_
_
_
_
El hombre que fue jueves
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Alfredo Sanzol: “Esperando que nos digan: 'Ya”

El director del Centro Dramático Nacional cuenta la experiencia de pasar el coronavirus y se muestra ansioso por volver a la actividad

Marcos Ordóñez
Alfredo Sanzol.
Alfredo Sanzol.Samuel Sánchez

Habla el luminoso Alfredo Sanzol: “Como tanta gente, quería creer que era una gripe. Estuve seis horas en urgencias, y veinte días con fiebre. Me diagnosticaron neumonía, pero nos fuimos para casa. Cuando bajó la fiebre me puse a escribir la obra que haré la temporada próxima: El bar que se tragó a todos los españoles. Ya tengo la primera versión. La acabé durante el confinamiento. Cuando estuve malo no podía leer, ni ver el ordenador, ni la tele, ni nada. Me costaba horrores concentrarme, me mareaba solo de pensarlo. Eso sí, tuve mucho tiempo para pensar lo que iba a escribir. Lo iba armando en la cabeza, como si fuese una especie de sueño. Es la primera vez que me ha pasado. Yo soy muy de tomar notas, de ir haciendo fichas. No podía ni hablar: me agotaba. Estaba en un sillón todo el día. Ahora estoy repasando la segunda versión. Se la he dado a leer a gente de mi alrededor, como siempre, para que me pasen notas”.

Ya tienen, dice, pensada la temporada 20-21 del Centro Dramático Nacional, de donde es director. “Yo quisiera abrir en septiembre. O antes, claro. Y estrenar lo mío en febrero. Tengo muchas ganas de volver a ensayar. He empezado a hacer el reparto. Montaré la función con nueve actores, aunque harán muchos personajes. Quiero contar un viaje de conocimiento, de crecimiento. Hace dos años de mi obra anterior”.

“Tuve muchos sueños”, continúa. “Y muchos recuerdos. Yo creo que en estas situaciones, la cabeza se defiende intentando crear normalidad. Y cuando ha pasado la tormenta, te das cuenta de dónde estabas. Aceptar que te han contagiado te lleva a otra realidad, un mundo con palabras como ‘desescalada’ y muchas máscaras. Pero repito: ‘Tengo una obra caliente. Y un teatro’. Vivimos pendientes de que nos digan: ‘Ya. En 15 días puede entrar el público’. Es capital que trabajadores, intérpretes y espectadores tengan todas las garantías. A ratos también nos sentimos como una compañía a la que le han retrasado el estreno. Esperando que levanten el telón, y con unas ganas locas de volver a pisar escenario. Como se ha hecho el teatro toda la vida. Eso también tiene mucho de sueño: un teatro vacío. Te preguntas: ‘¿Qué ha pasado con la gente?’. Por eso, desde el comienzo de la reclusión, hemos empezado a hacer cosas en la web. Y a encargar textos, vídeos… El mensaje para el público es que estamos con un pie en el escenario y esperando a poner el otro. Vamos a empezar la temporada con los espectáculos que se suspendieron en primavera o no llegaron a escena: Días felices, dirigido por Pablo Messiez; El chico de la última fila, de Mayorga; Otoño en abril, de Carolina África, y Tribus, de Nina Rae, dirigida por Julián Fuente Reta. Fíjate: la escenografía de Días felices sigue en la sala Nieva porque hemos estado esperando hasta el final: hubiéramos entrado directamente. Por eso no está desmontada. Esa era la actitud: decirnos que el CDN no ha suspendido la temporada”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_