Cuentos para demoler arquetipos
Esta colección de cortos animados reivindica la fuerza del relato tradicional como seña de identidad cultural en tiempos de mercado globalizado
Una niña, tendida en su cama, le lee a un dragón un cuento tradicional, donde los personajes desempeñan sus roles arquetípicos, y, poco a poco, el fantástico animal se va dejando vencer por el sopor, aunque aduzca que todo se debe al cansancio de la jornada y no a la previsibilidad del relato. Esta secuencia del cortometraje La caza del dragón sintetiza con meridiana claridad el espíritu de los cinco trabajos reunidos bajo el epígrafe de El viento entre las cañas: reivindicar la fuerza del relato tradicional como seña de identidad cultural en tiempos de mercado globalizado, al tiempo que se cuestiona su condición de portador de viejas moralidades y revisables codificaciones de género.
EL VIENTO ENTRE LAS CAÑAS
Dirección: Arnaud Demuynck, Anaïs Sorrentino, Madina Iskhakova, Rémy Durin y Nicolas Liguori.
Animación.
Género: fantástico. Francia, 2017.
Duración: 62 minutos.
El director y productor belga Arnaud Demuynck, consagrado por completo a la divulgación de estéticas animadas al margen de los modelos dominantes desde el año 2001 –suya fue la producción del sorprendente largo Un gato en París (2010), de Alain Gagnol y Jean-Loups Felicioli-, articula en El viento entre las cañas un programa tan llamativo como heterogéneo en torno al tema de la libertad, hermanando estéticas tan diferentes como la evocación de las ilustraciones de un cuento infantil –Encajes y dragón, de Anaïs Sorrentino-, el trazo de línea claro aplicado a la animación tradicional –la mencionada La caza del dragón, del propio Demuynck- o el primitivismo poético –La niña y la noche, de Madina Iskhakova-.
Las joyas de la sesión son los dos trabajos que la cierran: La unicornio, de Rémi Durin, donde se aprovecha tanto la fuerza de la línea esbozada como la rugosidad del soporte en el que se trazaron los dibujos originales; y El viento entre las cañas, de Nicolas Liguori y Arnaud Demuynck, que explota las posibilidades digitales de la animación de recortes para plantear un pulso entre la belleza y el poder que parece plenamente consciente de sus deudas conceptuales con precedentes tan relevantes como Lev a písnička (1959), de Břetislav Pojar, y La mano (1966), de Jiri Trnka. En este último corto, la secuencia en la que el vuelo de un pájaro flirtea con la animación abstracta pone de manifiesto que, más allá de sus evidentes valores pedagógicos –piedra de toque de la valiente distribuidora Pack Màgic-, en todos estos trabajos hay belleza formal, goce creativo y experimentación estilística. En suma, tras una propuesta especialmente recomendada para la infancia, se esconde un auténtico festín para todo sibarita de la animación.
Babelia
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