Cádiz no se arranca en el homenaje a sus grandes figuras del flamenco
La inminente apertura del museo de Camarón evidencia el retraso en los museos prometidos para Lola Flores, Paco de Lucía y Rocío Jurado
Cuentan que aquel 6 de septiembre de 1991 Rocío Jurado se quedó tan prendada de aquel auditorio que inauguró en la Expo92 de Sevilla que la artista consiguió una promesa de un cargo político de aquella época: algún día, ese lugar llevaría su nombre. Casi tres décadas después de aquello y 14 años del fallecimiento de la cantante gaditana, ese sigue siendo el único gran espacio cultural dedicado a la memoria de Rocío Jurado. No es la única deuda sin saldar que tiene Cádiz con sus artistas flamencos más universales. Solo la inminente apertura del museo de Camarón de la Isla, en San Fernando, rompe la tendencia de largos años de espera en las que llevan sumidos los prometidos espacios dedicados a la propia Jurado, en Chipiona; a Lola Flores, en Jerez, y a Paco de Lucía, en Algeciras.
Los cuatro flamencos tienen en común algo, más allá del genio y la fama internacional que les hizo convertirse en mitos nada más fallecer. A todos ellos, sus respectivas ciudades de origen les tienen prometido un museo prácticamente desde su muerte. Sin embargo, la falta de recursos económicos, los cambios en los proyectos originales, las desavenencias con los herederos o la mera desidia han mantenido bloqueadas la mayor parte de las iniciativas durante años.
Desde 2011 se espera el museo de Rocío Jurado en su ciudad, Chipiona. Pero escollos legales lo están retrasando
Si un nuevo escollo no lo impide, el centro dedicado a José Monje Cruz, Camarón de la Isla, en San Fernando debería romper este mal fario de Cádiz con sus artistas con su culminación este mismo verano. Y, más allá de los retrasos, expertos en museología de la provincia se preguntan si serán infraestructuras capaces de generar un contenido de calidad y atractivo que garantice su supervivencia.
Han tenido que pasar 28 años para que Camarón tenga al final un espacio propio en su ciudad natal. Será junto a la mítica Venta Vargas, tan vinculada al artista flamenco, y después de que ayuntamientos de distinto signo político estudiasen variadas ubicaciones por la localidad. “Es inconcebible que una leyenda de la cultura de este país como Camarón de la Isla no tuviera hasta ahora un museo”, reconocen desde el Consistorio.
En los 1.200 metros cuadrados de un edificio de nueva planta —en los que se están invirtiendo cuatro millones de euros procedentes en parte de la Unión Europea— está previsto un recorrido museográfico cronológico de la vida del artista que se dividirá en “Origen, Leyenda y Revolución”, según explican fuentes municipales. La obra en el espacio dedicado a Camarón se ha realizado dentro de los plazos previstos y ya está concluida, la museografía está en proceso y el plan es que la infraestructura abra antes del fin del verano.
Más lejano se antoja el museo que Jerez le debe a su artista reciente más internacional, Lola Flores. Su ayuntamiento calcula que el edificio, conocido como Nave del Aceite, no se convertirá en un homenaje a la flamenca hasta 2022. Un cuarto de siglo lleva esperando el equipamiento desde el fallecimiento de Flores y 10 años desde que se planteó la primera ubicación. La idea del consistorio es invertir 730.000 euros en distintas fases de adecuación de un inmueble que estará cerca del futuro Museo Flamenco de Andalucía —dependiente de la Junta de Andalucía—, otra de esas grandes infraestructuras culturales enquistadas durante años en la provincia.
Pero quizás uno de los casos más exasperantes es el de Rocío Jurado en Chipiona. La artista falleció en 2006 y, apenas cuatro años después, en 2011, ya tenía su museo listo con 400 batas de cola, premios, su piano de cola e incluso su coche Mercedes. Sin embargo, problemas judiciales con el edificio que contenía la colección derivaron en desavenencias del Ayuntamiento con Rocío Carrasco, heredera universal del legado de “la más grande”, como era conocida su madre. Aunque el Consistorio chipionero no ha contestado a la solicitud de información de EL PAÍS, en enero se dio a conocer que la institución había firmado un convenio con Carrasco para sacar al equipamiento del atolladero con una inauguración aún por determinar.
De todos los museos que Cádiz le debe a sus flamencos, el centro de interpretación del guitarrista Paco de Lucía en Algeciras es el que menos retraso acumula: apenas han pasado seis años desde que falleció en 2014. El Consistorio tiene previsto invertir casi 1,2 millones de euros —procedentes, en parte, de los fondos europeos territoriales ITI— en un edificio en el que ya han comenzado los sondeos geotécnicos y que debería estar listo a finales de 2021. El recorrido museográfico contemplará seis zonas que conciliarán “objetos, música, videos y tecnología, creando una envoltura global”, según explica el Ayuntamiento de Algeciras.
Solo el Consistorio algecireño asegura —al menos, públicamente— que su intención es conectar el centro de Paco de Lucía con “una futura Ruta del Flamenco uniendo las ciudades de Jerez, San Fernando y Algeciras”. Pero para el museólogo gaditano Carlos Millán es, precisamente, una de las claves de este tipo de proyectos: “Tenemos un problema con el flamenco en la provincia: está despreciado porque pocos saben qué es. La necesidad es conectar cada uno de los puntos. No vale con abrir y ya está”.
Tanto Millán como Myriam Rubio, gestores de la empresa 4Paredes, llevan años trabajando en el montaje de exposiciones con instituciones culturales como el Museo del Prado, con quien están preparando la muestra Las invitadas para el próximo mes de octubre. Tras ese bagaje saben que no pocos equipamientos expositivos municipales nacen con problemas. “Los museos necesitan una buena gestión, atraer público y que tengan detrás a un comité, fundación o familia capaz de generar inversiones para su sostenimiento. Si no, se mueren”, tercia sin rodeos Rubio.
Solo así los homenajes de Camarón, Rocío Jurado, Paco de Lucía y Lola Flores conseguirán seguir adelante, siempre que, de una vez, superen sus particulares escollos para hacerse realidad. “Todos pueden funcionar y tener mucho tirón si son capaces de contar una historia detrás de esa bata de cola que se expone. Tienen que estar vivos, la figura es casi la excusa”, zanja Millán.
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