colección que repasan la historia acontecida en Chile desde octubre [cuando estalló la protesta social que aún continúa], aunque aquí no está presente ninguna”, explica Engel, emocionado al repasar los estragos que atraviesa su país.
“En cualquier caso, hay obras que recuerdan a lo que está pasando en la actualidad: piezas en contra de Pinochet, cuadros que representan camiones de carabineros quemándose que tienen ahora su réplica... Desde el pasado octubre viene una nueva camada de artistas y eso va a ser muy fascinante. Está recién empezando, y creo que las primeras obras que se están haciendo no van a ser las mejores: aún hay gente haciendo trabajos sobre Pinochet, y algunos ni siquiera vivieron aquella época. Es lo mismo que ocurre con respecto a la época del franquismo”, apunta el empresario, cuya colección se nutre de vídeos, fotografías, instalaciones o pinturas. “Hoy hay una lucha por crear un Chile nuevo. Creo que todos estamos de acuerdo en que queremos un mejor país, pero no uno violento, porque eso es algo que verdaderamente no ayuda”.
La afición por el arte del chileno, que posee una cadena de supermercados, se remonta a cuando era niño. “Hay una cosa que se llama el mal de Diógenes”, se ríe. “A mí siempre me gustó coleccionar. De niño coleccionaba estampillas, después monedas. Mi padre coleccionaba botellitas de licor. Después, para mis hijos, empecé a coleccionar fotos de hombres y mujeres que cambiaron el mundo: de todos los presidentes y primeros ministros de los últimos treinta años. Los cambios de la vida me llevaron a definir qué proyecto quería hacer, y me decidí por algo que pudiera tener una vida que va más allá de la propia. Además, siempre he agradecido cómo mis padres, judíos alemanes, fueran tan bien recibidos por un país llamado Chile al huir de la guerra en los años treinta”, señala Engel, que va conformando su colección con la ayuda de sus hijos. “La cultura no sirve para construir puentes ni curar enfermedades, pero sí sirve para curar el alma, y eso es lo que queremos”.
En unos años, las obras que ha ido atesorando, más de 800, muchas de ellas de artistas aún desconocidos, contará con un museo propio donde mostrarse permanentemente. "Ahora nos acaban de ceder un terreno en Santiago por 40 años para montar el proyecto, que se llamará Nuevo Museo de Santiago, Numo. En marzo se lanza el concurso, para arquitectos chilenos. Son 6.000 metros cuadrados y debería estar construido para 2023”, señala el empresario, que asegura guiarse siempre por la "creatividad", y nunca por el valor económico a la hora de adquirir obra nueva.
El espacio museístico que prepara desplegará también piezas de artistas latinoamericanos no chilenos, de las que ya posee unas cincuenta. "Son obras que dialogan entre sí porque son países comparten cuestiones como la política, el indigenismo... ", apunta el empresario, que aspira a dar a su colección un aire global más allá de un solo continente. "Me gustaría mostrarla junto a trabajos de Irán o Hong Kong, que son los países que, como Chile, más convulsión han vivido este pasado año".
Babelia
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