Alfred Hitchcock, de la A a la Z
Diccionario, creado con sus propias palabras, de uno de los directores de cine más famosos, en el 40º aniversario de su muerte
Hace cuarenta años que murió Alfred Hitchcock, el primer cineasta cuyo nombre fue conocido para el gran público, el primero que logró que los espectadores fueran a ver “una de Hitchcock”, el primero en salir en un tráiler (grabado durante la filmación de Psicosis). François Truffaut dijo de él: “No solo intensificó la vida, sino también el cine”. Aquí presentamos un diccionario construido con sus propias palabras para entender a un creador al que, según Truffaut, “nunca le preocupó saber exactamente qué decían sus películas”.
ALMA HITCHCOCK. [Su esposa fue su gran colaboradora, desde los guiones hasta el montaje; se conocieron a mitad de 1921 y ella era un día más joven que el cineasta] La primera vez que la vi me pareció un poco estirada. No podía verla sin sentirme ofendido, pero no podía evitar mirarla.
BUÑUEL, LUIS. Es de los directores que más admiro, aparte de a mí. Viridiana, Ese oscuro objeto del deseo, Tristana...
CATOLICISMO. No sé si soy religioso. El hecho de ser religioso reside enteramente en la propia conciencia, seas o no creyente. A mí me adoctrinaron en una actitud católica. Después de todo, soy católico de nacimiento, fui a una escuela católica y ahora tengo una conciencia con un montón de juicios sobre esa creencia.
DESEO. La secuencia del beso de Encadenados fue complicada para los actores [Ingrid Bergman y Cary Grant]. Detestaban hacerla. Se sentían a disgusto y se quejaban de la manera en que tenían que agarrarse uno a otro. Les dije que me daba igual, que lo que me interesaba era el efecto que produciríamos en pantalla. La secuencia fue concebida para mostrar el deseo que sienten uno por el otro y había que evitar que se rompiera el tono. Si les separo, se pierde el deseo.
EMOCIÓN. Mi principal satisfacción con Psicosis es que la película actuó sobre el público. Me enorgullece que sea un filme que pertenece a los cineastas más que el resto de mi obra. No conseguiré tener con nadie una verdadera discusión sobre este filme. La gente dirá: “Es algo que no hay que hacer, el argumento era horrible, los protagonistas eran pequeños, no había personajes”. Cierto, pero la manera de construir esta historia y de contarla ha llevado al público a reaccionar de una manera emocional.
FRACASO. Me gusta mucho Vértigo. Me molesta por el fallo que hay en el relato. El hombre, el marido que ha arrojado el cuerpo de su mujer desde lo alto del campanario, ¿cómo podía saber que James Stewart no iba a subir las escaleras por el vértigo? En fin, Vértigo cubrió gastos. Fue un fracaso. Usted sabe [es una charla con François Truffaut] que una de nuestras debilidades, cuando alguno de nuestros filmes no marcha bien, es acusar al servicio de ventas. Por lo tanto, para respetar la costumbre, critiquemos al servicio de ventas, diciendo: “¡Vendieron mal el filme!”.
GRATUITO. Practico la religión de la gratuidad, el gusto por la fantasía fundada en el absurdo. Un ejemplo que no pude meter en Con la muerte en los talones. Quería rodar una larga secuencia dialogada entre Cary Grant y un capataz de una fábrica de coches en Detroit ante una cadena de montaje. Hablan de un tercer hombre. Tras ellos, el automóvil empieza a ajustarse pieza a pieza e incluso lo llenan de aceite y de gasolina; al final de su diálogo, contemplan el coche completamente montado a partir de nada, de un simple tornillo, y comentan: “Es realmente formidable, ¿eh?”. Y, entonces, abren la portezuela del coche y cae un cadáver. ¿De dónde procede el cuerpo?
HITCH. Soy Hitch [solía decirlo alargando la palabra], sin el cock [en inglés, término popular para el pene].
IMPERFECCIÓN. [A la pregunta de André Bazin del ideal que perseguía en un rodaje] La calidad de la imperfección. Es fundamental, y lo digo muy en serio.
JUVENTUD. En mi juventud adquirí conocimientos prácticos del oficio de ingeniero, la teoría de las leyes de la fuerza y el movimiento. Y sentía un enorme entusiasmo por las películas. Leía revistas de cine, no las de fans, sino las profesionales, sindicales, corporativas
KELLY, GRACE. Grace Kelly me interesaba porque en ella el sexo era indirecto. Si el sexo es demasiado llamativo y evidente, no hay suspense. ¿Por qué elijo actrices rubias y sofisticadas? Buscamos mujeres de mundo, verdaderas damas que se transformarán en prostitutas en el dormitorio.
LITERATURA. No leo jamás novelas ni otra clase de obras de ficción. Lo que suelo leer son biografías de personajes contemporáneos y libros de viajes. Me resulta imposible leer literatura de ficción, porque, de manera instintiva, me haría la siguiente pregunta: ¿se podría hacer con esto una película o no?
