COVID, Covid o covid. O cóvid
La presencia extenuante del coronavirus desde principios de año invitó a muchos medios a acelerar el proceso de su ‘minusculización’ y a escribir su acrónimo como cualquier otro vocablo común
La Real Academia Española anunció este martes algo algo llamativo: ha incorporado al Diccionario una abreviación en mayúsculas que se lee de corrido: COVID (“corona virus disease”, o enfermedad del coronavirus); a pesar de que hasta ahora se escribía con minúsculas en muchos medios, entre ellos EL PAÍS (el periódico en español con más lectores).
Algunos vocablos que empleamos normalmente proceden de siglas: “pin”, “tac”, “sida”, “ovni”, “pyme”… Al principio se recogieron con mayúsculas en los diarios, pero su uso continuo los acabó dejando en lo que aún llamamos “caja baja” (por el lugar donde se guardaban estas letras en las antiguas imprentas). Y tras haber mutado a minúsculas, entraron por pura lógica en el Diccionario: ya se consideraban moneda corriente. Así sucedió con las mencionadas: tanto “pin” como “sida”, “ovni” o “pyme” nunca tuvieron en la obra académica una versión original en mayúsculas. No pasaron de mayúsculas a minúsculas dentro del Diccionario. Algo que sí hará “COVID”. He ahí lo curioso.
La tendencia académica a incorporar siglas directamente con minúsculas (hay excepciones) se apreció incluso en abreviamientos que sin embargo seguimos viendo a diario en versales. Esto pasa con “uci” o “uvi”, por ejemplo, que el Diccionario acoge con esas grafías (y no UCI y UVI como se escriben en la prensa).
La presencia extenuante de “COVID” o “Covid” desde enero en las conversaciones y en los diarios invitó a muchos medios a acelerar su proceso de minusculización y a escribir ese acrónimo como cualquier otro vocablo común. Entre una abreviación en letras grandes y otra en caracteres menores, casi siempre elegiremos estos últimos si creemos que no se violenta el idioma: ocupan menos espacio en un titular.
La obra académica ya contenía algunas siglas con mayúsculas, muchas de ellas imposibles de pronunciar de corrido (es decir, hay que deletrearlas): ADN, DNI, ONG, VIH, IRPF, PNN, ATS... La debilidad de algunos de estos signos (sujetos a veces a cambios administrativos) se aprecia en la moribundez de las dos últimas (PNN y ATS), en claro retroceso.
Y sí, en el Diccionario figuran también siglas con mayúsculas que se pronuncian de corrido; con criterios, a mi entender, algo zigzagueantes. Hallamos en él AVE, DIN, UVA, ISO, IVA, NIF… y PET (un tipo de tomografía) pero “tac” (otro tipo de tomografía), mientras que se echan en falta siglas mucho más insistentes hoy por hoy: PIB, ERTE, ERE, APA, AMPA (éstas ya lexicalizadas: “las apas”, “las ampas”; asociaciones de padres y madres de alumnos).
Cabe pensar que el nombre abreviado de la enfermedad del coronavirus acabará escrito en minúsculas por todas partes. Así que podemos ganar tiempo y dejarlo en los periódicos como estaba, para no pasar de las minúsculas a las mayúsculas y volver a las minúsculas.
Y dos asuntos más, para terminar.
El género. José Martínez de Sousa (Ortografía y ortotipografía del español actual, página 245) indica que el género de las siglas viene dado normalmente por el de la palabra que forma su núcleo semántico; y si se trata de un término extranjero, por el que le corresponda en la traducción. La Academia no ha fijado el género de “COVID”, así que cada uno elegirá el que desee. EL PAÍS ha preferido el femenino por la presencia de disease (enfermedad) en la base de la abreviación, del mismo modo que “sida” se tomó en su día como masculino porque la s corresponde a “síndrome”.
El acento. Las siglas en mayúsculas no tienen tildes. CIA no la lleva, por ejemplo. La Academia tampoco se ha definido sobre la pronunciación de “COVID”. Pero la terminación en d invita (por el genio del idioma) a consolidar una acentuación aguda: adalid, ardid, David, Madrid, Valladolid, decid, venid… y covid. En el Diccionario, sólo una palabra propia del español terminada en -id es llana: el áspid. De origen griego, nombra a una víbora venenosa muy mencionada por Calderón de la Barca o Tirso de Molina como símbolo de lo pernicioso.
Quizá dentro de algunos decenios alguien use la letal “covid” para la misma metáfora, pero lo hará seguramente con minúsculas y acentuación aguda.
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