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El novillero Tomás Rufo ilusiona y roza la puerta grande en Madrid

El toledano gana por unanimidad el certamen de novilladas nocturnas de Las Ventas

Tomás Rufo muletea al sexto novillo de la noche.
Tomás Rufo muletea al sexto novillo de la noche.Plaza1

En medio de una gran ovación y tras conocer que había sido proclamado, por unanimidad, ganador del certamen de novilladas nocturnas de Las Ventas, Tomás Rufo cruzó sonriente el inmenso ruedo de la plaza de Madrid camino de la furgoneta que lo llevaría de vuelta hasta el hotel.

Se fue a pie, pero por poco. Si el presidente llega a atender la petición de buena parte del público, se habría marchado a hombros por la puerta grande. Quizás un premio excesivo para una actuación tan ilusionante como incompleta.

Dos semanas después de su presentación, en la que ya dejó un buen sabor de boca, el joven natural de Talavera de la Reina (Toledo) volvió a reivindicarse como revelación de la novillería y cortó una oreja, que por poco no son tres.

EL CORTIJILLO Y LOZANO HNOS./GONZÁLEZ, RUFO

Novillos de El Cortijillo y Lozano Hnos. (2º y 3º), correctamente presentados, variados de capas y de interesante juego dentro de su acusada mansedumbre. Nobles y con movilidad, salvo el deslucido y descastado 3º.

Rafael González: pinchazo y estocada ligeramente trasera y desprendida (ovación); estocada caída, trasera y perpendicular (silencio); estocada algo trasera _aviso_ y dos descabellos (saludos con protestas).

Tomás Rufo: estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja); estocada ligeramente trasera y tendida (oreja); media estocada tendida (ovación tras petición de oreja).

Plaza de toros de Las Ventas. Final del Certamen de Novilladas Nocturnas de Promoción. Alrededor de un tercio de entrada (8.874 espectadores, según la empresa).

Con unos tendidos llenos de partidarios que lo apoyaron de forma incondicional desde el primer momento, Rufo demostró que, al contrario que la mayoría, no es uno más. Tiene valor, personalidad y posee un buen concepto del toreo.

Aunque le queda mucho que pulir -algo más que comprensible teniendo en cuenta que debutó con picadores la pasada temporada- y pese a que el camino, seguro, será largo y nada fácil, tiene condiciones para funcionar.

El trofeo que logró, merecido, lo obtuvo del cuarto, un serio novillo de El Cortijillo que desarrolló nobleza y calidad en el último tercio. Aunque faltó ligazón, Rufo intentó colocarse en el sitio, se cruzó cuando fue necesario y dejó muletazos hondos y largos en los que corrió la mano con temple.

A veces más vertical y desmayado y otras con el compás más abierto, jugó con la cintura rematando siempre los redondos y naturales. Algunos pases de pecho, a pies juntos, lentos y abrochados en la hombrera contraria, también tuvieron sabor. Como el epílogo de la faena. ¿Manoletinas?, ¿bernadinas? No, ayudados por alto. Bendito sea Dios.

Antes, tras su primer trasteo, y después, al finalizar el último, los pañuelos también afloraron en los tendidos, esta vez de forma insuficiente. Con despaciosidad y quizás excesiva pulcritud trató al segundo, muy tardo, pero de gran transmisión en su embestida. Faltó atacar y no dejarle parar.

Y a menos fue la labor que firmó ante el sexto, muy manso en varas y banderillas, pero de gran movilidad en la muleta. En esta ocasión, y aunque de nuevo dejó detalles de calidad, sobraron enganchones.

Muy diferente fue la actuación de Rafael González en su enésimo paseíllo en Las Ventas en menos de dos años. Acelerado y vulgar, anduvo siempre mal colocado y abusó de las cercanías en sendos arrimones populistas que ahogaron el viaje de sus oponentes. Dos de los tres que estoqueó dieron para mucho más.

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