_
_
_
_
KATHARINA WAGNER / Directora de escena y del Festival de Bayreuth

“Hay que ser valiente y afrontar el nazismo como parte de nuestra historia”

La bisnieta del compositor defiende no cambiar notas ni textos de las obras del músico

Katharina Wagner durante la presentación de 'Lohengrin' en el Liceo el miércoles.
Katharina Wagner durante la presentación de 'Lohengrin' en el Liceo el miércoles.Jordi Vidal (EL PAÍS)

El esperado Lohengrin en el Liceo no se estrenará como estaba previsto el próximo día 19 debido a las normativas para evitar el coronavirus, pero el teatro intentará salvar las últimas funciones, programadas en abril. La directora de escena alemana Katharina Wagner (Bayreuth, 1978), artífice de este Lohengrin amenazado, sabe bien lo que supone estar siempre en el ojo del huracán. Ser bisnieta de Richard Wagner y directora del Festival de Bayreuth la convierte en el blanco perfecto de las polémicas que agitan cada edición del emblemático festival, creado por su bisabuelo en 1876, que dirige desde 2008, los primeros años junto a su hermanastra Eva Wagner-Pasquier, y en solitario desde 2015. Bajo su mando, soplan aires de renovación musical y dramatúrgica en la verde colina que cada verano recibe a peregrinos wagnerianos dispuestos a gozar la milagrosa acústica de la Feestpielhaus, el teatro diseñado y soñado por Wagner para interpretar sus óperas. Su filosofía artística, marcada por la excelencia musical de Christian Thielemann, director musical del festival, levanta ampollas entre la vieja guardia, pero Katharina Wagner, que iba a debutar en el Liceo la semana próxima, con Josep Pons en el foso, defiende con convicción y pasión las modernas dramaturgias que hoy reinan en Bayreuth.

Pregunta. En 2004 estrenó en la Ópera de Budapest una puesta en escena que presentaba a Lohengrin como un político triunfador del Partido del Cisne y a Elsa como una periodista obsesionada por descubrir su origen y sus verdaderas intenciones. ¿La nueva producción para el Liceo tiene algo que ver con la de Budapest?

Respuesta. No, en absoluto. En Budapest la producción se estrenó dos días antes de que el país entrara en la Unión Europea y tratamos el tema sobre el escenario, lo que provocó muchas tensiones, pues había ciertos interrogantes sobre el sistema occidental.

P. Hay una imagen romántica y estereotipada de Lohengrin como un personaje que viene a cambiar al mundo sin exigir nada a cambio, salvo que nadie sepa su origen, pero también tiene muchos lados oscuros, de hecho, es como un político manipulador que llega a vender sus ideas.

R. Estoy absolutamente de acuerdo con esa apreciación y si tiene esa idea, seguramente le gustará el planteamiento de la nueva producción. Muchas veces se ve a Lohengrin como un ser absolutamente positivo frente a Ortrud y Telramund, que son los malos de la historia. Pero también puedes ver a Lohengrin como una persona difícil con segundas intenciones políticas y puede ser muy poco amistoso, incluso antipático.

P. Y como perfilan a Elsa, un personaje a veces presentado como una muchacha muy ingenua y fácilmente manipulable

R. El problema con Elsa es la música, que refleja una chica soñadora, muy sensible. Nosotros mostramos una Elsa que no ha entendido lo que ha pasado, se siente impotente, y que es tratada injustamente por todos.

P. En sus montajes siempre usa armas de una mujer de teatro, no intenta hacer cine, todo lo que hace tiene un sentido teatral, a veces radical, en la línea de colegas como Calixto Bieito, que intenta sacudir al espectador

R. Bueno, no se hace con la intención de provocar al espectador. Yo lo que hago es pensar en lo que me interesa a mí hoy en día de una obra. Seguramente sí que acabo sacudiendo al espectador, pero esa no es la intención, no es lo primero que quiero provocar. La primera pregunta que me formulo al dirigir una ópera es ver si en esa obra hay algo aún de interesante. Y cambiando un poco la perspectiva, pero tomando puntos que ya están en la partitura, enfatizamos otros aspectos que ya tiene la obra. Y cuando uno enfatiza cosas distintas la obra acaba siendo distinta.

