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Primera víctima entre los libreros: cierra Los Editores

La librería madrileña decide echar el cierre después de casi cinco años de intensa actividad literaria, un mes y medio sin ventas y una perspectiva impredecible

La libreria Los Editores, en la calle Gurtubay de Madrid.
La libreria Los Editores, en la calle Gurtubay de Madrid.Jaime Villanueva (EL PAÍS)

La librería Los Editores, de Madrid, ha anunciado el cierre definitivo a sus clientes, lectores y amigos. Este lunes, casi cinco años después de su apertura en el barrio de Salamanca, Pilar Eusamio y Philippine González, dueñas de la tienda, han enviado un correo electrónico en el que se despedían de su actividad literaria. “Dadas las circunstancias, suponemos que imaginaréis muy bien los motivos”, explican sucintamente a sus fieles para no ahondar en la despedida. Eusamio ha preferido no añadir por teléfono más comentarios a sus notas escritas: “Os damos las gracias por estos años maravillosos que hemos compartido, un abrazo fuerte y hasta pronto”.

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El pasado 19 de marzo González tenía previsto visitar al notario con su compañera para firmar el traspaso de la tienda a Eusamio. El decreto del confinamiento para frenar al Covid19 unos días antes de la cita, el 14 de marzo, lo frenó todo. “Queríamos irnos a comer por ahí las dos y celebrar ese cambio de manos, ¿te acuerdas? Un cambio, decíamos, que solo iba a serlo en el papel, porque ahí seguiríamos las dos por siempre. No sé si por los pelos el estado de alarma nos salvó de algo que ahora, con este bicho inmundo que se ha metido en nuestras vidas, se me presenta como una temeridad”, le escribía Philippine a Pilar hace poco. La dueña y fundadora se preguntaba cuándo volvería la normalidad y cómo sería. “¿Qué papel tendrán en ella los libros, las librerías? Como la cosa estaba fácil para esta profesión…”, apuntaba con ironía la cruda realidad que arrastra el oficio desde la pasada crisis financiera y que parecía remontar.

En el último estudio publicado por Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) se especificaba que la mitad de las librerías no alcanzan a facturar más de 90.000 euros anuales, lo que deja a estos comercios al límite de la supervivencia. En Madrid -segundo mercado nacional del libro tras Cataluña-, cada año cierran el doble de librerías de las que abren, según el recuento del Gremio de Librerías de Madrid (GLM). Desde 2000 han echado el cierre 209 puntos de venta de libros y se han abierto 108. En 2019 el cómputo final fue de tres nuevas y ocho clausuradas. El año que Los Editores abrieron al público, a finales de 2015, fue especialmente sangriento: junto a ellas abrió otro negocio, y desaparecieron 12. Sin embargo, detrás de cada lector parece haber un librero dispuesto a iniciar el camino y las ilusiones, y los años siguientes fueron menos crudos. El cierre de la librería Los Editores es un aviso, un augurio, una llamada de emergencia.

“Maldita enfermedad”

“Hace unas semanas tenía el toro cogido por los cuernos y me comía el mundo. Ahora, semanas después y tras evaluar todo lo que está ocurriendo, tengo que pedirte que cierres un negocio que está siendo muy costoso y nos va a arruinar y no hablo de dinero. Siempre he pensado en el privilegio que supone poder traer un sueldo a casa y ganarme la vida en lo que me hace feliz, pero esta maldita enfermedad se está llevando por delante cosas mucho más importantes que este dolor de cabeza que tú ya no soportas más y yo sufro desde hace mucho”, contesta Pilar Eusamio a su socia. Las cuentas no cuadran, porque lo que antes se solucionaba trabajando diez u once horas al día, seis días por semana, ya no es suficiente, ni siquiera con el centenar de actividades que organizaban al año. Pilar Eusamio, en su tono alegre y valiente habitual, le recordaba a González que siempre han dado soluciones a todo lo que se les ha puesto por delante: “Entre todas hemos creado una comunidad de personas con las mismas inquietudes, personas con las que compartimos horas y horas de vida, los mejores clientes del mundo”, recuerda la librera.

“Cuando abrió la librería Los Editores en el barrio, fuimos muchos los lectores que comenzamos a frecuentarla, especialmente porque en el barrio no había ni una librería, quitando grandes superficies. Pasaron los años y las libreras -primero Isabel, luego Mia y las incombustibles Pilar y Manuela a la cabeza- se convirtieron en las proveedoras de nuestro vicio favorito: todo lo conseguían y con una eficacia sorprendente”, recuerda Belén Bermejo, editora de narrativa y poesía en Espasa. “Va a ser difícil pasar por Gurtubay y no añorar los ratos vividos allí: como editora, muchas presentaciones felices; como lectora y amiga, horas y horas en las que me han cuidado y mimado y en las que el establecimiento se ha convertido en un lugar de encuentro. En Los Editores, como en todas las buenas librerías, no solo vendían libros, sino que se preocuparon por ir más allá y componer un tejido cultural que va a ser muy difícil de recuperar”, dice Bermejo.

Pablo Bonet, secretario del GLM y de la Feria del Libro, señala la mayor dificultad de estos comercios: las librerías viven al día, son muy vulnerables. No es fácil sobrevivir un mes y medio con el negocio cerrado, el alquiler sin frenar y los proveedores demandando las facturas de marzo y abril. Y lo peor es el regreso a esa normalidad de la que hablaba González. “Dada la situación muchas librerías no van a tener más remedio que cerrar de aquí a fin de año, sobre todo si no se diseña un plan de emergencia y no lo hay”, cuenta Bonet, que desde hace semanas esperan la inyección de compra de libros para bibliotecas de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. Y no llega.

Cuentan los libreros que necesitan previsión por parte de las Administraciones. Les urge saber si van a tener en lo que queda de año una dotación de compra de libros para las bibliotecas madrileñas. “Pero nadie de la Comunidad ni del Ayuntamiento dice nada. Así que la vuelta es impredecible. Por eso muchas de las librerías con uno o tres empleados están al límite. Van a cerrar muchas librerías y no es un invento: son números y no cuadran. Si, además, los bancos no están dándonos los préstamos ICO para cubrir estos meses, es el cierre por asfixia”, añade Bonet. De hecho, la Feria del Libro, que se ha movido a octubre, tampoco está garantizada: José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid, estima que no habrá conciertos ni eventos deportivos multitudinarios en verano y en otoño “habrá que analizarlo”.

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