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La disparidad de criterio en los aforos complica el acceso seguro a la cultura

El Teatro Real afirma que “el reglamento se cumplió” el domingo, cuando una parte del público forzó la suspensión de la función, y niega que discriminara a las butacas más baratas

A la izquierda, vista de los pisos superiores del Teatro Real en la función del domingo. A la derecha, el patio de butacas en ese momento. En vídeo, las protestas del público antes de la función.Foto: EPV
Raquel Vidales

Se respetó la normativa, pero los espectadores no se encontraron seguros y además los que habían comprado las localidades más baratas se sintieron discriminados. Este es el resumen que hizo ayer el presidente del patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, del incidente que obligó a cancelar la representación del domingo de Un ballo in maschera, la ópera de Verdi con la que el coliseo madrileño inauguró su temporada el viernes pasado. En el estreno no hubo quejas ni tampoco en la función previa que hubo el miércoles para jóvenes, pero el domingo un sector del público estalló en protestas porque no había butacas de separación y la obra se tuvo que suspender a los pocos minutos de su inicio. “El reglamento se cumplió, pero entendemos que la sensación subjetiva de seguridad es otra cosa. Vamos a trabajar para que no vuelva a ocurrir”, aseguró Marañón y Bertrán de Lis, sin concretar cómo. Mañana es la próxima representación.

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La normativa en la Comunidad de Madrid exige que no se supere el 75% del aforo y establece el uso de mascarillas, pero no obliga a dejar butacas de separación. El problema es que el Teatro Real tiene un rango muy variado de precios y el domingo se dio la circunstancia de que hubo más compradores en la zona más económica —llamada Paraíso porque está en los pisos superiores— que en el patio de butacas, lo llevó a pensar a quienes estaban arriba que se estaban aplicando distintas medidas de seguridad según los precios. “Puede que una parte de esos espectadores se sintieran discriminados y por eso llevaron la protesta hasta el extremo de obligarnos a suspender. Es lo único que se me ocurre para entender por qué no aceptaron el ofrecimiento de ser reubicados o recuperar el dinero de la entrada”, relató el presidente del patronato. “No ha habido discriminación. De hecho, en la función de estreno se dio la situación contraria: había más público abajo que en el Paraíso”, insistió.

El director general de la institución, Ignacio García-Belenguer, explicó que su equipo está estudiando una fórmula para mejorar esa sensación subjetiva de seguridad. “Pero no es fácil. Buena parte de las entradas ya están vendidas y muchas de ellas pertenecen a abonados que tienen butacas fijas. No podemos reubicarles como nos parezca”, explicó.

Previendo este problema, el Palau de les Arts de Valencia, que inaugurará su temporada el 27 de septiembre, ha bloqueado el 30% de sus butacas y ha publicado un plano en el que se ven los asientos clausurados, ofreciendo a los abonados afectados una reubicación lo más próxima a la butaca afectada y con las mismas condiciones de visibilidad.

La asociación Amigos de la Ópera de A Coruña, organizadora de la programación lírica en esta ciudad gallega, se asegura de que no se produzcan diferencias en las distintas zonas del patio de butacas y de que haya siempre como mínimo un asiento vacío entre espectadores. “Aquí todo el público está igual, no depende de la entrada que pague. Es intolerable hacer ese tipo de distinciones”, señala César López Wonenburger, director artístico, en referencia a lo sucedido en Madrid.

Ignacio García-Belenguer (izquierda) y Gregorio Marañón, en su comparecencia para explicar el incidente en el Teatro Real.
Ignacio García-Belenguer (izquierda) y Gregorio Marañón, en su comparecencia para explicar el incidente en el Teatro Real.Santi Burgos

Al malestar en el Teatro Real pudo contribuir también el hecho de que cuando el coliseo reabrió el pasado 1 de julio con La traviata, después de seis meses cerrado por la pandemia, sí estableció butacas de separación en todas las áreas, pues entonces la normativa lo obligaba, lo que pudo hacer pensar a los espectadores que ahora también sería así.

