La pandemia del coronavirus aboca al sector editorial a un cambio de modelo
Con librerías cerradas, novedades pospuestas o canceladas y ferias y presentaciones aplazadas, el mundo del libro busca redefinir una oferta sobredimensionada y salir adelante con el menor daño
El estado de alerta en el que está sumida España por el coronavirus se ha trasladado al sector editorial con un efecto de distinta intensidad según el actor afectado. Librerías cerradas que no saben cuánto podrán aguantar, distribuidoras sin pedidos, miles de autónomos sin trabajo y editoriales obligadas a suspender lanzamientos y presentaciones y a aplazar cualquier novedad como mínimo hasta mayo son los ingredientes de un panorama oscuro. Los cambios del día de Sant Jordi en Barcelona (se mantiene la convocatoria del 23 de abril, pero sin firmas y sin la gran fiesta callejera, que queda trasladada a una fecha por determinar), se sumaron el martes al aplazamiento de la Feria del Libro de Madrid hasta octubre, lo que reduce sustancialmente los ingresos de todo el sector en un momento clave del año. La tormenta puede servir, sin embargo, para redefinir una oferta sobredimensionada, buscar otras formas de promoción y fomentar el comercio electrónico.
La crisis ha estallado en uno de los momentos más delicados cuando, por ejemplo, Penguin Random House (PRH) lanza el 20% de las novedades de todo el año. En Planeta, que publica en sus distintos sellos una media de 200 títulos al mes, aseguran que ya recibieron “hace algo más de una semana” las anulaciones de pedidos. El servicio de novedades también se ha congelado en PRH, “al menos hasta mayo”, si bien en los almacenes de la filial española de la multinacional la actividad prosigue, reponiendo títulos ya en el mercado, que se sirven a supermercados o a las librerías que mantienen la venta online.
Los matices se encuentran en cómo dar salida a los títulos de una programación que suele cerrarse con al menos un año o hasta 15 meses de adelanto. PRH no descarta que se intenten recolocar títulos en un efecto dominó, que podría convertir julio ―“Si lo pactamos con las librerías”, aseguran— en un mes con novedades, lo que no es nada habitual. Y tampoco rechazan incrementar ligeramente las de octubre, en especial pensando en la Feria del Libro de Madrid. En Planeta, sin embargo, creen que “va a ser un mes y medio perdido, por lo que es evidente que se va a recortar notablemente la programación del año”. Una operación que viene forzada por una cuestión material: “En los almacenes tenemos ahora los libros de marzo y de abril y eso es a lo que hay que dar salida; nos tendremos que saltar mayo porque no podemos cometer el error de doblar las novedades que les llegan a los libreros”, y que el sector calcula por encima de los 150 títulos nuevos a la semana. “Hemos de dar una oportunidad a esos libros”, reflexionan desde Planeta, que se plantean posponer los títulos de autores extranjeros a 2021 y priorizar los de los españoles.
Fuera de los dos grandes grupos, la situación es similar. En Anagrama aseguran que van decidiendo semana a semana, en coordinación con los distribuidores, y que están realizando un esfuerzo “para hacer algo racional, que no genere más saturación y que la situación no sea una sentencia de muerte rápida para autores y libros. Hay cosas que pueden esperar. Hay que ser un poco más templados y dar su tiempo a los libros”, resume la editora Silvia Sesé. ¿Servirá para acabar con la burbuja de títulos? Así lo cree, por ejemplo, Diego Moreno, de la editorial Nórdica, que no ve, sin embargo, nada bueno en ello. “Eso pasará, posiblemente, pero no lo veo como algo positivo. Desparecerán libros más literarios, de más calidad, y se fortalecerán bestsellers, libros de grandes grupos que, no siempre pero sí a veces, tienen un riesgo mejor y una calidad menor”.
Tratamos de hacer algo racional que no genere más saturación y que la situación no sea una sentencia de muerte rápida para autores y librosSilvia Sesé (Anagrama)
Si la situación actual de cierre de tiendas y la paralización de la distribución física dura más de un mes y medio, editoriales y librerías pequeñas e independientes lo van a pasar muy mal. Todas las editoriales contactadas por este periódico piden ayudas, bien con inyección de capital público vía adquisición de libros para bibliotecas, bien flexibilizando toda la cadena las situaciones de devolución y pagos y subrayan algo: no seguir lanzando novedades estos días también va en esa línea de protección del canal clásico de librerías puesto que repartirlas ahora solo beneficiaría a grandes jugadores, Amazon incluido.
La distribución es el eslabón de esta frágil y compleja cadena que se encuentra en contacto con todas las partes. Verónica García, de Machado Grupo de Distribución, explica que siguen recibiendo pedidos de Amazon, Casa del Libro, FNAC y determinadas librerías que anunciaron siguen vendiendo por teléfono o Internet. Ayer martes, a primera hora de la tarde, solo habían tramitado 10 albaranes. Mantienen una actividad muy baja, las novedades se han frenado en seco y la reposición es muy lenta. El comercio electrónico parece el gran beneficiado de esta crisis de contornos difusos. Fernando Jiménez director de libros de FNAC España, advierte de que aún no disponen de mucha información, puesto que no ha transcurrido ni una semana desde la declaración del estado de alarma. "Por el momento no estamos notando mayor demanda de las novedades, quizás porque afortunadamente el mercado del libro no se basa tanto en megalanzamientos como en un amplísimo surtido de fondo. El cierre de las librerías físicas ha resultado en un “crecimiento importante en la venta de libros por Internet”, comenta, pero no hay un género que esté funcionando mejor que el resto.
En cualquier caso, las fuentes consultadas coinciden en que “el sector no va a salir igual”. La venta por el canal electrónico de libros físicos, que ahora oscila entre el 15 y el 18% del total, se intensificará. “El coronavirus nos ha pillado bien en eso: es una revolución pendiente del sector. La importancia de ese canal es cada vez mayor: las librerías deberán acelerar creando plataformas conjuntas; así no se podrá seguir: los tiempos lo requieren”, aseguran en Planeta.
Con la Feria de Londres y la reunión de la Asociación Internacional de Editores suspendidas, el sector mira ya para próximas contrataciones a Fráncfort, en octubre, como la Feria del Libro de Madrid. Entonces empezará a vislumbrar en qué ha quedado el mundo editorial.
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