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Max Beckmann, el gran cronista de la Alemania del XX

El Museo Thyssen reúne 52 obras del pintor, prestadas por colecciones de todo el mundo

Un visitante contempla este miércoles la obra 'Quappi con suéter rosa', en el Museo Thyssen.
Un visitante contempla este miércoles la obra 'Quappi con suéter rosa', en el Museo Thyssen.CARLOS ROSILLO

Autor de una obra vitalista, radical, sensual, erótica, violenta y cruel, Max Beckmann (Leipzig, 1884-Nueva York, 1950) utilizó las metáforas para narrar la trágica historia del siglo XX. Dos guerras mundiales y un exilio que le llevaría a deambular por Europa y Estados Unidos para nunca más volver a su tierra. Considerado como el artista más representativo de la cultura alemana es, sin embargo, un creador casi ausente en las colecciones españolas (el Thyssen tiene tres obras más otra de Carmen Cervera). El Museo Thyssen-Bornemisza ha inaugurado Beckmann. Figuras del exilio, primera que se le dedica en España desde hace dos décadas y en la que se reúnen 52 obras de coleccionistas de todo el mundo, principalmente de Alemania y EE UU. Se podrá ver en Madrid hasta el 27 de enero y, a partir del 21 de febrero, en el CaixaForum de Barcelona.

Tomás Llorens, exdirector del Thyssen, es el comisario de esta muestra a la que ha dedicado los cinco últimos años. Por Beckmann se adentró en los estudios del arte y este es el proyecto más satisfactorio de su larga carrera. La ha ideado en colaboración con Guillermo Solana, director artístico del Thyssen.

Venerado en Alemania, Beckmann no es muy conocido en el resto de Europa. Llorens ha explicado durante un recorrido por la muestra que se salda por fin una deuda con uno de los artistas más fascinantes del siglo XX. Según el experto, Beckmann intentó hacer un arte puramente alemán, quería contar la vida. “Es un gran pintor que se vale de las metáforas para narrar lo malo que le tocó vivir en el XX”. Individualista feroz y enemigo de toda etiqueta, la actitud de Beckmann frente al arte podría compararse a las de Van Gogh, Cézanne y Picasso: hizo en todo momento lo que quiso al margen de las tendencias.

Llorens describe al artista como un hombre afable, atractivo, bebedor y mujeriego que se casó en dos veces. La primera con la soprano Minna Tube, con quien tuvo a su único hijo, y después con la artista Mathilde von Kaulbach, Quappi, modelo de decenas de sus obras, como Quappi con suéter rosa (1932-1934), propiedad del Thyssen.

La exposición está dividida en dos partes. La primera, muy autobiográfica, se centra en Alemania, desde las vísperas de la Primera Guerra Mundial hasta el ascenso del nazismo en 1933. Periodo en el que consigue un gran reconocimiento y que termina con su expulsión de la Escuela de Fráncfort y la llegada de Hitler.

El mismo día en el que se inauguró la muestra de arte degenerado, Beckmann se trasladó a Ámsterdam. De este periodo son los trípticos (se exponen tres de los nueve que se conservan), un formato adoptado de los maestros antiguos alemanes. El hilo conductor del resto es el exilio. Sobre grupos de personajes caricaturizados y de fuerte colorido, la máscara se convierte en la gran protagonista. Tumultos de identidades confundidas abarrotan sus cuadros. Es la metrópolis moderna donde las identidades desaparecen. Finalmente, el mar es el motivo para hablar de la lejanía y del exilio, de lo inconmensurable y lo desconocido. En este apartado destaca su tríptico Los argonautas, que terminó el 27 de diciembre de 1950. Ese mismo día murió de un ataque al corazón en Nueva York.

Mayen Beckmann, nieta del artista y una de las gestoras de su legado, precisó tras recorrer la muestra que su abuelo “era, ante todo, europeo”. “Hay mucha tragedia en su obra, pero también rebosa sensualidad, humor y vida. No todo era tristeza”, afirmó.

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