Tampoco ayudó la falta de un criterio unificado para establecer limitaciones de aforo. Cada autonomía dicta el suyo y puede cambiar de un día para otro. “El público debe saber lo que se va a encontrar cuando va al teatro porque solo así va a sentirse seguro. Llevamos meses trabajando en ello, lanzando campañas par transmitir confianza a los espectadores y pidiendo al ministro de Cultura que medie con las comunidades”, reclama Jesús Cimarro, presidente de la federación de empresarios teatrales FAETEDA. Con el lema #teatroseguro, las asociaciones de Madrid y Cataluña han lanzado una campaña para transmitir confianza y garantizando butacas de separación y todas las medidas de seguridad. “No se puede estigmatizar al sector por un incidente excepcional”, subraya Cimarro.

Puede incluso haber regulaciones distintas dentro de la misma comunidad como ocurre ahora en Madrid: un tope del 50% en las 37 áreas que sufren restricciones de movilidad y del 75% para el resto. Los teatros de Valladolid y Salamanca están cerrados porque desde el 2 de septiembre tienen un tope de 25 personas por recinto. “Cuando llegó la orden habíamos vendido ya muchas más entradas, por lo que tuvimos que suspender. Pero este viernes retomamos aunque sea con 25, es nuestra obligación como entidad pública”, explica Jose María Viteri, director del Calderón de Valladolid.

Los programadores reclaman en todo caso “proporcionalidad” en las limitaciones. Amigos de la Ópera de La Coruña, por ejemplo, empezó a vender abonos con un 50% de ocupación (por debajo del 75% que marca Galicia), pero cuando arrancaron las funciones el pasado 3 de septiembre se topó con que, debido al aumento de casos en A Coruña, la Xunta elevaba la restricción a un tope de 60 personas fuera cual fuera el tamaño del recinto. Eso suponía que al teatro Colón, que acoge la programación lírica, dotado de 850 asientos, podrían asistir los mismos espectadores que a un espacio con solo 200 sillas. La petición de los organizadores a las autoridades sanitarias para que corrigiesen esta “desproporción” no fue atendida. Hoy esa medida ya ha sido levantada.

En Andalucía, el aforo de los cines y teatros es del 65%, con un límite máximo de 800 personas para lugares cerrados. En esta comunidad no se ha cancelado ningún espectáculo por motivos de aforo, pero sí por otras razones relacionadas también con la pandemia. La Bienal de Flamenco en Sevilla canceló el espectáculo del bailaor barcelonés Jesús Carmona el 10 de septiembre tras conocerse el positivo de un miembro de la compañía. En Málaga, donde también se han anulado varios espectáculos, la mayor polémica ocurrió en agosto en el festival Starlite (Marbella), donde se criticó en las redes sociales que varios de los asistentes al concierto de Taburete acudieron sin mascarilla. Algo similar se dio en Cádiz por la celebración de una corrida en la plaza de toros (que cuenta con un aforo máximo del 50%) del Puerto de Santa María. Las quejas no vinieron por parte de los asistentes, sino posteriormente en las redes sociales, donde se denunció que no se cumplían las medidas de seguridad.

Con información de Sonia Vizoso, Ferran Bono y Santiago Cañas.

Cataluña amplía la capacidad en Barcelona hasta el 70%

Mientras el Teatro Real daba explicaciones ayer por el incidente en la función del domingo, en Cataluña se aprobaba la ampliación del aforo permitido en los teatros y cines de Barcelona y su área metropolitana del 50% actual al 70% La medida, largamente reclamada por el sector, que asegura que la apertura a medias no es rentable, llegó en medio de la polémica en Madrid y en un momento en el que la tasa de riesgo de rebrote ha subido en la comunidad, pasando de 154 a 168 por cada 100.000 habitantes, pero está muy lejos de los 680 que alcanzan otras comunidades como Madrid.

Los responsables de Cultura de la Generalitat se apresuraron a marcar las diferencias. “Eso no ocurrirá en ningún caso aquí. La gente no estará nunca codo con codo”, aseguraron, en referencia a lo sucedido en el Teatro Real. En todo caso, se pide al sector catalán extremar los controles para evitar aglomeraciones. JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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