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Lola Flores: 12 episodios para conocer su personalidad arrolladora

Personas que coincidieron con ella cuentan anécdotas de una artista inimitable cuando se cumplen 25 años de su muerte

Carlos Marcos
Lola Flores cocina uno de sus mágicos remedios en una imagen de los años ochenta.
Lola Flores cocina uno de sus mágicos remedios en una imagen de los años ochenta.

Lola Flores fue una persona irrepetible. El músico Antonio Carmona, voz de Ketama, lo refleja en esta frase: “Entraba en una habitación y absorbía toda la energía. Tenía un carisma apabullante”. Durante toda su vida ofreció mucho arte y también protagonizó anécdotas que se recuerdan aquí y que ayudan a hacerse una idea de su personalidad.

- “Que me vean los mariquitas”

Así visualizó su velatorio la artista cuando le preguntaron en un programa de TVE a principios de los ochenta: “Que me pongan en el vestíbulo del Teatro Calderón, para que pase la gente, los mariquitas, que me quieren mucho, y toda la gente que es admiradora de mi arte, que son muchos. Y que hagan una colita, todos y me vieran. Ya sé hasta lo que van a decir: ‘Ay, qué lástima, Lola, con lo graciosa que era”. No fue en el Teatro Calderón, sino en el Centro Cultural de la Villa. Pero, lo demás, todo fue muy parecido.

- Su relación clandestina y a la vez pública con Manolo Caracol

La pareja que formó con Manolo Caracol era fuego. Protagonizaron películas y espectáculos. Primero fue Caracol quien se fijo en ella; más tarde ella, ya una estrella, le contrató a él. “Todo el mundo sabía que tenían una relación sentimental y, claro, aquellas interpretaciones suyas eran tremendamente morbosas. Era una relación clandestina porque Caracol estaba casado. Hablamos de los años cuarenta y en España. Pero todo el mundo cuando los veía sabía que había mucho de realidad cuando interpretaban esas historias de amores imposibles”, comenta Alberto Romero, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Cádiz y autor de Lola Flores. Cultura popular, memoria sentimental e historia del espectáculo.

- “Mantenía a un montón de gente”

Lo cuenta Antonio Carmona: “Lola era una ONG andante. La gente no se puede imaginar a todo el que mantenía. Es que veía a cualquier gitanillo en la calle, sacaba dinero y se lo daba. Su hijo Antonio era igual”.

- La generosidad de El Pescaílla

Lola Flores y Antonio González El Pescaílla se tuvieron que casar a las seis de la mañana y casi clandestinamente. La razón: El Pescaílla tenía una hija de tres años, Antoñita, con Dolores Amaya, sobrina de la bailaora Carmen Amaya. El clan de los Amaya quería impedir la boda. Fue el 27 de octubre de 1957. Desde entonces y hasta la muerte de Lola Flores, en 1995, estuvieron juntos. “El Pescaílla era un genio, el inventor de la rumba catalana. Pero su carrera artística quedó frenada por su generosidad. Lola tenía que viajar para actuar y alguien se tenía que quedar con los tres niños [Lolita, Antonio y Rosario]. Y lo decidieron así. Y me parece bien, pero a los músicos nos da coraje que El Pescaílla no desarrollase más su talento musical, porque era muy grande”, comenta Antonio Carmona.

- Su primera puñalada: la muerte de su hermano con 16 años

Lola Flores era la mayor de tres hermanos. Su hermana Carmen, 13 años menor, y Manuel, diez años menor que Lola. Carmen todavía vive: tiene 83. Pero Manuel se murió con 16. “Era guapísimo, con ojos verdes. Yo mantenía a mi familia. Cuando la gente dice: ‘Qué feliz es Lola’. Pues fíjate que al principio de mi carrera, cuando yo podía haberle dado a mi hermano todo lo que yo quería, no se lo pude dar porque de un apéndice tonto se fue en siete días”, dijo en una entrevista.

- “Una mujer sin los labios pintados no es una mujer”

Irene Vázquez, integrante del dúo artístico Hermanas Chamoro, pasó temporadas viviendo en El Lerele, la casa madrileña de los Flores. Vázquez nos cuenta esta anécdota matutina: “Estaba tomándome el primer café y bajaba con los labios pintados para desayunar. Me pasaba la barra de labios Yves Saint Laurent y me decía: “Una mujer sin los labios pintados no es una mujer”.

