La principal feria del arte contemporáneo de Latinoamérica reivindica el feminismo
Tras las críticas a la edición del año pasado, Zona Maco abre un espacio con obras que visualizan la lucha de las mujeres contra la violencia machista
La artista peruana Ana de Orbegoso se pasea orgullosa por los pasillo de Zona Maco, la feria de arte contemporáneo más grade de Latinoamérica que reúne a más de 210 expositores de 26 países, vistiendo un chaleco con la leyenda: “Vivas nos queremos”. Es la apuesta de este festival por reivindicar la lucha de las mujeres contra la violencia machista, que en el caso de México arroja cifras de horror: diez mujeres asesinadas al día.
La muestra de Orbegoso, titulada Proyecciones feministas, forma parte de la exhibición Zonamaco Sur, curada por el español Juan Canela, que reúne a artistas de los países en desarrollo que en sus obras expresan temas como la violencia de género, el feminismo, la cultura negra del Caribe, la homosexualidad, el erotismo transexual y hasta el lenguaje inclusivo. “Mi proyecto está inspirado en las marchas feministas, en toda esa energía que han puesto tantas mujeres en el mundo tratando de exigir los cambios que se necesitan. Estoy trayendo una marcha feminista a un espacio como este”, dice De Orbegoso, entre los chalecos con frases reivindicativas y fotografías que muestran a mujeres en manifestaciones en las que expresan su repudio a la violencia.
Esta feria de arte, que el año pasado recibió críticas porque solo el 25% del catálogo correspondía a creadoras, en su edición de este año, la número 17, quiere mostrarse más acorde a los cambios que experimenta la sociedad actual. “He invitado a distintos artistas cuyas prácticas desafían el statu quo de las narraciones oficiales. Son prácticas que demuestran cómo algunos artistas en algún momento de la historia han estado excluidos de la narración oficial, ya sea por razones de género, de raza, geográficas o por cómo trabajan, qué tipos de prácticas realizan o porque desafían las formas habituales de crear”, explica el curador español Canela mientras acompaña a este diario hacia la sección de Zona Maco en la que le ha tocado curar. “A muchos les ha sido muy complicado entrar al sistema y trabajar con galerías. La idea de la sección es abrir una conversación sobre todas estas nuevas cuestiones”, agrega. “Se ha intentado retomar estas prácticas que en algún momento han sido no tomadas en cuenta por la historiografía, la idea es dar más visibilidad a quienes han sido apartados por cuestiones de género, raza o por ubicación. La participación de mujeres es muy importante”, afirma Eloísa Hernández, coordinadora de relaciones institucionales de Zona Maco.
Una de las galerías que ha apostado por el feminismo es Rofa Projects, de Estados Unidos, en cuya sección se expone la obra de Orbegoso. “Trabajamos con 11 artistas de América Latina y manejamos temas de migración, sexualidad, violencia. Una de las razones de estar aquí con Ana es seguir hablando de estos temas que tanto afectan en América Latina”, explica la venezolana Gabriela Rosso, directora de la galería. La apuesta de Rofa Projects se da en momentos en los que EE UU vive una oleada de racismo desde la cumbre del poder, con Donald Trump atacando a los migrantes, principalmente hispanos. “También ataca directamente a la mujer, a nosotras que vivimos en Estados Unidos nos ataca cada día y si eres inmigrante es peor. Al recibir este ataque todo el tiempo es bien importante manejar estos temas, aunque no es sencillo, pero en este momento histórico es muy importante hablar de esto”, dice Rosso, quien señala que este año organizará una exposición que reunirá a 10 artistas mujeres de Latinoamérica que hablarán de violencia machista, en una universidad en Virginia. “Es un gran statement, una declaración de intenciones”, afirma.
A unos pasos de la exhibición de Orbegoso expone el dominicano Eliazar Ortiz. Sus obras son un homenaje a la cultura negra del Caribe y muestran gran sensualidad, inspirada, dice, en el cuerpo y el lenguaje. Ortiz trabaja con materiales originales del Caribe. “Hablo de lo que ha sido nuestra muestra como cultura nativa, contando toda esa combinación con la colonización”, dice. El artista presenta piezas de dos colecciones: la primera es Yagua Ko, que muestra partes desnudas del cuerpo masculino, como piernas o brazos, mientras el resto está cubierto con materiales del trópico. “Trabajo mucho con los cuerpos masculinos para después dialogar sobre lo trans y lo femenino, para dar esa parte de ambigüedad”, explica. Su otra colección se titula Elles, nosotres y todes, una apuesta “por el lenguaje inclusivo y la nueva masculinidad". "Quería romper con la parte de la lengua, que es también lo colonia”. Y admite entre risas: “Es un poco joder a la Academia”.
Babelia
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