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Lobatón: “El morbo de Alcàsser hace palidecer lo que hoy llamamos ‘fake news”

El periodista conducía Quién sabe dónde cuando la alarma sonó en la localidad valenciana

Rosario G. Gómez
Paco Lobatón en uno de los programas de 'Quién sabe dónde' dedicado al caso Alcàsser en 1993.
Paco Lobatón en uno de los programas de 'Quién sabe dónde' dedicado al caso Alcàsser en 1993.

El periodista Paco Lobatón conducía en TVE el exitoso programa Quién sabe dónde, dedicado a la búsqueda de personas desaparecidas, cuando la alarma sonó en la localidad valenciana de Alcàsser. Se había perdido el rastro de tres adolescentes: Míriam, Toñi y Desirée. Tras 75 días, en enero de 1993 fueron hallados sus cuerpos torturados y enterrados cerca de la presa de Tous. Lobatón, criticado en su día por la emisión de aquella noche en horario de máxima audiencia, como queda patante en el la serie documental de Netflix, reconoce que había “una exaltación de la inmediatez, del directo y de las primicias”. Una situación que aplicada a un escenario de dolor “no podía sino resultar letal”.

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Pregunta: ¿Cómo recuerda aquella cobertura? ¿Se vieron desbordados por la tensión del momento?

Respuesta: La cobertura que hicimos desde Quién sabe dónde el día D debe entenderese como la continuación lógica, y en parte obligada, del seguimiento que se le hizo desde el principio a la contribución activa a la búsqueda que el programa propició. La respuesta de la gente fue impresionante. Y es importante recordar que era un programa dedicado a la búsqueda de personas y que como tal trabajaba los siete días de la semana y no solo el de la emisión. Siempre, por cierto, con asesoramiento policial. Después de haber desempeñado ese papel era para mí impensable que nos quedáramos en el plató de Prado del Rey. Fui yo quien le propuso al entonces director, Juan Jesús Ortiz, acudir a Alcàsser. Por eso asumo en primera persona toda la responsabilidad, lo que no impide tener sentido autocrítico en la mirada retrospectiva.

P. Era el primer gran suceso con las cámaras en directo. “Todo era nuevo” y “precario”, se dice en el documental. ¿Qué cosas cree que no se debieron hacer o que se hicieron bien?

Tráiler del documental 'El caso Alcàsser'.Vídeo: NETFLIX

R. Era nuevo y era lo último que imaginábamos como final a aquella búsqueda, en las cuatro esquinas de España, guiados por centenares de testimonios de avistamiento. La gente atestiguaba a cara descubierta y con una contundencia que, una vez conocido que las niñas habían sido asesinadas el mismo día de su desaparición, nos produjo un profundo estremecimiento. Lo peor fue la precipitación a la hora de recabar datos y análisis, sin tiempo para que los ánimos se sosegaran, con la herida aún sangrante de los crímenes. En cambio, sí creo que fue un acierto grabar a las familias de las niñas, de evitarles el trance de un directo en aquellas horas de dolor infinito.

P. ¿Pesó la presión de las privadas?

R. No para Quién sabe dónde, lo digo sin soberbia. Más bien creo que las privadas, y, sobre todo, Antena 3, se dejaron llevar por una necesidad imperiosa de superar sus propias cotas de audiencia. Si se atiende bien a lo que muestra el documental de Netflix, se percibe una linea editorial que incluye no solo al fatídico De tú a tú de la noche de autos, sino también a la línea informativa seguida en el caso, con la participación de algunos de sus principales responsables.

P. ¿Se sobrepasaron límites con la perspectiva actual?

R. Se sobrepasaron límites desde casi todas las perspectivas, sin duda porque no existía una conciencia previa sobre los límites, y sí una exaltación de la inmediatez, del directo, de las primicias. Todo eso aplicado a escenarios de dolor no podía sino resultar letal. Visto desde hoy, espero que nos ayude a superar de verdad la falsa dicotomía entre límites y libertad de expresión, y a erradicar el fantasma de la censura (o de la autocensura ) cada vez que como periodistas nos enfrentamos a la encrucijada de la contención para evitar dañar, incluso si estamos en posesión de una gran historia.

P. Morbo, espectacularización, amarillismo, ¿se cayó en eso?

R. Hubo de todo eso, incluso en dosis que hacen palidecer lo que hoy llamamos fake news. Creo que el valor del documental está en ampliar la mirada a lo que se hizo con posterioridad a aquella noche, incluido el juicio, en el que no solo se dilucidó la autoría de los crímenes en las personas de Anglés y Ricart, sino también el desmontaje de las teorías "conspiranoicas" tan insistentemente alimentadas durante los dos años previos a la vista.

P. ¿Se ha extraído alguna lección?

R. Tenemos que extraerla. Estamos a tiempo. Mi propuesta es que recuperemos la vieja y sabia cultura del cine-forum; sería muy deseable que se organizaran debates en formato video-forum en torno a este documental, especialmente en las Facultades de Periodismo y en los Colegios y Asociaciones de periodistas. En noviembre de 2016, la fundación Quién Sabe Dónde Global convocó un Foro sobre el tratamiento informativo de las desapariciones del que surgió una Guía de Buenas Prácticas. Fue la respuesta a los excesos que se estaban produciendo alrededor de la desaparición de Diana Quer. Tenemos que ir hacia un gran pacto ético vinculante para los profesionales del periodismo y de la comunicación, pero también para los grandes operadores, directivos y propietarios de medios

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