Criaturas de la noche
No es una documental de tesis, sino una colección de atentos, afectuosos retratos que permite que algunas ideas y reflexiones se abran paso sin forzar el discurso
Cuando la cultura de los realities visibiliza en el mainstream algunas identidades –quizá las menos desafiantes- de las comunidades LGTB –ya sea en discursos de nicho (Ru Paul’s Drag Race) o en territorios de confluencia (First Dates)-, resulta oportuno y necesario recordar que toda esta lucha comenzó en los márgenes. Fue el lumpen de la comunidad gay el que prendió la mecha de la reivindicación en Stonewall, antes de que tomara las riendas del asunto otro modelo de discurso –y otro imaginario- fundamentado en la estrategia de la neutralidad. I Hate New York, primer documental de Gustavo Sánchez, subraya que, antes de hablar el lenguaje del neoliberalismo en sus frentes hegemónicos, la reivindicación de las identidades LGTB emergió del subsuelo, haciéndose escuchar como un visceral grito punk.
I HATE NEW YORK
Dirección: Gustavo Sánchez.
Género: documental. España, 2018.
Duración: 75 minutos.
Fruto de diez años de entrevistas, I Hate New York no es una documental de tesis, sino una colección de atentos, afectuosos retratos que permite que algunas ideas y reflexiones esenciales se abran paso sin forzar el discurso. Sánchez evita siempre que puede el recurso al busto parlante, retratando a sus personajes en sus entornos íntimos o en esa jungla nocturna urbana que puede ser, al mismo tiempo, lugar de autoafirmación y campo de batalla para la supervivencia. El contraste entre dos figuras tan antitéticas, en lo vital y lo ideológico, como Sophia Lamar y Amanda Lepore o la relación entre Chloe Dzubilo y T De Long proporcionan a este extraordinario trabajo mucho más que valor testimonial: aquí hay actitud, inteligencia y vida.
Babelia
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