P. Wagner define los personajes con un instinto teatral y musical que penetra en la psicología de los personajes de forma admirable. La música, de hecho, ayuda a definirlos

R. Es verdad, la música ayuda mucho, te da un marco. Con Wagner puedes destacar determinados aspectos de un personaje o una situación con los motivos que se repiten, o puedes ir en contra de esos leitmotiv y eso resulta muy interesante desde el punto de vista musical.

P. Wagner sigue teniendo un público muy conservador que, en aras de la tradición, no acepta renovaciones dramatúrgicas

R. Ese público existe, pero hoy en día también en Bayreuth hay público nuevo, viene mucho público joven al que le gustan nuevas dramaturgias que buscan otros puntos de vista. Las cosas han cambiado y es lógico, porque somos un festival especializado que programa siempre Wagner y por ello es necesario dar entrada a nuevas batutas y nuevas concepciones teatrales. El interés, la novedad, está en la interpretación, por eso viene el público e intentamos dar el máximo nivel de exigencia artística.

P. Han cambiado muchas cosas en Bayreuth gracias a su gestión, muy valiente al afrontar temas que antes parecían vetados, como la relación del festival con Hitler y el nazismo, o el antisemitismo

Para la gente de mi generación, es una obligación revisar y hacer frente a ese pasado del nazismo.
Katharina Wagner

R. Era absolutamente necesario hacerlo. Para la gente de mi generación, es una obligación revisar y hacer frente a ese pasado. Está ahí y nadie puede negarlo, hay que ser valiente y afrontarlo como parte de nuestra historia.

P. El auge del racismo y la extrema derecha en Europa es caldo de cultivo para la intolerancia, el rechazo y el miedo a lo desconocido. En cierta forma, Lohengrin muestra el miedo a lo desconocido en un contexto violento

R. No necesariamente se trata de racismo. Lo que está sucediendo en nuestra sociedad es que hay mucha gente que cuando quiere una cosa la coge, lo quieren todo y al momento, y lo cogen con violencia. Eso es algo que esta ocurriendo y es preocupante, y creo que Lohengrin es una persona de este tipo. Muchas veces la violencia viene del orgullo, no es solo cuestión de machismo, pensemos que el alcohol genera mucha violencia. No hay solo una explicación para estas actitudes.

P. Lo que sorprende en las óperas de su bisabuelo es que permite lecturas políticas muy diversas sin necesidad de cambiar nada.

R. En efecto, no hay que cambiar una nota ni cortar el texto. Wagner permite hacer una lectura política, cierto, pero el concepto de una dramaturgia debería encajar en la obra y no al revés. Una idea no es un concepto y no podemos imponerlo, sino todo el espectáculo chirría. Wagner permite nuevas ideas, pero tienen que encajar en la partitura.

P. ¿Qué es lo primero que hace cuando afronta la dirección de una ópera?

R. Nos sentamos juntos, mi colaborador más directo, el dramaturgo Daniel Weber (presente en la entrevista) y yo para hablar largamente de la obra y los aspectos que nos parecen más interesantes. Pasamos horas y horas discutiendo un aspecto u otro. Es un proceso dificil de explicar, pues a veces nos centramos en algo distinto de lo que vamos a hacer al final. En ocasiones encontramos lo que buscamos en un par de tardes y en otras podemos pasar semanas hasta encontrar el punto de vista que queremos desarrollar, y entonces, tienes que ver la manera de controlar si funciona en cada uno de los puntos de la obra, porque una idea de 30 segundos no es capaz de llenar una ópera de Wagner que dura cinco horas. Una idea no es un concepto de toda la dramaturgia. Daniel Weber siempre me dice que si tienes un concepto es que crees que no puede ser de otra manera Y es cierto, tienes que estar convencido, porque si hay la opción de que sea de otra manera, seguramente es que tendrías que seguir ese camino

P. ¿Cómo se llega a un acuerdo con el director musical en este proceso?

R. El maestro viene a los ensayos, hablamos, vemos si necesitamos una pausa aquí o allá, en función del tempo, y vamos negociando. Pero a veces un director se presenta en el último momento del proceso y entonces solo puedes decirle, mira, ésta es la dramaturgia, haga lo que pueda en el foso.