- Lola Flores y Julio Iglesias, la extraña pareja

Lo mires por el ángulo que lo mires, hay muy pocas cosas que tengan en común Lola Flores y Julio Iglesias. Sin embargo. fueron grandes amigos desde que se conocieron a finales de los años setenta. Así retrata la relación Óscar García Blesa en su libro Julio: “Mientras que el cantante madrileño había construido su monumental éxito embutido en un traje de etiqueta y un discurso chic, Lola Flores lo había hecho en un traje de faralaes y con su inagotable derroche de raza. Pero sintieron una mutua admiración que duró toda la vida. Su distancia musical quedaba reducida a la nada cuando juntaban su carisma”. Julio definió así a Lola: "Un monumento tan importante con La Cibeles o el Museo del Prado”. El cantante se encargó personalmente de montar un homenaje musical a La Faraona en Miami en 1990. Y su interpretación de La Paloma a dúo queda para sellar una extraña, pero gran amistad.

- Los remedios ‘médicos’ de Lola

Lola Flores era una artista también del puchero, y de remedios caseros. Una de sus especialidades era la siguiente: hervir dos cebollas, cuatro dientes de ajo y echar un poco de Jerez. “Y con eso no te pones malo”, remataba. “Sabía todos los trucos para sobrevivir”, asegura Irene Vázquez.

- El frigorífico siempre tiene que estar lleno

La artista daba mucha importancia a que el frigorífico siempre estuviese lleno. Para ella era un reflejo de que las cosas rodaban bien. Su hijo Antonio, sabiendo esa obsesión de su madre, alguna vez fue por la noche a un establecimiento abierto las 24 horas para comprar cualquier cosa y que, cuando se levantara su madre, viera la nevera repleta.

- Lola “destroyer”

En mayo de 1994, Antonio Flores edita su disco Cosas mías. La discográfica celebra una fiesta para periodistas y amigos para presentarlo. Fue en sala Morocco de Madrid. David López era un joven de 22 años que trabajaba llevando las relaciones con la prensa en la compañía del hijo de La Faraona. Y cuenta esta anécdota: “Era llamativo ver la cantidad de copas y botellas que inundaban la mesa del reservado de la familia, con Lola Flores al frente. Digno de las celebraciones rockeras más destroyer".

- “Si me queréis algo, irse”: una maestra de las frases geniales

Aunque este manido, hay que recordar lo genialmente ocurrente que era Lola Flores. Tenía gracia, verborrea, falta de prejuicios y mucha confianza en sí misma. Aquel “si me queréis, irse” que vociferó ante la multitud que desbordaba la boda de su hija Lolita es parte de la cultura pop de España. O cuando se le perdió un pendiente en pleno concierto en un programa de televisión. Angustiada, no paró de actuar mientras miraba al suelo buscando la preciada joya: “Perdón, pero se me ha caído un pendiente enorme. Bueno, ustedes me lo vais a devolver porque mi trabajito me costó”. O cuando dijo esto y no le faltaba razón: “Yo tengo más fuerza que Chernóbil. ¿Tú te acuerdas de Chernóbil, este que ha dado la energía esa que se fue? Pues más fuerza que Chernóbil tengo”.

- Inventó el ‘crowdfunding’

Igual la gente se cree que el crowdfunding, las pequeñas donaciones de mucha gente para financiar un proyecto normalmente artístico, se creó con la llegada del mundo digital. Pues no: como algunas otras cosas, es obra de Lola Flores. A finales de los años ochenta la artista pasó por lo que ella definió como uno de los momentos más duros de su carrera. Se sentó en el banquillo para dar cuenta de unos años (de 1982 a 1985) en los que no tributó a Hacienda. Fue cuando tuvo esta gran idea: “Si una peseta diera cada español… Y después yo, no sé, me iría a un estadio con todos los que han dado esa peseta, o esas cien pesetas, para tomarme una copa con ellos y llorar de alegría”. ¿Una peseta? ¿O cien? ¿Un estadio? ¿Una copa? ¿Es o no es todo una brutal maravilla?

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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