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Muere Julian Bream, el guitarrista clásico que marcó el porvenir

El músico, fallecido a los 87 años, fue el principal continuador del legado de Andrés Segovia e inspiró a toda una generación de laudistas

Julian Bream, en una imagen de los años setenta.
Julian Bream, en una imagen de los años setenta.MICHAEL OCHS

Empezó imitando el estilo de Django Reinhardt y la música del Hot Club de France, pero ha terminado convertido en el principal epígono de Andrés Segovia. La guitarra clásica debe buena parte de su estatus actual al británico Julian Bream (Battersea, Londres, 1933), que falleció, el pasado viernes, en su casa de Donhead Saint Andrew, al sur de Inglaterra, a los 87 años. Y todo por un disco de 78rpm con una vieja grabación eléctrica, de 1927, donde Segovia toca Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega. “Cuando lo escuché no me quedó ninguna duda de que lo que quería hacer era tocar la guitarra de ese modo”, reconocía el guitarrista, en 2003, en el documental Julian Bream. My Life in Music, de Paul Balmer. “Es difícil describir la magia de esa grabación”, continúa, “y no he vuelto la vista atrás desde que escuché ese disco hasta el día de hoy”. Esa mirada hacia adelante le ha llevado a marcar el camino para los guitarristas del siglo XXI. No sólo ha contribuido a modernizar la forma de tocar, sino que ha combinado el interés por los instrumentos de época con el cultivo de la música contemporánea.

Bream empezó a tocar a los 11 años con su padre, un artista comercial y guitarrista aficionado de música popular. Y amplió su formación con un profesor local, pero fue crucial su relación con la Philharmonic Society of Guitarists de Londres. Allí encontró un lugar para mostrar su talento y dio su primera actuación pública, en abril de 1945, tocando el Estudio en Si menor, de Fernando Sor. Pero también tuvo acceso a las principales partituras y métodos del instrumento. En diciembre de 1947, Bream escuchó en Londres a su admirado Segovia, tocando el Concierto de Castelnuovo-Tedesco, y no perdió detalle con unos prismáticos de su técnica de la mano izquierda. A los pocos días, el guitarrista español escuchó a la joven promesa inglesa y le propuso que fuera su discípulo.

Bream no consiguió financiación para sus clases con Segovia, aunque siempre contó con su respaldo. En adelante, su formación como guitarrista fue básicamente autodidacta. Lo cuenta en el libro autobiográfico, A Life on the Road (1982), que escribió en colaboración con Tony Palmer. Su principal centro de estudio fue el Royal College of Music de Londres. Allí no había clases de guitarra y tuvo que optar por el piano. Pero su relación con el teclado le permitió modernizar tanto la programación como el estilo interpretativo de la guitarra. Evitó los programas de piezas variadas, que eran habituales en los recitales de Segovia, y optó por tocar obras completas, como las suites de Bach. Su acercamiento a la música empezó a sonar menos romántico y más objetivo, racional y moderno. Debutó como concertista en la Galería de Arte de Cheltenham, en febrero de 1947, aunque se había ganado la vida tocando en transmisiones de radio para la BBC o colaborando en bandas sonoras de películas. No obstante, su primer recital importante tuvo lugar, en el Wigmore Hall, en noviembre de 1951.

Un descubrimiento crucial en su trayectoria fue la música del compositor John Dowland. En 1950, y durante una visita a la Biblioteca Central de Manchester, se topó con una edición para piano de varias obras suyas para laúd. Fascinado por esa música, consiguió que un constructor de claves transformase una guitarra-laúd en un instrumento de la época isabelina. Y comenzó a compaginar la guitarra clásica con la música para laúd de los siglos XVI y XVII. Con ese instrumento histórico debutó, en 1952, en el Festival de Aldeburgh. E inició una estrecha amistad con el compositor Benjamin Britten, pero también una colaboración musical como acompañante al laúd de su compañero, el tenor Peter Pears. Su vínculo con la interpretación historicista prosiguió con la creación del Julian Bream Consort, en 1960, un pionero grupo musical especializado en música isabelina.

Bream inició su carrera fonográfica, a mediados de los años cincuenta, en Westminster. Grabó discos de guitarra clásica, con obras de Sor, Falla, Turina y Villa-Lobos, pero también de laúd con música de Dowland. Además registró para Decca, a partir de 1955, varios discos de canciones inglesas de la época de Shakespeare como acompañante de Pears o junto a su grupo. Pero su contrato discográfico más importante y duradero lo mantuvo, desde 1958, con RCA. Un inmenso legado que la actual Sony Classical reeditó, en 2013, dentro de una caja de 40 discos compactos titulada Julian Bream: The Complete RCA Album Collection.

Entre esos discos, destaca el dúo que mantuvo con el guitarrista australiano John Williams, una admirable cohesión entre dos músicos muy diferentes. Pero también su extensa colección de música española, que incluye un excelente registro de obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados, de 1983. Aquí escuchamos un ejemplo del estilo interpretativo de Bream siempre rico y atmosférico, variado y lleno de contrastes, que actualiza la tradición de Segovia con nuevo colorido y expresividad. Esta colección de grabaciones de música española para guitarra de los siglos XVI al XX, desde Alonso Mudarra hasta Joaquín Rodrigo, está relacionada con un documental en ocho partes dirigido por Barrie Gavin, en 1985, para Channel4. Se titula ¡Guitarra! The Guitar in Spain e incluye un recorrido por la historia de la música y del instrumento que es, al mismo tiempo, un viaje y un retrato de la cultura española. En cada capítulo, el guitarrista inglés realiza comentarios e interpretaciones donde toca varios instrumentos antiguos, como la vihuela o la guitarra barroca.

Bream siempre defendió su visión como outsider de la música española, pero trató de ampliar el repertorio de su instrumento. Promovió la creación de nueva música para guitarra al margen de la influencia española. Y encargó, sin éxito, obras a Paul Hindemith e Igor Stravinski. Pero otros escribieron para él, como William Walton, Benjamin Britten, Michael Tippett, Lennox Berkeley, Tōru Takemitsu, Hans Werner Henze y Peter Maxwell Davies. Es el caso de la magistral Nocturnal op. 70, de Britten, una composición escrita en 1963 como serie de reflexiones sobre la canción Come Heavy Sleep, de Dowland, y tras escuchar a Bream tocar Homenaje pour Le Tombeau de Claude Debussy, de Falla. El guitarrista británico incluyó su grabación de esta obra de Britten en 20th Century Guitar, de 1967, uno de sus mejores registros, pero también uno de los discos más influyentes de música para guitarra del siglo XX.

Bream superó una grave lesión en un brazo, en 1984, tras un accidente de coche. En los años noventa cambió su compañía discográfica por EMI/Warner Classics. Y grabó, junto a Simon Rattle y la City of Birmingham, un famoso disco con conciertos de Rodrigo, Takemitsu y Malcolm Arnold. Después, redujo progresivamente la actividad hasta retirarse de los escenarios en 2002. Su huella perdura en muchos guitarristas contemporáneos. Y ha inspirado a toda una generación de laudistas que crecieron escuchando sus grabaciones, como Paul O’Dette, Stephen Stubbs y Hopkinson Smith.

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