P. Le gusta controlarlo todo?

R. A ver, yo no soy una loca del control, pero el resultado tiene que ser bueno. Y duermo bien cuando sé que todo funciona a la perfección.

P. Se siente una privilegiada llevando el apellido Wagner.

R. Como todo en la vida tiene dos caras. Por un lado es más fácil porque la gente piensa que eres capaz de hacer cosas porque llevas ese apellido, pero también te exigen más y son mucho mucho más críticos con lo que haces por tu apellido.

P. Al principio de su carrera, los abucheos que recibía eran especialmente virulentos

R. En Alemania es muy normal que te reciban con gritos y abucheos cuando sales a saludar. Hay vídeos colgados en You Tube en los que puedes ver más de veinte minutos de gritos en Bayreuth al acabar un montaje. De hecho, cuando desde el público no te silban quiere decir que algo no va bien. La primera vez que no me abuchearon fue en Las Palmas de Gran Canaria - fue su debú en España, en 2008, dirigiendo Tannhäuser- salí al escenario y nadie me abucheaba. Y eso me puso muy nerviosa, porque estoy tan acostumbrada a los abucheos que me sorprendió una reacción tan positiva. Los cantantes me miraban y me preguntaban si me encontraba bien, porque a pesar de los aplausos, tenía una cara casi descompuesta. No me lo esperaba.

P. La tradición wagneriana del Liceo, iniciada en 1883 con el estreno de Lohengrin, incluye jornadas históricas como el estreno mundial fuera de Bayreuth de Parsifal en 1914 o las visitas de la compañia de Bayreuth en 1955 y 2012. ¿Cómo valora la tradición wagneriana del coliseo barcelonés?

R. Me encanta Barcelona y la larga tradición wagneriana de este teatro. Para mí la tradición es el interés continuado que un teatro muestra por la obra de Wagner. La tradición no es que se ofrezcan siempre espectáculos tradicionales, sino que se programen a menudo sus óperas, como hace el Liceo.

P. Bayreuth reúne a grandes directores y cantantes, pero tiene fama de ser un teatro que paga poco, lejos de los honorarios que algunos divos obtienen en otros escenarios

R. Así es. Pagamos poco y pagamos por el papel, no por el nombre del cantante que va a interpretarlo. Si un cantante acepta cantar Lohengrin, cobra lo mismo que cualquier otro colega que contratemos, da lo mismo si es famoso o no. Lo mismo sucede con los directores, y así lo hemos hecho siempre en Bayreuth, mi padre (Wolfgang Wagner) ya lo hacia así, sino el dinero que tenemos no nos llegaría para nada. Vienen por el prestigio del festival.

Montajes rompedores y nuevos valores

Bajo la dirección artística de Katharina Wagner, Bayreuth acapara la atención mediática con montajes rompedores que han levantado ampollas entre la vieja guardia. Su montaje de Tristán e Isolda, en el que no muere Isolda, condenada a vivir sin amor en el castillo del rey Marke; El anillo del nibelungo dirigido por Frank Castorf, con su feroz crítica a la explotación petrolífera y la ambición desmedida de Wall Street; Lohengrin con el Caballero del Cisne convertido por Hans Neunfelds en cazador de ratas de laboratorio; Tannhäuser transformado en una comedia road movie con drag queens por Tobias Kratzer o la irreverente y genial puesta de Los maestros cantores de Núremberg firmada por Barrie Kosky, son algunos ejemplos de esa apuesta por las nuevas dramaturgias.

En su próxima edición, se estrenará una nueva producción del Anillo a cargo de un joven equipo formado por el director de escena Valentin Schawrz y el director de orquesta Pietari Inkinen. Y se anuncia para el 2002 la actuación en el foso de la primera mujer directora en la historia del festival, aunque no han revelado su nombre.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_