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Largo viaje hacia la noche en Oriente Medio

El director Gianfranco Rosi sube el nivel de la Mostra de Venecia con ‘Notturno’, un desolador documental rodado en las fronteras de Siria, Irak, Kurdistán y Líbano

El director Gianfranco Rosi en la Mostra de Venecia el 8 de septiembre, antes de la proyección de su nuevo documental 'Notturno'.
El director Gianfranco Rosi en la Mostra de Venecia el 8 de septiembre, antes de la proyección de su nuevo documental 'Notturno'.GUGLIELMO MANGIAPANE (Reuters)
Álex Vicente

El director italiano Gianfranco Rosi regresó este miércoles a la competición en la Mostra de Venecia, siete años después de alzarse con el León de Oro en 2013 con Sacro GRA, con un nuevo documental rodado en las fronteras que separan Siria, Irak, Kurdistán y Líbano. Notturno recoge escenas cotidianas y breves encuentros con civiles, en el intersticio que dejan las guerras civiles y los ataques militares.

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El cineasta italiano no ha filmado frontalmente la violencia del conflicto, que se oye como un eco lejano en sus ordenados y engalanados encuadres. “Notturno empieza donde termina el trabajo del reportaje o los títulos del telediario, que después olvidan esas historias. Sentía la necesidad de contar algo más íntimo y emocional”, expresó Rosi en la rueda de prensa de la película, donde afirmó que todavía no ha dejado del todo atrás una experiencia que le ha cambiado la vida.

Notturno es la continuación lógica de Fuego en el mar, su anterior proyecto, una inmersión en la isla de Lampedusa durante la crisis de los refugiados, con la que ganó el Oso de Oro en la Berlinale de 2016 y lo consagró como uno de los nombres centrales del género documental en Europa. Entonces se le pudo reprochar que se interesase menos por esos migrantes que por una población italiana perpleja o temerosa ante la llegada masiva de demandantes de asilo. Su respuesta a esas críticas es esta nueva película en la que acude a los países de origen de muchos inmigrantes para mostrar las razones que les llevan a nadar hacia otras orillas.

Viudas que lloran a sus hijos asesinados en la cárcel, los pacientes de un instituto psiquiátrico que ensayan una obra sobre la historia de la región o un pescador que oye de lejos el estruendo de las bombas, una banda sonora ante la que ya ni se inmuta, protagonizan las pequeñas burbujas, filmadas por Rosi, de vida y de resistencia en medio del horror, que se despliegan en interiores silenciosos y paisajes lunares, que parecen rodeados de una noche permanente.

Como es habitual en el trabajo de Rosi, la película es una contemplación de la realidad sin bustos parlantes ni voz en off, aunque eso no significa que la cinta esté desprovista de intención. Más abstracta que Fuego en el mar y bastante menos folclórica en su acercamiento a la realidad retratada, la película no tiene una aspiración enciclopédica ni pretende condensar un problema difícil de resumir en dos horas de metraje, sino ofrecer una perspectiva complementaria a la periodística.

El resultado no es apto para impacientes. Notturno, uno de los títulos más potentes vistos hasta ahora en una competición tirando a átona, se toma su tiempo para desgranar sus pequeñas verdades. La recompensa llega con algunas secuencias demoledoras que, solo en algún caso, son también un tanto problemáticas, como cuando Rosi recurre a los niños para pronunciar el pathos sin que sea necesario, o cuando salta a la vista que las ha escenificado con sus protagonistas en nombre del embellecimiento estético. Ahí se reabre un debate tan eterno e irresoluble como el de los límites de la ética a la hora de reflejar las mayores atrocidades cometidas por el hombre.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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