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La película de la semana | Los días que vendrán
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del embarazo y sus incertidumbres

Habla del miedo a adoptar una responsabilidad que les cambiará la vida y refleja lo que puede ocurrir en una pareja en un embarazo no deseado

María Rodríguez Soto y David Verdaguer, en el filme. En el vídeo, Carlos Boyero comenta 'Los días que vendrán'.
Carlos Boyero

Recuerdo en los últimos años haber visto numerosas películas catalanas (cuya procedencia es identificable por muchas cosas, no solo por el idioma), especialmente mimadas por la critica, rodadas con presupuestos posibilistas, con vocación intimista, empeñadas en retratar esa cosa más abstracta que transparente denominada la vida misma. Y no hay muchas que me hayan dejado perdurable huella. Me gustó mucho En la ciudad, de Cesc Gay, aquella crónica tan inquietante de las complicadas relaciones entre una pandilla de amigos. Y también eran sutiles, insólitas, perturbadoras y tragicómicas las historias que desarrollaba Gay en Una pistola en cada mano. Me interesa la turbiedad moral, el tono bronco, el soterrado lirismo del cine de Agustí Villaronga. Y era sorprendente, compleja e inteligente la primera película de la directora Mar Coll Tres días con la familia. El resto de ese cine se ha difuminado en mi memoria o me aparece un rictus en el careto al recordarlo.

LOS DÍAS QUE VENDRÁN

Dirección: Carlos Marques-Marcet.

Intérpretes: María Rodríguez Soto, David Verdaguer, Albert Prat, .

Género: drama. España, 2019.

Duración: 95 minutos.

El planteamiento de Los días que vendrán es insólito por variadas razones. Refleja lo que puede ocurrir en una pareja desde el momento en que aparece un embarazo no deseado especialmente, la decisión de seguir adelante y el parto después de nueve meses en los que su relación ha atravesado varias fases, algunas de ellas nada gratas. Y ocurre que los protagonistas, María Rodríguez Soto y David Verdaguer, son pareja en la vida real. Y ocurre que a lo largo de cinco meses de ese embarazo la cámara del director ha filmado muchas veces a la mujer y a su compañero. Deduzco que hay pocas concesiones a la ficción en lo que veo y escucho. Y lo sigo con relativo interés.

Habla del miedo inicial a adoptar una responsabilidad que les cambiará la vida, de la comprensible tentación de abortar, de la transformación física y anímica que impone el embarazo, de simas, sospechas y tensiones que aparecen en una relación que parecía funcionar, de la aparición de las preocupaciones laborales que impone la criatura que va a nacer, de bajones anímicos y discusiones fuertes que antes eran improbables, de plantearse la separación aunque el amor no haya muerto, de batallas orales y gestos de agravio o incomprensión que hacen daño, del inmenso valor terapéutico y sentimental para la agobiada embarazada al recibir una cinta de vídeo que contiene imágenes del estado físico y anímico de su madre cuando la parió.

Soy testigo hasta cierto punto de esas experiencias íntimas bien contadas, pero en ningún momento me embriaga esa experiencia, me conmuevo con los sentimientos que refleja, me meto en ella. Observo desde la distancia aunque todo lo que refleja parezca muy real. Igual el problema es mío. No he tenido hijos, no he vivido esas situaciones. Los espectadores que conozcan la maternidad y la paternidad tal vez se sientan muy identificados con las situaciones y las reacciones emocionales que plasma Los días que vendrán. 

La dirige Carlos Marqués-Marcet, autor de 10.000 km, que contaba la relación de una pareja a través de Internet, ya que han tenido que separarse por razones de trabajo. Puede imaginar que el tema de la comunicación a través de maquinas me puso de los nervios. Y además, esos modernos me caían fatal. A la niñita que nace al final de Los días que vendrán le deseo lo mejor.

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