Once cuerpos ocultos dentro de la muralla
La pérdida de una inscripción en piedra del siglo XII en la Real Academia de la Historia impide resolver qué rey ordenó cubrir con sillares una necrópolis en la soriana Almazán
Almazán es un municipio soriano a orillas del Duero que apenas roza los 5.500 habitantes, pero en la Edad Media fue un poderoso centro político donde se reunían los reyes castellanos y navarros para coordinar incursiones en territorio musulmán. Entre sus murallas se dieron posiblemente cita a lo largo de los siglos, entre otros personajes históricos, doña Urraca, Alfonso VI, Sancho III de Castilla, Alfonso I de Aragón, Alfonso I El Batallador o Alfonso VII el Emperador.
La ciudad estaba rodeada de una poderosa defensa con foso que los historiadores calculan que fue levantada en torno a 1128. Pero no están del todo seguros: no hay demasiados datos. Ahora, el reciente estudio Almazán: de necrópolis y murallas medievales, escrito por expertos de las universidades Complutense y Autónoma de Madrid y del equipo arqueológico Baraka, ha desvelado el oscuro secreto que se ocultaba bajo el baluarte.
Tras realizar 15 sondeos junto a él y la posterior excavación de toda la zona, se han descubierto los restos de 22 cuerpos, 11 de lo cuales estaban literalmente bajo sus piedras y no se descarta que existan más en las inmediaciones. Pero no es el único misterio que destapa esta investigación: un epígrafe medieval enviado a Madrid a finales del siglo XIX desapareció, por lo no se ha podido saber qué monarca levantó la muralla.
El informe —firmado por los arqueólogos y biólogos Manuel Retuerce Velasco, Luis Alejandro García García, Jesús Herrerín López y Ainara Acebo Pérez— intenta explicar las razones de las extrañas inhumaciones bajo la infraestructura defensiva. El estudio recuerda que muy próxima a ella, en su tramo este, se levantó en el siglo XII la iglesia de Santa María de Calatañazor y que los cuerpos ahora hallados podrían pertenecer al cementerio de este desaparecido templo, sustituido en el siglo XVI por el que en la actualidad se puede contemplar.
Los autores del trabajo barajan tres posibilidades sobre el origen de los restos, de los que reconocen que su extracción fue muy complicada. Manuel Retuerce, profesor de Arqueología en la Complutense, lo explica: “La excavación resultó ser bastante dificultosa debido al estado en que se encontraron: muy débiles, fragmentados y poco consistentes”. Los que se pudieron sacar se transportaron al laboratorio, aunque “se dejaron in situ los situados bajo la vertical de la muralla y cuyas tumbas, por tanto, se prolongaban bajo esta hacia la zona intramuros”.
Los investigadores creen que las tumbas —hasta que fueron cubiertas por la muralla— siempre fueron visibles en superficie, “pero, en cualquier caso, eso no supuso un problema para los que levantaron la defensa”. En principio, los enterramientos podrían corresponder a cristianos. Es “la hipótesis más lógica”, señala Retuerce, pero el hecho de que los sepulcros estén escalonados y cubiertos con madera no descarta del todo que pudieran pertenecer a otras religiones. La madera “es un elemento común en el mundo medieval de las tres culturas (cristiana, judía y musulmana)”. En las necrópolis cristianas y hebreas las tapas correspondían a los ataúdes y en el rito musulmán también se puede cerrar la fosa abierta en el terreno natural con planchas de madera (alwah).
Aunque los arqueólogos se inclinan más por que sean enterramientos cristianos, “la hipótesis de que sean judíos tampoco puede ser rechazada”. “A favor”, incide Manuel Retuerce, “es que siendo una necrópolis judía se podría explicar más fácilmente que la muralla de Almazán le pasase por encima”, ya que “habría escasa o ninguna oposición por parte de los deudos”. Es decir, “las alegaciones en contra de esta minoría religiosa serían más fácilmente desatendidas que si la necrópolis hubiera sido cristiana”.
El estudio, que también analiza el sistema constructivo del baluarte defensivo, desvela otro hecho curioso y que afecta a la llamada Puerta del Mercado. En el siglo XIX este acceso seguía manteniendo una inscripción sobre la clave del arco interior que hacía referencia “a un rey Alfonso”. Pero en 1896, fue depositado en la Real Academia de la Historia. Sin embargo, esta institución, escriben los expertos, “no tiene ningún dato sobre él”.
Por su parte, la Real Academia de la Historia ha reconocido a este periódico que no sabe dónde se encuentra la piedra, pero no que esté en sus almacenes o en el Museo Arqueológico Nacional. Una carta que se guarda en sus archivos, fechada el 2 de marzo de 1896 y firmada por el académico Elías Romera, recuerda que se hizo entrega a la institución de la inscripción, que “se supone” que corresponde al reinado de Alfonso VI, aunque también menciona a Alfonso I El Batallador, a doña Urraca y a Alfonso VII.
“Es inverosímil que un epígrafe así pueda haber desaparecido de una institución como esta”, lo que impide determinar de qué rey se trata y, por tanto, concretar más detalles sobre la historia de la localidad y su muralla. Entre los candidatos estarían Alfonso VI de León y Castilla, Alfonso I de Aragón, Alfonso VII de León y Castilla, Alfonso VIII de Castilla o, incluso, Alfonso X de Castilla y León. Y es que todos están relacionados de alguna manera con este municipio soriano y su misteriosa muralla del siglo XII donde reposan para siempre 11 cuerpos que no pueden ser ni extraídos ni estudiados.
Babelia
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