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El poder de las protestas

Una ambiciosa investigación cartografía en la Europa de hoy las huellas de los movimientos sociales que han moldeado culturalmente nuestras sociedades

J. A. Aunión
Movimiento 15-M en la Puerta del Sol de Madrid, en 2011.
Movimiento 15-M en la Puerta del Sol de Madrid, en 2011.Cristóbal Manuel

Una imagen del 15-M. Y con ella una frase, una idea que se haya quedado grabada de aquellos días de 2011. Cualquier lector tendrá un rastro en su memoria de esas jornadas. Lo mismo con las protestas antiglobalización en Génova en 2001, con Mayo del 68 y con cualquier otra protesta social hasta, si le suena, la Comuna de París de 1871. La profesora de Humanidades y Literatura Comparada de la Universidad de Utrecht (Holanda), Ann Rigney está convencida de que los movimientos sociales, conectados a través de ideas, símbolos e imágenes, van dejando una huella cultural que llega hasta hoy. Y ha convencido a la Comisión Europea para concederle 2,5 millones de euros para investigarlo entre 2019 y 2023 (dentro de la convocatoria del Consejo Europeo de Investigación).

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“Básicamente, la idea es examinar cómo se recuerdan los movimientos de protesta en palabra e imagen (la vida después de la muerte de un movimiento); cómo los propios manifestantes recuerdan movimientos anteriores (paisaje de memoria); y el papel de los medios de comunicación y las artes en la conformación de estos procesos”, explica Rigney, que estará en Madrid de mañana al 28 de junio para asistir a la tercera conferencia anual de la Asociación de Estudios de Memoria, que reunirá a 1.600 especialistas de todo el mundo.

El proyecto de Rigney se titula Recordando el activismo, la memoria cultural del la protesta en Europa. Su grupo de trabajo ya ha empezado a estudiar temas como la Liga Socialista británica —una ecléctica agrupación que incluía anarquistas y que alcanzó gran notoriedad en los años ochenta del siglo XIX gracias a su intenso programa de conferencias, reuniones al aire libre y publicaciones—, la huella cultural del feminismo de aquel periodo y a comparar los movimientos estudiantiles de Grecia y Alemania y las muertes de activistas en los años sesenta del siglo XX. El análisis del 15-M español y las protestas contra los recortes presupuestarios en toda Europa durante la crisis llegará en una segunda fase.

Estudiantes manifestándose en París el 30 de mayo de 1968.
Estudiantes manifestándose en París el 30 de mayo de 1968.Reg Lancaster (Getty Images)

También trabajan en la conexión de los movimientos a través de las imágenes (buscando patrones de composición y reproducción) y en la construcción de una “red de visualización de conceptos”. Esto significa producir mapas conceptuales (como nubes de palabras), a través de un software que cruza una gigantesca cantidad de información para “ver qué eventos y cifras se repiten y qué períodos se mencionan con mayor frecuencia”.

Las sociedades se han ido modelando en torno a sucesivos traumas —como el siglo XX europeo, por ejemplo—, pero también lo han hecho a partir de momentos más positivos, explica la profesora Rigney, de origen irlandés. “Crear las condiciones para que haya justicia histórica, sacar a la luz los actos de violencia e identificar a los perpetradores y a las víctimas, sigue siendo extremadamente importante; desafortunadamente, todavía hay demasiadas guerras (civiles) cuyos legados deben ser tratados, incluido el español. Sin embargo, nosotros, como académicos, tenemos que ofrecer formas alternativas de pensar sobre lo que es constitutivo de la historia”, explica. Se trataría de “capturar la transmisión cultural de la esperanza”, según la descripción del proyecto que enviaron a la Comisión Europea en busca de fondos. “Espero poder poner el tema de la esperanza en la agenda de una manera crítica, sin ser demasiado romántico”, añade.

Madrid, capital mundial de los estudios de memoria

España sabe mucho de memoria histórica, sobre la que se lleva años discutiendo de forma casi encarnizada. Pero el campo académico en que se circunscribe va mucho más allá. Combinando numerosas disciplinas —psicología, sociología, historia, ciencias políticas, antropología, arqueología, filosofía, literatura…—, se trata de intentar comprender cómo lidian las sociedades con su pasado, qué recuerdan y qué prefieren olvidar, desde qué perspectivas, cómo les afecta y moldea, y cuáles son las manifestaciones artísticas que generan.

Unos 1.600 especialistas de todo el mundo se reunirán en Madrid esta semana para discutir todas estas cuestiones en la tercera Conferencia Internacional de la Memory Studies Association. Se hablará, por supuesto, de memoria histórica (en el 80º aniversario del final de la Guerra Civil), pero también de asuntos como la memoria digital (cómo están cambiando la tecnologías la forma de recordar), de los desastres climáticos o sobre unas expresiones artísticas que alimentan esas huellas del pasado en el arte, la literatura, el teatro e, incluso, los videojuegos.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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