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Muere Keith Tippett, pianista visionario del jazz inglés

Solista y compositor de amplia paleta, también animó grupos como Ovary Lodge, Centipede y Mujician

Diego A. Manrique
Keith Tippett actuando en Ámsterdam en diciembre de 1994.
Keith Tippett actuando en Ámsterdam en diciembre de 1994.Frans Schellekens (Redferns)

Keith Tippett, pianista de jazz, falleció el sábado 14, por causas no reveladas. Tippett, inglés de 72 años, protagonizó una vida musical apasionante, que incluyó complicidades con Robert Fripp y colaboraciones regulares con su esposa, la icónica Julie Driscoll, aparte de proyectos desmesurados como la orquesta Centipede.

Nacido en Bristol en 1947, Tippett demostró rápidamente una rara capacidad para generar entusiasmo que le ayudaría a ganarse la vida como pianista, primero en su ciudad natal y, a partir de 1967, en Londres. Su especialidad era juntar a instrumentistas de muy variados orígenes, desde el sudafricano Louis Moholo al londinense Elton Dean (el saxofonista que prestó su nombre a Reg Dwight, el futuro Elton John). Sabía elegir: Soft Machine le robó sus músicos de viento cuando el grupo de Canterbury giró hacia el jazz.

Carente de prejuicios, se entendía bien con los músicos de rock, igual que luego lo haría con los instrumentistas de conservatorio que debían tocar sus complejas partituras. Tippett se acomodó al trabajo ocasional como mercenario de estudio y así conoció a la mujer de su vida, la formidable cantante Julie Driscoll, que rompió con el grupo de Brian Auger –y el pop en general– tras casarse, cuando se rebautizó como Julie Tippetts (con “s”, tal como era el apellido original de su marido).

Llamó la atención de Robert Fripp, que usó sus pianos en varios discos de King Crimson, le llevó al programa televisivo Top of the Pops e incluso le propuso incorporarse al proyecto. Keith prefirió la libertad del jazz, aunque conservó relaciones amistosas con Fripp. Eso sí, aprovechó su visibilidad para sacar adelante Centipede, una agrupación descomunal que llegó a incluir a más de 50 músicos, incluyendo cuerdas y coro, y que siempre tuvo un hueco –cierto que en formaciones más reducidas– en los carteles de los más aventurados festivales europeos.

Esto se suele olvidar en los balances del rock progresivo, pero debemos agradecer al género que, aprovechando la apertura hacia lo diferente, un número de agrupaciones jazzísticas se hicieran un hueco en Vertigo, Neon y otros sellos prog: allí salieron discos de Tippett, la Brotherhood of Breath de Chris McGregor, el grupo Nucleus de Ian Carr, Assagai de Dudu Pukwana.

Cuando pasaron esos años de (relativas) vacas gordas, Tippett continuó desarrollando sus múltiples intereses. No siempre tenía acceso a buenos estudios de grabación, pero se esforzó en dejar testimonios de sus directos de piano solo (con un vocabulario cercano al de la música contemporánea), el grupo Mujician (con una querencia no exclusiva por el free jazz), los duetos con pianistas como Stan Tracey o Howard Riley, los recitales intimistas en compañía de Julie. De paso, demostraba que un músico de jazz podía llevar una trayectoria plena sin pasar por Estados Unidos.

Se dedicó igualmente a la enseñanza. Por su naturaleza cordial, Keith supo ganarse el respeto de sus estudiantes. Una enfermedad le retiró de todas sus actividades en los últimos años, pero aprovechaba cualquier respiro para volver, aunque fuera brevemente, a pisar los escenarios.

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