MACGUFFIN. Es un rodeo, un truco, una complicidad, lo que se llama un gimmick. Lo inventó Kipling en sus historias de espionaje, en las que se trataba de manera invariable del robo de los planes de la fortaleza. Esos planes deben de ser de gran importancia para los personajes de la película, pero nada importantes para mí, el narrador. Mi mejor macguffin -y, por mejor, quiero decir el más vacío, el más inexistente, el más irrisorio- es el que mueve Con la muerte en los talones. Es un filme de espionaje y la única pregunta que se hace el guion es la siguiente: ¿qué buscan los espías?
NOVAK, KIM. La primera vez que nos vimos estaba rígida de miedo y a la defensiva. Me resultó muy difícil conseguir de ella lo que yo quería, puesto que su cabeza estaba llena de ideas propias.
OBRA MAESTRA. A menudo se habla de los cineastas que, en Hollywood, deforman la obra original. Mi intención es no hacerlo nunca. Yo leo la historia una sola vez. Cuando la idea de base me sirve, la adopto, olvido por completo el libro y fabrico cine. Lo que yo no comprendo es que alguien se apodere realmente de una obra, de una buena novela cuyo autor ha empleado tres o cuatro años en escribir y que constituye toda su vida. Si yo rodara Crimen y castigo no sería necesariamente bueno. Si coge usted una novela de Dostoievski hay muchas palabras en ella y todas tienen una función. Y para expresar lo mismo de una manera cinematográfica, sería preciso sustituir las palabras por el lenguaje de la cámara y saldría una película de seis o diez horas. En otro caso no sería serio.
PADRE. Mi padre era muy excitable. Yo tenía cuatro o cinco años. Me mandó a la comisaría de policía con una carta. El comisario la leyó y me encerró en una celda durante cinco o diez minutos diciéndome: “Esto es lo que se hace con los niños malos”. No puedo ni imaginarme qué hice para merecer esto; mi padre siempre me llamada su “ovejita sin mancha".
QUINCEY, THOMAS DE. Thomas De Quincey tiene un delicioso ensayo titulado El asesinato como una de las bellas artes. En él se puede leer: “Si en alguna ocasión un hombre cae en la tentación del asesinato, muy pronto empieza a pensar en el robo, y del robo pasa a la bebida y a no cumplir los preceptos sabáticos, y de ahí al incivismo y a la dilapidación. Una vez ha iniciado esta cuesta abajo, nunca sabes dónde parará”.
RODAR. No filmo nunca un trozo de vida porque esto la gente puede encontrarlo muy bien en su casa o en la calle. No tiene necesidad de pagar para ver un trozo de vida. Por otra parte, rechazo también los productos de pura fantasía, porque es importante que el público pueda reconocerse en los personajes. Rodar películas, para mí, quiere decir en primer lugar y ante todo contar una historia. Esta historia puede ser inverosímil, pero no debe de ser jamás banal.
SUSPENSE. Mi principal golpe de suerte consiste en haber tenido el monopolio del suspense. Nadie se interesa en estudiar sus reglas. Selznick, el productor, se quejaba porque mi manera de dirigir era un jeroglífico, incomprensible como un crucigrama. Porque no rodaba mas que trocitos de película y no se podían reunir sin mí, y no se podía hacer otro montaje que el que tenía en la cabeza mientras rodaba. En el fondo, el campo de las reglas del suspense ha sido solo mío. El suspense es como una mujer. Cuanto más se deja a la imaginación, mayor es la excitación.
TRUFFAUT, FRANÇOIS. [En una cena homenaje a Hitchcock en 1979 organizada por el American Film Institute, Truffaut dijo esto sobre el hombre al que dedicó un libro fundamental en la historia del cine] En Estados Unidos ustedes llaman a este hombre Hitch. En Francia nosotros le llamamos señor Hitchcock.
UNIVERSAL, ESTUDIOS. Una vez me animaron a vestirme de mujer en los estudios Universal [en 1930 o 1931]. Me preparé durante horas, con vestuario, maquillaje, peluca y todo [la prueba se filmó y el material se guardó durante décadas en los archivos de la major, hasta que desapareció de la oficina del cineasta en ese estudio tras su muerte].
VICIO. Las esposas de la policía siempre han tenido una evidente connotación sexual. Cuando visité el Museo del Vicio en París, observé las numerosas muestras de aberraciones sexuales por vía de la restricción. Por supuesto, también hay cuchillos, una guillotina y toda clase de información.
‘WHODUNITS’. No me gustan mucho los whodunits [quién lo hizo]. Hacen pensar en un rompecabezas o en un crucigrama. Se espera tranquilamente la respuesta a la pregunta: ¿quién ha matado? Ninguna emoción.
X (por pornografía). ¡Nunca tengo sueños eróticos o pornográficos!
‘YO CONFIESO’. Los católicos sabemos que un sacerdote no puede revelar un secreto de confesión, pero los protestantes, los ateos, los agnósticos piensan: “Es ridículo callarse, ningún hombre sacrificaría la vida por algo semejante”. No debería haber realizado Yo confieso.
ZANUCK, DARRYL. Náufragos, que produjo él, exigió un año de producción y costó casi dos millones de dólares, por lo que Zanuck [dirigía Twentieth Century Fox] se sintió traicionado. Hasta que vio el primer montaje y dijo que era un filme notable que podía ganar muchos premios. Mi cine siempre ha estado en mi cabeza.
Babelia
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