Cierran el doble de librerías en Madrid de las que abren cada año
Desde el año 2000, en Madrid se han cerrado 209 puntos de venta de libros y se han abierto 108. El sector señala la falta de relevo generacional entre los libreros como su mayor amenaza
El balance de altas y bajas de las librerías madrileñas en las dos primeras décadas del siglo XXI es el parte de la batalla por la supervivencia. En el lado de las bajas la lista de nombres duplica al de las altas. Desde el año 2000, en Madrid se han cerrado 209 puntos de venta de libros y se han abierto 108, tal y como recogen las cifras del Gremio de Librerías de Madrid (GLM). De estos últimos ya han echado el cierre 26 de ellas. En 2019 el cómputo ha sido de tres nuevas y ocho clausuradas. Los motivos que más se repiten son: “Falta de pago”, “cese del negocio” y “jubilación”. Algunas también deciden romper con la cobertura de la asociación. En estos momentos hay 141 asociadas al gremio.
Pablo Bonet, secretario del GLM y Feria del Libro reconoce las malas cifras y señala la falta de relevo generacional como la causa más grave de las que amenazan a estos comercios. Hay vocación, pero no entre los herederos de los libreros y libreras que finalizan su vida laboral. “Es una profesión bonita, pero un negocio muy complicado, a menos que conviertas la librería en otra cosa. El modelo antiguo es muy difícil de mantener, porque los alquileres se han disparado de precio”, explica Bonet sobre las nuevas librerías que surgen desde hace una década, más pequeñas y con una oferta que incide en la concepción de centro cultural y cafetería.
Esta idea de vinos y libros, combinada con presentaciones, talleres, actividades, charlas y una nueva manera de acercar los libros a los lectores, a partir de la experiencia, ha dado estabilidad a estos negocios. El cuerpo y la presencia como oferta en un mundo virtual y líquido. “Pero el papel cultural de las librerías no es reconocido por las instituciones, que han decidido no apoyarlas. Han detenido la compra de libros para bibliotecas”, sostiene Bonet. Aldo García, propietario de la cadena Antonio Machado, fundada en 1971, aporta datos: “En el año 2000 facturamos 100.000 euros de compra institucional. Este año han sido 20.000 euros. Una librería de fondo, con 30.000 ejemplares a la venta, si no tiene compra institucional está abocada a la desaparición”, explica. Estos ingresos suponen un 10% del total del año. “Tenemos un Ayuntamiento que no compra libros. La Comunidad, sí. Cuando lo cuentas en otras comunidades, alucinan”, añade.
Hay ilusión, hay esperanza, ¿hay venta de libros? El siglo empezó con la mayor sangría de todas las datadas por el Gremio de Librerías de Madrid: en un año echaron el cierre casi 40 y abrieron casi 10. Eran las consecuencias del decreto aprobado por el PP, que liberalizó el precio del libro de texto y barrió de un plumazo todos esos negocios de proximidad. Luego llegó la crisis económica y dejó muy maltrechas la confianza en fundar un negocio. En el año 2015, especialmente sangriento en la venta de libros, abrieron dos y desaparecieron 12. Sin embargo, detrás de cada lector parece haber un librero dispuesto a iniciar el camino y, en cuanto pasaron las estrecheces más agudas, volvieron las ilusiones. 2017 fue el año más atípico de la serie, al ser mayor el número de aperturas: siete frente a cuatro.
Un año después volvió la cruda realidad y frente a las tres nuevas cerraron 13, sin incluir todos los establecimientos que la cadena VIPS convirtió en restaurantes. Sin embargo, al sector editorial pareció no importarle esta situación tan vulnerable del segundo mercado más importante del país, después de Cataluña. En 2018 creció un 3,3% el número de novedades publicadas y distribuidas (62.180 títulos) en las mesas y baldas de unos negocios que resisten como pueden ante la amenaza de Amazon y los nuevos entretenimientos audiovisuales. En las 42 semanas en las que se sirven novedades, los comerciales llegan a las librerías a vender 1.200 novedades a la semana. Los libreros deben hacer una selección dramática entre toda esa oferta. “Debes tener muy clara la idea de libros que quieres tener a la venta en la librería”, reconoce Aldo García. Asegura que cerrarán 2019 con un crecimiento del 5% y será el cuarto año consecutivo sin accidentes, “en plena estabilidad”.
Pablo Bonet explica que es un negocio en el que no hay manera de ahorrar, se vive al día. “El año 2008 hicimos cumbre y a partir de ahí hacia abajo”, resume. “Estamos luchando contra la precariedad, vivimos en la cuerda floja”, subraya Miren Elorduy, que abrió hace siete años la librería Mujeres y Compañía, en Ópera, y es la vicepresidenta del Gremio de Librerías de Madrid. María Sotomayor inauguró en 2017 La semillera, en Malasaña: “Era uno de mis sueños, pero si lo llego a saber… Es un trabajo muy exigente para una persona sola. Tengo que vender 400 libros al mes para cuadrar. Cumplí con el sueño romántico de ser una librera, pero fue una imprudencia. Ahora comprendo que tengo que hacer una selección algo más comercial”, cuenta María desde su librería, especializada en poesía. Reconoce que lo que más le ha decepcionado es la hostilidad de un negocio que no perdona si las cifras no cuadran. Lo que más le ha impresionado es el trato con los clientes: “Eso no lo cambio por nada”, cuenta. Este año lanzó una campaña de micromecenazgo que le ha ayudado a seguir adelante.
A pesar de todo, hay una nueva generación de libreros que trabaja con mucha vocación, “creen que se puede sobrevivir convirtiéndose en focos culturales de los barrios”, sostiene Bonet, que mantiene que las librerías han mejorado mucho en su participación social. No son comercios al uso. La librera Miren Elorduy asegura que ahora son un sector más fuerte por la ayuda que se dan entre ellas. Han ganado en solidaridad, pero también en sentido político y cultural. “Hemos hecho una reflexión sobre el futuro que nos espera y somos conscientes de que tenemos un valor intangible que es reconocido por la sociedad en la que actuamos. Generamos tejido cultural y pagamos impuestos. Eso no lo puede decir Amazon”, aclara Elorduy.
Gracias a la Navidad
Las librerías ingresan en las fiestas de Navidad entre un 15% y un 20% del total del año. Estas ventas se concentran en 40 días y suponen un alivio tan importante como la Feria del Libro, el otro hito comercial de la temporada. “Una librería mediana tiene unos ingresos cercanos a los 300.000 euros anuales. Si tu fondo es de 50.000 libros, debes vender 50.000 al año para que la rotación se mantenga. Pero si tienes 30.000 que no vendes... tienes un problema”, indica Aldo García. Los libreros dicen que el secreto del éxito, en cualquier momento del año, es hacer una buena selección de libros a la venta, saber explicarlos, defenderlos y enamorar al cliente. Confiar en el prescriptor más que en el algoritmo.
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