Evocaciones y mirada al futuro
Una nueva etapa en el Ballet de la Comunidad de Madrid se pone en marcha bajo la dirección de la donostiarra Lucía Lacarra
Muy acorde con los tiempos y tratando de adecuarse a la compleja realidad de la producción de nuevas obras de ballet y danza contemporáneos en España, Víctor Ullate, a sugerencia y orientación de la Comunidad de Madrid (que es quien financia el conjunto y le otorga sede), pasa el testigo de la dirección artística de su compañía a la primera bailarina Lucía Lacarra, estrella internacional y que posee una larga experiencia en la interpretación tanto del repertorio académico como moderno. El primer empeño bajo la égida de Lacarra es este programa doble con coreografías de Luz Arcas (de la compañía La Phármaco) y de Antonio de Rosa y Mattia Russo (de la agrupación Kor’sia).
Luz Arcas muestra en Los hijos más bellos una obra oscura, hermética, monocorde en el tono, haciendo énfasis en imaginarios rituales basados en estímulos primigenios. La música en directo de Hugo Gómez-Chao (A Coruña, 1995), concebida para voz y violonchelo le da al producto una cierta fuerza.
Russo y De Rosa tocan un revival figurado de una pieza creada por Nijinski para los Ballets Russes de Serguei de Diaguilev: Jeux, trayéndola con algunas claves contextuales a nuestros días, figurando una recreación muy libre. El espacio sonoro de Luis Miguel Cobo es cuando menos desconcertante, muy ecléctico y en batalla constante con la materia de danza, donde a la vez que se evoca en pasado se traza un empaque muy teatral. Puede clasificarse como una pantomima donde abundan los contrastes y las sugerencias al grupo de Bloombsbury y sus cuitas, material que ha dado para múltiples interpretaciones en la literatura y el cine.
Jeux es un icono de modernidad, pensemos en la pintura de Valentina Gross y en la rigurosa reconstrucción de Millicent Hodson, que junto a su marido y colaborador publicó en 2000 un libro importante y esclarecedor: Nijinski’s Bloombsbury Ballet: Jeux; Hodson y Archer, en 2009, presentaron una versión depurada en el Teatro Nazionale romano de este título.
Las figuras sinuosas y casi art-nouveau de los Kor’sia son propias de su manera de trabajar, y crecen despegándose de un original nebuloso, y ciertamente lejano, hasta con un deje irónico, así sobrevuelan un fraseo largo y continuado, dando al espectador un cúmulo de informaciones tanto estéticas como dinámicas.
El nivel de los bailarines es óptimo en las dos coreografías y hay jóvenes con sorprendentes condiciones para el ballet, a los que se le puede augurar un prometedor futuro. Lo mismo debe apuntarse, sobre todo, el conjunto regional y su proyección, una vez liberado de la pinza de ser una forzada compañía de autor y retomar un principio básico y democrático de toda compañía participada con fondos públicos; a saber, servir de plataforma a la visibilidad de los nuevos talentos creativos. Hoy, domingo 18, es la última función, en la Sala negra de los Teatros del Canal.
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