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Juana Acosta, el triunfo de la actriz laboriosa

La intérprete estrena ‘El inconveniente’ y prepara un espectáculo centrado en la danza sobre su pasado familiar relacionado con la violencia en Colombia y el perdón

Gregorio Belinchón
Juana Acosta, en la librería Ocho Y Medio.
Juana Acosta, en la librería Ocho Y Medio.KIKE PARA

Juana Acosta tenía 16 años. Y llevaba puesta la ropa de danza para irse a su clase cuando le avisaron de que su padre había sido asesinado. “Yo había tenido una infancia feliz y de repente me estallaron la burbujita”, recuerda en una terraza madrileña una fría mañana otoñal. La excusa para la conversación es el estreno de El inconveniente, comedia que desgrana la relación entre una ejecutiva (Acosta) que se plantea comprar un piso luminoso y la octogenaria (Kiti Mánver) que habita en él hasta que fallezca: la anciana es el inconveniente del título. Pero la charla deriva a otros asuntos, a la carrera que ha sabido madurar esta caleña de 44 años, que lleva ya más tiempo viviendo en España que en su país natal, y a cómo va a sublimar la violencia que sufrió en su juventud en un espectáculo en el que recuperará su pasión por la danza.

Pero primero, El inconveniente, por la que podría optar a su primer Goya. “Me parece una película muy importante, porque las protagonistas son dos mujeres, y una de ellas, mayor. Vivimos una lucha, no sé si es la palabra adecuada, femenina en la que incidimos en que haya personajes como estos dos. Es cine necesario en nuestra industria”, desgrana.

Además, Acosta encuentra paralelismos con la situación actual, que obviamente no estaban en el guion original: “La anciana está encerrada, encastillada en su piso... Y fíjate que está bien que llegue a las salas ahora [se estrenó comercialmente el pasado viernes], al contrario que otras películas. Yo misma he visto pasar a 2021 mi siguiente trabajo, Las consecuencias. Lo digo porque hoy estamos más sensibilizados con el tema de los mayores, con la soledad que pasan”. Si el personaje de Juana Acosta le da el meneo físico al de Mánver, el de esta es el que espabila psicológicamente a la ejecutiva. “Acabarán complementándose en la necesidad de cariño y de ser escuchadas”, afirma y ríe a carcajadas. “Conocer a Kiti es lo mejor que me ha pasado en los últimos tiempos”.

Juana Acosta, en 'El inconveniente'.

A Acosta le precede la fama de laboriosa y meticulosa. Ante la pregunta, saca el móvil y enseña fotos de una pared de su casa llena de fichas con notas sobre su nuevo personaje: Lucía. La promoción de El inconveniente le ha pillado en un parón del rodaje de La mirada de Lucía, bajo la dirección de Imanol Uribe. “Hemos hecho los interiores en Pamplona, y ahora vamos a los exteriores en Colombia”, cuenta, porque el drama se centra en la única testigo de la matanza de los jesuitas en El Salvador en la que fue asesinado el sacerdote y teólogo de la liberación, Ignacio Ellacuría. “Volviendo a mi trabajo, lo primero que hago cuando acepto un proyecto es ver qué le puedo ofrecer mío al personaje. Qué tengo yo, cómo potenciarlo, y qué no tengo, para abrir el imaginario”, y eso es solo la primera parte del proceso. “Soy una loca de este trabajo. Paso horas y horas, cada vez más, porque mi metodología así lo requiere. Imagino todo lo que no está escrito en el guion, analizo las circunstancias para poder después justificar el comportamiento de mi personaje. Más tarde, deconstruyo el guion para ir acción a acción”. Y por si fuera poco recurre a su maestro de interpretación Juan Carlos Corazza, que lo es también de Javier Bardem, Manuel Morón o Elena Anaya. “Dos cabezas piensan más que una y con Juan Carlos dedico horas a hablar del personaje”, cuenta. “Esa charla la grabo y luego la transcribo. Y así creo mi biblia de trabajo. Lo que ves en la foto son las fichas de colores de cada secuencia, en la que viene de qué me tengo que ocupar en cada una. Disfruto tanto de esa parte del trabajo... Me lo tomo en serio”. Lo dicho, una hormiguita. “Busco cosas distintas en cada encargo, por eso me gusta este oficio como herramienta de investigación de la condición humana”.

Cada uno, explica, tiene su propio camino. Y el de Acosta arranca con el descubrimiento de la violencia en su Colombia natal. “Tras el asesinato de mi papá estuve un año en Estados Unidos para aprender inglés. Volví a casa. Y entonces la guerrilla secuestró durante 10 meses a uno de mis hermanos”. En realidad, le retuvieron a él, a su esposa y a su hijo. “Pero era un bebé, y soltaron a mi cuñada y al niño”. El viaje a España parecía obligado. “Nunca tuve el sueño americano. Me eduqué en el Liceo francés, y mi sueño era Europa. Mis compañeras actrices, en cambio, se iban a Hollywood. Fíjate la vida, cuando cumplí 40 años —la mejor edad para comprender ciertos asuntos—, me salió un contrato en EE UU con la cadena ABC, y un ejecutivo alabó que fuera latina con background europeo. Fenomenal, pero los personajes que me ofrecieron no me interesaban. Me volví”.

Juana Acosta y Ernesto Alterio, en 'Perfectos desconocidos'. Y tráiler de la película.

Como colombiana afincada desde hace dos décadas en España y con hija española, Acosta se siente “horrorizada” ante el ascenso de Vox. “Me parece que es un retroceso a lo ganado durante años. No soy activista, me guardo mis opiniones, pero esto me aterra, y no lo entiendo. Me fascina España, yo elegí Madrid, soy exiliada voluntaria”. Y ha mejorado su relación con su país natal. “Me ha costado muchos años perdonar a Colombia. Viví la guerra de los noventa, y hemos sido muchas las víctimas de la violencia. Lo sufrido lo pongo en mi arte, tras un proceso largo, de terapia intensa y necesaria”.

El confinamiento le ha empujado a varias decisiones: “Quiero dirigir, producir. Levantar mis proyectos”. Y ha empezado por el más personal: “Con Chevi Muraday [bailarín y coreógrafo] y Juan Carlos Rubio [guionista y dramaturgo] estoy preparando un espectáculo con danza que girará en torno al perdón y que nace de mi experiencia”. La mujer Acosta le dará la mano a aquella niña que se quedó sin clase de ballet.

Cuando la televisión cambia miradas

Juana Acosta ha logrado un estatus ansiado, el de poder elegir. “A veces me la he jugado rechazando buenos trabajos a la espera de que cuajaran proyectos mucho más interesantes”. Si el cinéfilo le puso cara en Golpe de estadio (1998), de Sergio Cabrera, el telespectador la descubrió en las series Javier ya no vive solo y Policías, en el corazón de la calle. “Creo en la idea de construir carreras, de crear tu camino”, insiste. Así llegaron A golpes y Los dos lados de la cama. “Soy colombiana, no puedo esconderlo, pero llevo 20 años trabajando mi acento, luchando por mi hueco en este mercado, y sigo trabajando con mi foniatra”. Y subraya cómo cambiaron la mirada a su trabajo las series Carlos, de Olivier Assayas —“Se abrió el mercado francés”—, y Crematorio —“Con ella me perdonaron ser colombiana y guapa”—. “Hoy en la calle aún noto el exitazo de Perfectos desconocidos. Me felicitan todas las generaciones. Nunca me pasó nada igual”, confiesa.


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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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