Un maestro de la guitarra del rock duro que dominó los grandes escenarios
Eddie Van Halen, fallecido el martes a los 65 años, encarnó cierta idea del virtuosismo rock
Eddie Van Halen, fallecido el martes a los 65 años en un hospital californiano por un cáncer de garganta, encarnó, como miembro fundador, formidable guitarrista y compositor principal del grupo Van Halen, cierta idea del virtuosismo rock, popularizando la técnica del tapping (usar los dedos de las dos manos para puntear sobre el mástil de la guitarra) y colaborando con Michael Jackson en el tema Beat it.
Nacido en 1955 en Nimega, una ciudad universitaria holandesa, Eddie era hijo de un músico profesional que emigró con su familia a Estados Unidos. En compañía de su hermano mayor, Alex, formó un grupo que gravitó hacia la escena rockera de Sunset Boulevard, en Los Ángeles. Allí conocieron a otros dos músicos, el bajista Michael Anthony y el cantante David Lee Roth, que habían aterrizado en California con idéntica voluntad de triunfar y clara conciencia de la necesidad de diferenciarse de sus competidores locales. Tenían bazas notables. Roth era un showman nato y Eddie imitaba sonidos extramusicales con su guitarra, aparte de desarrollar la espectacularidad del tapping. Aun así, les costó encontrar un contrato de grabación, hasta que en 1977 captaron la atención de Ted Templeman, productor todoterreno de la poderosa rama discográfica de Warner Bros.
Bajo las órdenes de Templeman, en su primer álbum, Van Halen (1978), pusieron toda la carne en el asador. Junto a exhibiciones instrumentales como Eruption, Roth incluía su lúbrica versión de Ice Cream Man, del bluesman John Brim. Su interpretación de You Really Got Me, de The Kinks, les humanizaba, al retratarles como fans sinceros de la música con la que crecieron, una táctica a la que recurrirían en discos posteriores.
Alcanzaron el cenit de popularidad en 1984 con Jump, basada en un riff de sintetizador tocado por Eddie; el tema revelaría su naturaleza pop con la recreación de los escoceses de Aztec Camera. Para entonces, el grupo tenía serios problemas internos. No solo estaban los excesos típicos de su estatus estelar, agravados en el caso de Eddie por el alcoholismo; se llevaban muy mal. Durante una visita promocional a Madrid, los tres instrumentistas disparataban en inglés, mientras el vocalista intentaba atender a las preguntas con respuestas en español que no ocultaban su desprecio por el comportamiento de sus compañeros.
Al año siguiente, Roth fue despedido y reemplazado por Sammy Hagar, cantante del grupo Montrose. Hagar daba el tipo, pero aportaba nuevas tensiones debidas a su considerable ego. A partir de ese momento, la historia de Van Halen derivó hacia un culebrón, con peleas en público, una breve vuelta de David Lee Roth en 1996 y su sustitución por Gary Charone, anteriormente con Extreme.
La crónica de los enfrentamientos, planes frustrados y maniobras contractuales podría ocupar páginas y páginas. Comprendían su situación e intentaron cambiar de dirección con el fichaje de la vocalista Patty Smyth, del grupo Scandal, o incluso con el soulman Daryl Hall; ambos rechazaron ese cáliz.
A la larga, los hermanos Van Halen recuperaron el timón de la banda. Un familiar se ocupó del management e incluso el bajista, Michael Anthony, fue reemplazado por Wolfang Van Halen, el hijo de Eddie. Hubo un intento de inyectar nueva vida musical con el disco Van Halen III (1998): para su producción recurrieron a Mike Post, celebrado autor de bandas sonoras de series televisivas. No funcionó comercialmente -en su caso, eso suponía vender menos de un millón de copias- y fue su último trabajo para Warner.
En los años posteriores, Eddie Van Halen tuvo que enfrentarse con lo que él mismo denominaba “accidentes laborales”. Sus acrobacias en el escenario requirieron un reemplazo total de cadera; también explicaba su cáncer de garganta por su hábito de llevar entre los dientes las púas metálicas que utilizaba.
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