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Las muertas vivas

Es importante rellenar huecos y tejer una historia nueva en la cual vayan entrando los expulsados. Es imprescindible escribir una historia del arte completa

Sala de la exposición 'Invitadas', en el Museo del Prado. Al fondo, 'La esclava', de Antonio María Fabrés. En vídeo, un recorrido por la exposición.Vídeo: SAMUEL SÁNCHEZ / ÁLVARO DE LA RÚA, LUIS M. RIVAS
Estrella de Diego

En la década de 1980, Germaine Greer, la autora de The Female Eunuch —uno de los primeros best sellers feministas—, publicaba su libro sobre mujeres artistas, en el cual iba desgranando los obstáculos que las creadoras habían encontrado a lo largo de los siglos: maridos, padres y maestros usurpadores, crítica galante, egos maltratados, falta de medios, olvidos, falsas atribuciones… En caso de una hipotética catástrofe, reflexionaba Greer, en los museos se salvaban en primer lugar las “obras maestras” colgadas en las salas. Nunca las custodiadas en los almacenes.

No se trata de un asunto baladí, pues esos descuidos con las obras de las mujeres se pueden extrapolar a los artistas “menores” y valga el ejemplo del cuadro imposible de restaurar y mal atribuido que daba comienzo a la exposición Invitadas del Museo del Prado. Siendo justos, venía mal atribuida del Museo Reina Sofía, por no hablar de su lamentable estado de conservación. Pero, ¿se debió el abandono llamativo de esta obra a su supuesta autoría femenina o a que el autor era un artista poco conocido del XIX? ¿Se hubiera conservado, en cualquier museo, el cuadro en mejores condiciones caso de haber sido obra de Picasso o de Goya?

Estas preguntas cruciales nos enfrentan con las numerosas contradicciones del discurso de la Historia del arte en el territorio de la recuperación de las mujeres y hasta de los artistas menores —los géneros menores o los periodos “menores”—, esos que terminan por instalarse en un territorio de nadie y acaban arrumbados en cualquier almacén, destruidos y mal atribuidos, algo que no ocurre con las obras de Picasso.

Es importante rellenar huecos y tejer una historia nueva en la cual vayan entrando los expulsados. Es imprescindible escribir una historia del arte completa donde no falten las que han entrado a los museos como simples invitadas, de puntillas; las espectras; las falsas muertas; las muertas vivas, ya que muchas de ellas fueron populares en su tiempo y luego se olvidaron.

Es el trabajo iniciado por Diana Larrea en su serie De entre las muertas, rescate de 100 mujeres artistas en el tiempo, a partir de sus autorretratos modificados digitalmente, acompañada cada imagen de una sinopsis biográfica. El resultado son los registros de una extraordinaria fantasmagoría que se pudo ver en la galería Espacio Mínimo —y aún se puede conocer en su web—. A partir del 19 de noviembre esta obra de Larrea se podrá disfrutar también en la exposición Historia del Arte en del CA2M de Móstoles, junto a grupo mujeres artistas en la colección. La muestra, dicen los comisarios Tania Pardo y Manuel Segade, “es una propuesta desde el deseo de una gran Historia del Arte que aún está por venir”. Porque si es cierto que muchas fueron extraviadas, para eso nos tienen a nosotras: que nadie olvide a las muertas vivas.


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