En la cabeza de John Baldessari
Una selección de trabajos para comprender la trayectoria del recientemente fallecido John Baldessari, considerado el padrino del arte conceptual
La imagen equivocada
Tras una primera incursión en el mundo del arte a través de la pintura abstracta en los años cincuenta, una visita a una exposición del dadaísta Marcel Duchamp animó a John Baldessari a adentrarse en terrenos más experimentales. Desde el vídeo a la instalación o la escultura, pocas disciplinas quedaron desde entonces fuera de su alcance. Uno de los medios con los que más y mejor transgredió fue con la fotografía. Entre 1966 y 1968, el artista creó la fotografía Wrong (equivocada o incorrecta), en la que ya trabaja con la que probablemente sea su más reconocida vía de cuestionamiento de las verdades preestablecidas: la de la intersección entre la imagen (fotográfica o pictórica, que para él eran lo mismo) y el texto. En esta pieza, un autorretrato suyo delante de una palmera, Baldessari reflexiona sobre la cualidad artística de la fotografía más allá de la belleza formal o la exquisitez compositiva, al mismo tiempo que genera cuestiones en la cabeza del espectador al mezclar una representación visual muy concreta con esa palabra, wrong, cargada de sentidos ambigüos: ¿Está equivocado el artista, la imagen, su protagonista…? ¿Qué es lo correcto y qué no lo es cuando se trata de plasmar la propia subjetividad expresiva?
El final es un nuevo comienzo
Era una calurosa tarde de verano. El calendario marcaba 1970 y el localizador mapa se situaba en San Diego, California. Con la ayuda de amigos y estudiantes de arte, Baldessari hizo acopio de todas las pinturas que había producido entre 1953 y 1966 y que aún conservaba, en torno a un centenar. Poco antes las había destruido saltando sobre ellas, haciéndolas trizas. Ese viernes les proporcionó su descanso final en una funeraria donde, como si de un cadáver se tratara, las quemó hasta convertirlas en cenizas. Documentado en imágenes, aquel gesto radical y dramático –motivado de una parte por prosaicas cuestiones logísticas, ya que Baldessari acababa de encontrar trabajo como profesor de arte, una de las principales labores de su vida, y debía mudarse a Los Ángeles desde su National City natal; y de otra por su desafección hacia las tendencias pictóricas de los años sesenta–, marcó el inicio de la leyenda de Baldessari como el padrino del arte conceptual. Él lo llamó Proyecto de cremación y sentenció que se trataba "de la mejor obra que había realizado".
El arte nunca más será aburrido
Después de su arranque de destrucción creativa, Baldessari se zambulló en sus expediciones texto-visuales con piezas como I will not make any more boring art (No volveré a crear más arte aburrido, 1971), una repetición de la misma frase cual castigo escolar. Esta composición reúne muchas de las características que definieron su particular enfoque: el uso del lenguaje como elemento visual; la puesta en cuestión de la naturaleza y la función de las imágenes; la reflexión sobre la utilidad de las palabras como elemento explicativo interno y externo a la obra de arte y, sobre todo, el uso de la ironía y el sentido del humor como transmisores de significados. El hecho de que fueran unos estudiantes de Canadá quienes realmente escribieron las palabras (primero a modo de “exposición”, sobre las paredes de una sala y luego, fruto de un taller, sobre una impresión conservada en el MoMA), plantea además interrogantes sobre la noción de la autoría y el valor del trabajo manual.
"El tío que ponía puntos en las caras de la gente"
A partir de los años ochenta, el artista hizo suyo el concepto posmoderno de apropiacionismo. Esta vez sin textos de por medio, Baldessari reutilizó en collages fotográficos las imágenes de personajes a los que cubría la cabeza con pegatinas de colores. De este modo, los despojaba de su personalidad al tiempo que los transformaba en una suerte de objeto consumible con la vista. Ideas como el reciclaje, la reutilización, la yuxtaposición y el pastiche se erigen así como puntales de su trayectoria. En el divertido vídeo Breve historia de John Baldessari, narrado por Tom Waits, el propio artista asegura que sospecha que dentro de cien años será recordado, precisamente, “como el tío que ponía puntos en la cara de la gente”.
Una suma ¿ilógica?
En los últimos años, Baldessari realizó trabajos centrados en las figuras de grandes maestros de la historia del arte. En 2013 montó su primera exposición en Rusia, 1+1=1, un título que hace referencia a una de sus obsesiones: que la suma de imágenes y texto no resulta en una adición al uso. Las obras de la muestra emparejaban –entre otras cuestiones– imágenes de trabajos de grandes maestros de los siglos XVIII al XX, como Gustave Courbet o David Hockney, con el título de una canción o una película de cine negro o el nombre de otro artista. El resultado generaba un cortocircuito entre el significado de las imágenes y el de las palabras, obligando al espectador a repensar sus creencias sobre la veracidad y arbitrariedad de las cosas que decimos sobre las que percibimos.
Babelia
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