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“El ‘country’ es como una religión”

Ethan Hawke dirige su proyecto más personal en 'Blaze', la historia de un músico maldito de Texas que llevó una vida vagabunda pero influyó a muchos compositores

Fernando Navarro
Ethan Hawke, en Nueva York el pasado enero.
Ethan Hawke, en Nueva York el pasado enero.Walter McBride/WireImage

Durante mucho tiempo, Blaze Foley fue más un fantasma que un músico de carne y hueso. Una leyenda de la que se oía hablar en cantinas de Texas, a la que se dedicaban canciones y a la que profesaban sincera admiración grandes del country como Johnny Cash, Willie Nelson, Kris Kristofferson o Townes Van Zandt. Ethan Hawke (Austin, EE UU, 1970) llegó a oír tantos rumores sobre él en su tierra natal que dudó si realmente alguna vez existió. “Me pasé media vida escuchando historias diferentes sobre él. Sobre su muerte oí de todo: que si le dispararon en un contenedor de basura, que si recibió la bala en una cola del paro, que si murió tras una pelea en un bar… pero ninguna superó nunca a la historia real. Era mejor que todas las historias falsas”. Según la historia oficial, Blaze Foley murió una noche de 1989 después de ser disparado por el hijo de un amigo cuando discutió con él en el porche. No había conseguido ningún éxito y nadie le conocía fuera del estado de la estrella solitaria, pero el country perdía a un compositor excelente. Un auténtico outsider.

Al frente de la dirección, Hawke, al que se conoce más por su sobresaliente carrera como actor, ha llevado a cabo su “proyecto más personal” con Blaze, el biopic que relata la existencia como músico errante de Foley. “Fue una situación extraña cómo vino esta película”, comenta Hawke por teléfono desde Nueva York. “Ben Dickey –actor que interpreta a Blaze Foley- es mi amigo y muchas veces le comentaba que creía que deberíamos hacer una película sobre Foley y que él tenía que interpretarlo. A él también le parecía que tenía una historia. Era una leyenda de la música country pero que, tras leer el libro de Sybil Rosen, vimos que también había un hombre, un tipo que era una gran voz en el pasado”.

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Sybil Rosen fue la esposa de Foley, magistralmente interpretado por Ben Dickey en el filme. Escribió un libro de memorias sobre su íntima relación con un compositor de alma compleja, que, en palabras de Townes Van Zandt en un pasaje de Blaze, “solo se volvió loco una vez, pero se quedó ahí”. “Sybil es el espíritu animal de la película. Ella fue su amante, su musa y su compañera. Su visión y su memoria de Blaze dan aún más belleza e interés a su relato. Le da la profundidad que necesitaba. Conocerla fue lo que nos permitió que la película realmente sucediera”, explica Hawke.

La historia de amor entre Foley y Rosen, a la que él abandona por la vida en la carretera y porque “hay demonios que tiran fuerte de él”, late durante un largo que es, por encima de todo, un canto al country. “Creo que la película es una historia que, más que hablar de una persona, habla de la creatividad”, confiesa Hawke. Una creatividad que, en este caso, se manifiesta en forma de emotivas canciones interpretadas con la guitarra a fuego lento, nacidas de “esas chispas”, como dice Foley en el filme, que deja la vida cuando no tiene nada que ver con lo que se esperaba de ella o se tuerce por simples caprichos del destino. “Siempre pensé en la idea de hacer una especie de ópera usando el country. Es un género que cuenta historias y creí que la música debía ser el hilo conductor de la película. En las letras de Blaze, puedes oír la historia de su vida”, dice el director. Una vida que quedará marcada por haber dejado escapar a la que fue su esposa. “Tuve suficiente amor como para ponerlo en algunas canciones, pero no el suficiente como para una mujer adulta”, sentencia Ben Dickey en el papel de Blaze Foley.

Fotograma de 'Blaze', de Ethan Hawke.
Fotograma de 'Blaze', de Ethan Hawke.

Vagabundo romántico y músico maldito, Foley tenía cualidades para haber alcanzado la repercusión de los mismos músicos que le admiraron como Kris Kristofferson, que hace el papel de padre del compositor en el filme, o Townes Van Zandt, que tampoco tuvo tanto éxito como los forajidos de Nashville que planean en conversaciones de la película como Willie Nelson o Johnny Cash pero que fue un camarada de juergas y canciones de duermevela. A Van Zandt, que fue alcohólico y drogadicto como Foley, lo encarna de forma sublime Charlie Sexton, guitarrista de la actual banda de Bob Dylan. “Charlie es un fenómeno. Se come la pantalla”, asegura Hawke. Tanto Van Zandt como Foley sobrevivían en garitos de Texas mientras que, con sus vidas desajustadas, desesperaban a discográficas y a muchos de su entorno. Pero sus canciones guardaban un espíritu imperecedero, tal y como dice Hawke de la obra de Foley: “Hay un nivel de autenticidad y de emoción honesta que es difícil de escuchar en la música. Era muy gráfico con la exposición de sus sentimientos”.

Amante del country, un joven Hawke supo de este músico, que “ahora es más conocido que cuando estaba vivo”, gracias a su amigo Ben Dicke aunque al género vaquero llegó antes por su padre. “He crecido con country. Tengo un recuerdo muy claro de cuando vi por primera vez a Willie Nelson en un picnic en Texas en 1977”. Por eso, este icono del cine indie defiende un género denostado por muchos. “Cuando la gente dice que el country es una música conservadora, creo que sinceramente no se han parado a pensar de lo que hablan las canciones”.

El country de Blaze Foley habla de alguien que, como si fuera víctima de su destino, perdió el rumbo sin posibilidad de recuperarlo, aunque dejase impronta en futuras generaciones. John Prine versionó Clay Pigeons, Lucinda Williams le dedicó Drunken Angel y otros músicos como Steve Earle o Rodney Crowell le han citado como influencia. Su amigo Townes Van Zandt tenía su propia teoría con respecto al malditismo de Blaze: “A los verdaderos músicos de country se les presupone que tienen que vivir su canción, pero eso no es del todo cierto. También tienen que morir un poco”. En palabras de Ethan Hawke: “El country, como el blues o el góspel, son músicas espirituales. Es como una religión. Detrás de Foley, o de un verdadero compositor country, hay un impulso por encontrar significado a su existencia”.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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