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La casa de Vicente Aleixandre, más cerca de su protección cultural

Un informe encargado por la Comunidad de Madrid recomienda preservar la vivienda por la importancia histórica que tuvo para varias generaciones de poetas y pensadores

Interior de la vivienda de Vicente Aleixandre, en una imagen de julio de 2018.
Interior de la vivienda de Vicente Aleixandre, en una imagen de julio de 2018.INMA FLORES

Después de años de tiras y aflojas, puede que el futuro de Velintonia, número 3, la casa madrileña donde vivió Vicente Aleixandre, el último poeta español galardonado, en 1977, con el Premio Nobel de Literatura, comience a despejarse. Un informe, encargado por la Comunidad de Madrid al catedrático emérito de Literatura de la Universidad de Zaragoza, José-Carlos Mainer, defiende la conservación de la vivienda y cree “un error que, por un motivo u otro, se acabe derribando el edificio”.

La vivienda, de tres plantas, en el distrito de Moncloa, uno de los más caros de la capital, es propiedad de los herederos del poeta y, debido a su falta de protección, podría ser vendida y derribada. “Preservar esos rincones y el recuerdo de quienes los habitaron me parece muy importante. Y en este marco de actuación, el rescate de la casa resulta algo de lo que no es fácil zafarse”, señala el experto en el documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS, denominado Informe sobre la preservación de la casa de Vicente Aleixandre.

Mainer califica de “capítulo de pugilato de intereses familiares —que no dejan de ser muy legítimos— y de propósitos demasiado vagos por parte de las autoridades para proporcionar un uso cultural a la vivienda”. El último desencuentro fue hace año y medio, cuando el Ayuntamiento, entonces en manos de Manuela Carmena (Ahora Madrid), manifestó su intención de expropiar el inmueble si no había acuerdo con los descendientes del autor.

El catedrático recuerda que ese espacio, entre 1927, cuando entró a vivir la familia del poeta, y 1936 fue “el lugar de reunión de los amigos de Aleixandre; Lorca tocaba allí el piano y Miguel Hernández aprendió mucho de aquellos hermanos mayores que le llevaban diez años. Y luego fue el lugar de peregrinación de todos los poetas españoles que se dieron a conocer en la posguerra y los años que siguieron”. Además, añade que Aleixandre fue “el promotor de una tertulia variada que incluía a otros escritores, profesores universitarios, hispanistas de paso por España, estudiantes... Ahí se gestó la historia de muchos años de la poesía española”.

Vicente Aleixandre, en su casa el día en que se anunció su Premio Nobel de Literatura, el 6 de octubre de 1977.
Vicente Aleixandre, en su casa el día en que se anunció su Premio Nobel de Literatura, el 6 de octubre de 1977.CÉSAR LUCAS

Su informe concluye recomendando que se recabe la opinión de otros estudiosos de la poesía (de los que incluso da sus nombres) y de arquitectos “para que puedan dar un testimonio muy atendible de las razones que aconsejan, o desaconsejan, alguna forma de preservación”.

El informe técnico realizado hace unos años por la Administración autonómica consideraba “imposible”, con la actual Ley de Patrimonio, declarar Velintonia como Bien de Interés Cultural (BIC) y aumentar su grado de protección, que ahora mismo es nulo. A causa de su escaso valor arquitectónico, la Comunidad está obligada a acreditar la vinculación del inmueble “a hechos de especial relevancia para poder incoar ese expediente”, explican fuentes del Gobierno regional. La propia consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, ha manifestado que está dispuesta a declarar la vivienda BIC en “atención a su importancia histórica, la casa donde estuvo Lorca, donde estuvo Cernuda, Alberti, donde vivió Carmen Conde, donde sucedieron tantas cosas”. “Es parte importante del patrimonio emocional de la Comunidad de Madrid. Vamos a hacer lo posible”, añadió.

Este periódico ha contactado con uno de los herederos de Velintonia, Amaya Aleixandre, sobrina nieta del poeta, que posee el 60% del inmueble. Amaya Aleixandre mostró su sorpresa ante la pretensión de la Comunidad de Madrid de proteger la vivienda, algo que desconocía por completo, y se limitó a declarar que “cuando las Administraciones estén preparadas se pongan en contacto” con ellos. Entonces sería el momento de “negociar un precio, de un acuerdo”. El deseo de Amaya Aleixandre sería que el edificio se convirtiera por fin en una “casa de la poesía”.

Por ese mismo objetivo y por la protección de la vivienda pelea desde hace un cuarto de siglo la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, que organiza cada año un acto en la casa para reivindicar su salvación y que ha venido recabando el apoyo de artistas e intelectuales desde entonces, el último, el escritor Fernando Aramburu, que el pasado 27 de abril visitó Velintonia y tuiteó: “He salido desolado. Creo que habría sido mejor no ir y seguir engañado creyendo que amamos nuestro patrimonio”. Aramburu se unía así a una lista de intelectuales y artistas que en su momento manifestaron su preocupación por el futuro de este inmueble: Luis Eduardo Aute, Paul Bowles, Francisco Brines, Dulce Chacón, Antonio Gamoneda, Pablo García Baena, Ian Gibson, José Hierro, Fernando Lázaro Carreter, Vicente Molina Foix, Raphael, Claudio Rodríguez, Joan Manuel Serrat...

“No se trata de un capricho de admiradores de Aleixandre”, dice por teléfono el presidente de la asociación, Alejandro Sanz. “Queremos que Velintonia sea un centro vivo, abierto para los amantes de la poesía”. Sobre las intenciones del Gobierno madrileño, apunta que la declaración de BIC “no sirve de nada, si no se le da una utilidad pública; para no dejar morir Velintonia, no solo hay que protegerla”.

La propuesta de esta asociación es dotar a la casa “de un espacio museístico, que podría estar en el dormitorio, donde Aleixandre concibió la mayor parte de su obra, y la biblioteca”. Sanz subraya que el resto podría ser lugar para “conferencias, conciertos, exposiciones...”. Sin embargo, afirma que el mejor homenaje al autor de obras como La destrucción o el amor o Sombra del paraíso “sería que su antigua casa se convirtiese en un centro de documentación y estudio de la poesía en español del siglo XX”. Mientras, el hogar al que el poeta retornó tras la Guerra Civil, y reconstruyó, para vivir en ella hasta su muerte se mantiene silenciosa y abandonada, a la espera de un acuerdo que nunca termina de llegar.

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