Retratos fotográficos desde el sofá
La creadora Heather Glazzard ha inmortalizado a sus amigos a través de imágenes sacadas de videollamadas de FaceTime
La creatividad durante el confinamiento intenta aprovechar las herramientas que ofrece el progreso tecnológico. Se trata de encontrar una manera de sobrevivir, porque un artista sin su arte puede enloquecer. O, al menos, eso temía Heather Glazzard, fotógrafa de 25 años que vive en Londres: para ella, seguir tomando fotos representaba una necesidad primaria para salvaguardar su “salud mental”. En marzo, sus proyectos dejaron de existir y solo le quedaba su ordenador. “Entonces se me ocurrió la idea de sacar fotos de los amigos que no había visto en mucho tiempo a través de [la aplicación de videollamadas] FaceTime”, explica.
Glazzard ha trabajado regularmente para la revista británica iD y antes de la cuarentena había publicado su primer reportaje para Vogue Italia. Sentía que su carrera estaba despegando cuando sufrió una repentina interrupción. Pese a esto, descubrió que fotografiar virtualmente también tiene sus beneficios. El proyecto, que ahora es enseñado en algunas universidades para mostrar cómo los estudiantes pueden continuar trabajando incluso en este momento histórico, establece un contacto particular entre la creadora y el sujeto que se refleja completamente en las fotos.
Los protagonistas son amigos de Glazzard que se identifican como queer. Muchos de ellos formaron parte de Queer Project, un trabajo que la fotógrafa decidió publicar después de graduarse para denunciar “la falta de representatividad”, afirma. “Los estereotipos que veía eran rancios y yo quería retratarles de una manera positiva”, añade.
Cada llamada ha seguido el mismo proceso. Los sujetos elegían casi todos autónomamente su outfit y enseñaban su casa a Glazzard para buscar la esquina mejor y manejar los contrastes de luz. El resultado es un mixto entre selfie y retrato formal en el que la fotógrafa aparece en una pequeña ventana arriba o abajo como en las normales videollamadas. De esta manera, queda reflejada su acción: se le ve normalmente tomar la foto con su Iphone o en compañía de su novia Nora, con una mirada que parece inspirarse en las fotos de Jeff Wall, que ofrecen simultáneamente las expresiones del fotógrafo masculino y del sujeto femenino. Alrededor del modelo, siempre en vertical, la pantalla del ordenador muestra el porcentaje de la batería, las ventanas abiertas, las aplicaciones que se están utilizando. “Parecen fotos normales, pero esta vez tienen más potencia sobre la cámara. Parece un poderoso balance entre el sujeto y yo”, dice Glazzard.
Así, Loyin aparece con un pomposo vestido naranja en una expresión que recuerda una versión negra de La joven de la perla de Vermeer; Mud lleva un traje militar con un estéreo sobre sus piernas y Rachelle parece una aristocrática con pantuflas de conejo. Cada uno tiene su propia historia. Hay quienes están en aislamiento en Gales, como Joe, o en Malaysia, como Kelly, y la idea de Glazzard les ha ayudado a resistir al encierro. “La mayoría sigue cursando en la universidad, otros siguen recibiendo alguna comisión y como el resto de nosotros están viviendo tiempos difíciles”, afirma con una sonrisa.
Además de ofrecer un planteamiento nuevo en la fotografía, Glazzard ha encontrado en la iniciativa también beneficios psicológicos: “En Londres, te puedes perder tanto en las fiestas y en el trabajo que te olvidas de las personas fuera de esa burbuja. Necesitamos de verdad sentarnos y hablar con las personas mucho más que quedar atrapados en nuestro estilo de vida. Pienso que los seres humanos están hechos para este tipo de vida. La cuarentena nos ha dado la posibilidad de respirar y ser conscientes del mundo que nos rodea”, zanja. Así le ha pasado con su foto favorita, que retrata a su amigo Joe: “Llevo años fotografiando a Joe y también es uno de mis mejores amigos. Sin embargo, recientemente se mudó de Londres, y debido a la naturaleza de la vida de la capital, nunca pudimos pasar un rato juntos o hablar por teléfono. Esto nos dio la oportunidad de reconectarnos”.
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