Los poblados experimentales del franquismo en Guinea Ecuatorial
Académicos de la Universidad de Sevilla investigan la red de núcleos rurales que desarrolló la dictadura en los últimos años de la colonia africana
Los pueblos de colonización agrícola en España tuvieron su paralelo en las llamadas "provincias africanas". Entre 1962 y 1968, impulsados por Luis Carrero Blanco como máximo responsable de las colonias, el arquitecto Ramón Estalella desarrolló en Guinea Ecuatorial una red de nueve "poblados experimentales", el último esfuerzo del franquismo para asimilar a una sociedad que estaba a punto de conseguir la independencia.
Un equipo de académicos llamado GAMUC, auspiciados por la Universidad de Sevilla, y con el apoyo del Ministerio de Economía, lleva desde 2012 investigando el legado arquitectónico que dejó en la selva ecuatoguineana el empeño de Carrero Blanco para no perder las colonias. Pablo Rabasco, coordinador de GAMUC y profesor de historia del arte en la Universidad de Córdoba, prepara para 2019 la publicación con Ediciones Akal de un libro sobre la epopeya que tres arquitectos de la generación del 59 de la Escuela de Madrid, Estalella, Ignacio Prieto y Alberto Ripoll, llevaron a cabo en Guinea Ecuatorial. Medio siglo después de la independencia del país, los poblados se mantienen habitados y en buenas condiciones de conservación, mejor incluso que muchos pueblos de colonización en España, según Rabasco, porque el gobierno impuso restricciones para evitar modificaciones en las estructuras, pero también porque no ha habido dinero para renovar los espacios.
Estalella estuvo al frente de dos programas: por un lado dirigió la planificación de 2.000 viviendas en el Sáhara Occidental para la población militar española, pero también para sedentarizar a los beduinos –"los nómadas abandonaron las casas al cabo de una semana y las ocuparon los marroquíes", añade Rabasco–; por otro, los arquitectos desembarcaron en Guinea Ecuatorial para construir dos nuevos barrios –el de Los Ángeles, en la actual Malabo, y otro en Luba– y para levantar los llamados "poblados modelo o experimentales". Estos se construyeron en las vías de transporte de las materias primas en dirección al puerto de Bata. Contaban con estructuras idénticas, aunque dispuestas de diferente forma, según el terreno: eran entre 50 y 250 viviendas –según la fase de expansión alcanzada–, casas de una planta con una plaza central en la que se erigía una fuente y, lo más importante, una iglesia y una casa de la palabra.
Mayor libertad que en España
Rabasco destaca lo inusual que es que el franquismo tolerara la convivencia del templo católico con una muestra de la tradición local como la casa de la palabra, un lugar de encuentro para los hombres en la Guinea Ecuatorial continental para solventar conflictos y transmitir su cultura animista. En el poblado de Bidjabidjan también se instaló una parada de autobuses que servía además de estafeta de correos: los buzones se intercalan con orificios que permiten la circulación del aire. "Al trabajar fuera de España, Estalella se permitió una modernidad que en nuestro país no hubiera sido posible", afirma Rabasco.
GAMUC ha estudiado sobre el terreno los trabajos de Estalella. Pudieron salvar los escollos administrativos de la dictadura de Teodoro Obiang gracias a la labor de Laida Memba, arquitecta en Barcelona y con experiencia en la preservación del patrimonio ecuatoguineano. Lo que se encontraron era un ejemplo en perfecta conservación de una arquitectura europea adaptada a las colonias, siguiendo referentes como los trabajos para el norte de África del estudio ATBAT de Le Corbusier, los de sus discípulos George Candilis y Alexis Josic o las viviendas para gitanos en Francia. "El objetivo era introducir una modernidad absolutamente paternalista y fuera de escala", explicó Rabasco en un seminario de la UNED el pasado julio.
Estalella, de 87 años, asegura desde su estudio en Madrid que no se inspiró en ningún modelo internacional en concreto: "Improvisamos mucho, era arquitectura que intentaba construir mucho con el menor dinero posible. Utilizamos una mezcla de cemento con adobe. Y como no teníamos cristal, en las ventanas introducimos unas celosías para que se viera el exterior, pero no el interior". Estas celosías, evoca Estalella, las adaptó de las que había en el palacio del gobernador civil en Bata. "El palacio también era de adobe, era una nave, un secadero, donde todo el mundo entraba como pedro por su casa. Los jardines estaban llenos de jardineros; el gobernador me dijo que eran caníbales presos", evoca Estalella entre detalles del proyecto y peripecias personales.
De África a La Moraleja
Ramón Estalella (Madrid, 1931) solo tenía tres años de experiencia profesional cuando le propusieron la colonización arquitectónica en el Sáhara y en Guinea Ecuatorial. "Había dos escuelas de arquitectura en España, solo se licenciaban cada año treinta arquitectos. Había mucha demanda en España y una aventura como aquella era para alguien joven", dice el veterano arquitecto. Pablo Rabasco apunta que el hecho de que Estalella no sea conocido ha mantenido en la sombra la historia de los poblados. "No me dediqué al autobombo, me dediqué a trabajar", explica el arquitecto. Tras cinco años como director de la inmobiliaria del Ministerio de Educación (1968-1973), Estalella trabajó en el ámbito privado en África y en América Latina, también en Turquía, Inglaterra y Holanda. De Madrid destaca sus viviendas en el barrio de Salamanca; suyo es el centro comercial de Cuesta Blanca, en la Moraleja. Estalella es hijo del pintor Ramón Estalella Pujolá, que fue embajador de Cuba en España durante la guerra civil, y de Ana Manso de Zúñiga, bisnieta del príncipe de Vergara.
Las iglesias y las casas de la palabra fueron rápidamente reconvertidas en escuelas, dispensarios médicos o mercados. Los guineanos continuaron utilizando los edificios de siempre porque aquella arquitectura europea era un cambio demasiado grande. Rabasco explica que Estalella hizo el esfuerzo de asumir características locales, aunque de forma limitada; en concreto cita como influencia para Estalella un libro sobre la etnia fang que publicó en 1949 el antropólogo August Panyella. "Estudié el estilo de construcción en el continente, cabañas de adobe y paja con forma de paraguas y de biombo, bien ventiladas y protegidas, y muy abiertas al exterior, por eso entraban muchos bichos", dice hoy el arquitecto.
Solo se llegaron a construir 9 de los 20 poblados previstos. Carrero Blanco perdió la batalla para mantener las colonias ante la presión de Naciones Unidas y, sobre todo, de Estados Unidos. Tras la independencia, en 1968, Estalella intentó proseguir con su obra, pero desistió por la inestabilidad interna en Guinea Ecuatorial. Acabó aceptando una oferta para ser el director de arquitectura del Ministerio de Educación: su siguiente reto fue planificar la futura Universidad Autónoma de Madrid.
Babelia
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