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Luc Dardenne: “Nuestra película es un elogio a la impureza”

‘El joven Ahmed’, dirigida por el cineasta belga junto a su hermano Jean Pierre, indaga en lo que ocurre en vida de un joven musulmán tras radicalizarse bajo la influencia de un imán

Imagen de 'El joven Ahmed'. En vídeo, el tráiler de la película.
Santiago Triana Sánchez

Hace dos años se supo que los hermanos Jean Pierre (Lieja, 68 años) y Luc Dardenne (Lieja, 65 años) iban a dedicar su nueva película al tema de la radicalización de los yihadistas en Europa. La producción, El joven Ahmed, llega este jueves a las salas españolas. El menor de la pareja de directores belgas explica que se trata de una crítica, aunque aclara que no contra el islam: "Lo que espero es que el público la vea como una crítica a cualquier forma de fanatismo religioso e ideológico", dijo en un hotel del centro de Madrid este martes, dos días antes del estreno.

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La película de los Dardenne aborda un tema que no es ajeno para ningún europeo, especialmente en los últimos años, cuando varias de las principales ciudades del continente han sido víctimas de ataques, sobre todo contra la población civil. Pero esta historia se centra en qué pasa después de que un adolescente, bajo la influencia de un imán al que idolatra y visita con frecuencia, se radicaliza hasta el punto que cree correcto agredir a una persona en nombre de Alá.

El joven Ahmed, como ya lo indica su título, es una película sobre la adolescencia. "Es una edad en la que intentas buscar un héroe o serlo". El protagonista, dice Dardenne, encuentra a ese personaje en el imán, que cada día martilla con un discurso radical que incita a excluir y a odiar a los diferentes, a quienes se refiere como impuros. Por eso, el cineasta resume: “Nuestra película la hemos hecho como un elogio a la impureza”.

Por el mismo camino del odio a los musulmanes, Dardenne empieza a hablar del odio a los inmigrantes y refugiados, cada vez más expandido por Europa en la actualidad. Con claridad afirma: “No se puede dejar a los inmigrantes, ya no solo en el mar, sino tampoco en la pobreza más absoluta, como sucede ahora cuando llegan”. Después lanza una crítica a la manera en que Europa maneja la crisis de los refugiados en la actualidad, ya que, desde su punto de vista, no hay claridad al respecto. Por eso urge a la comunidad europea a tomar partido en el asunto porque, según él, de esa manera se evita que se consolide un nuevo elemento político que hoy es pan de cada día: “Si somos claros en la política de hospitalidad y distribución, creo que el discurso populista bajaría”.

Hay otro aspecto, esta vez profesional, que también inquieta al director: el futuro del cine en medio del auge de las plataformas digitales. El cineasta reconoce que la industria en la que ha trabajado por décadas pasa por una crisis, aunque toma esa palabra como oportunidad de desarrollo. Pero su pronóstico no es del todo positivo: “La industria tradicional puede perder la batalla”, dice. Y opina que los nuevos miembros del mundo del espectáculo (Netflix, Apple, Amazon, Disney, etc.) deben aceptar que las películas sean explotadas en las salas de cine por un período antes de ponerlas a disposición en sus respectivas plataformas. “La plataforma va a destruir a la TV, al DVD, pero no al cine”.

Porque el cine ofrece ciertas ventajas con respecto a las plataformas digitales, afirma. Y pone el ejemplo de El irlandés, de Martin Scorsese, producida por Netflix y disponible ya en su dominio. Dardenne pudo ver la película en una sala. “Magnífica”, en su opinión. Pero cuatro amigos suyos optaron por verla en Netflix. “Al cabo de una hora y media, pararon para seguir al día siguiente”. Vieron la película como si se tratara de una serie, opina, y no como el director hubiera querido que el público la viese. “Han visto las imágenes de Scorsese, han oído el sonido, pero no han visto la película”, afirma.

Pero hay más: el cine tiene una ventaja antropológica, dice Dardenne. Y argumenta: ”Voy a cine, salgo de mi casa. Salgo", enfatiza. "Voy con un amigo, con mi mujer, con mis hijos, me da igual. Voy a un sitio público”. Después, dice, se habla de la película en un café. “Se ve la película dos veces: en la sala y luego cuando sales de ella. Ahí es donde te formas una opinión, una mente. Ahí interviene incluso la política”. De nuevo usa un ejemplo real para explicarse: El oficial y el espía, el más reciente estreno de Roman Polanski. “Si no se hubiese estrenado en salas, no habría habido ese debate”, asegura, antes de agregar: “Que salga en una sala hace que concierna a muchos ciudadanos, incluso a todo el planeta si el tema de la película lo permite”.

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Sobre la firma

Santiago Triana Sánchez
Periodista de EL PAÍS en la edición América Colombia. Ha pasado por la sección de Cultura y por la redacción del Diario AS, en Madrid. Es egresado de Periodismo de la Universidad Javeriana y Máster en la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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