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Crítica | De la India a París en un armario de Ikea
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Picaresca con karma

No falta ni siquiera el mecánico momento Bollywood, pero los visibles esfuerzos de la película por caer bien acaban por hacer cierta mella. El metraje conciso ayuda

Dhanush, en una imagen del filme.
Dhanush, en una imagen del filme.

Adscribiéndose a ese multiculturalismo de best-seller de aeropuerto que, quizá bajo el influjo del ¿Quiere ser millonario? de Vikas Swarup, ya explotó el Richard C. Morais de Un viaje de diez metros, Romain Puértolas publicó en 2013 El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea. Como en el caso de los títulos antes mencionados, no parece que haya sido el karma, sino la meticulosa aplicación de una fórmula lo que ha acabado convirtiendo a la novela en cantado triunfo de ventas e inevitable inspiración para una feel-good movie alegremente despreocupada de la condescendencia que modela a su protagonista: un angélico hindú que paseará su ingenuidad, bondad y mirada limpia a lo largo de un accidentado viaje con escalas en París, Londres, Barcelona y Libia, usando su pureza de corazón como brújula y salvoconducto.

DE LA INDIA A PARÍS EN UN ARMARIO DE IKEA

Dirección: Ken Scott.

Intérpretes: Dhanush, Bérénice Bejo, Erin Moriarty, Gérard Jugnot.

Género: comedia. Francia, 2018.

Duración: 92 minutos.

En De la India a París en un armario de Ikea, el canadiense Ken Scott subraya el potencial del relato para erigirse en algo parecido al equivalente globalizado de una historia picaresca, en la que -¡mansa transgresión!- prevalecerá la desapegada generosidad antes que el imperativo de supervivencia. Los tópicos –ese Gérard Jugnot al que solo le falta la baguette bajo el brazo- conviven con decisiones tan heterodoxas como la de convertir el episodio británico en lo que parece un velado homenaje a Dennis Potter. No falta ni siquiera el mecánico momento Bollywood, pero los visibles esfuerzos de la película por caer bien acaban por hacer cierta mella. El metraje conciso ayuda.

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